Creo haberlo dicho: de los líderes políticos de Canarias, Román Rodriguez es posiblemente el más completo. Tiene carisma, discurso, capacidad para seducir y provocar entusiasmo y cuando era más joven tenía una planta de galán que nunca le perjudicó en su carrera.
A pesar de que se esfuerza en aparentarlo, creo que no es un hombre con una gran preparación. Pero eso no es necesariamente una desventaja para dedicarse a la política, menos aún en el rol del liderazgo.
A Román le pasa que es listo y sabe rodearse de gente preparada. La gente que rodea a Román le profesa amistad y respeto: para conseguir eso hace falta habilidad, y Román la tiene. Cuenta hace años con FermÍn, que va tapando sus agujeros en materia presupuestaria.
Su principal problema como político ejerciente es que ya fue Presidente del Gobierno, y es poco probable que pueda volver a serlo, primero porque ya tiene sus años, pero sobre todo porque su partido cuenta con una escasa representación. Le toca, pues, conformarse con ser segundo o tercero de a bordo en cualquier gobierno posible, y eso si tiene suerte. Intuyo que saberlo le amarga bastante.
Supongo que se considera con más pedigrí, experiencia y carisma político que Ángel Víctor Torres, que además va por la vida como pidiendo disculpas por ser presidente, porque Torres es modesto y obediente. Román es justo lo contrario. Durante meses, ha alardeado de que su presencia en el Gobierno regional es la principal garantía de que Sánchez cumpliría con los compromisos del REF y el Estatuto.
Eso le permitía mantener un perfume entre nacionalista y contestatario, y de paso venderse como gran esperanza blanca de un nacionalismo unificado en el futuro. Lo que pasa es que no siempre basta con sacar pecho y hacer alardes de testosterona para que te hagan caso. Y más si quien tiene que hacerte caso es Sánchez uno de los personajes más híperhormonados de la política española.
Era el momento en el que todos suponíamos que Román amagaría con cumplir su amenaza de votar contra los presupuestos de Sánchez, para poner los intereses de los canarios por encima de los suyos propios. Pues no. Lo que ha hecho es salir a defender los Presupuestos del Estado, con su maltrato y su abandono, su absoluta falta de solidaridad con la región que más necesita ser rescatada, limitándose a prometer que los Presupuestos serán enmendados. Faltaría más.
No creo que le guste semejante papelón. Por eso perdió el martes las formas en la comisión de Hacienda, cuando demostró escasa cortesía con su excompañera Rosa Dávila. Para ponerse farruco debería buscar mejor a alguien de su talla, perdón, quise decir de su tamaño. Desde lo de Amurga no le recuerdo tan cabreado.
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