FIRMAS

Goyo González, las mil voces de un radiofonista. Por Gorka Zumeta

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Nacimos el mismo año, 1962, él en Madrid y servidor en San Sebastián. Yo empecé en el norte y él lo hizo en el sur. Yo me forjé primero en informativos y él lo hizo en programas. Años más tarde, a finales de los años ochenta la SER nos reunió a ambos en Madrid, en diferentes destinos. No era difícil conectar con Goyo González. Al contrario, su carácter, extravertido y afable, siempre dispuesto y disponible, le convertían en uno de los compañeros más accesibles.
Goyo en los estudios de ABC Punto Radio,
 al frente de 'Protagonistas Madrid'
Goyo ha hecho de todo en la SER, y siempre con una profesionalidad y una dignidad memorables. Su estilo, muy personal, es una suma de Carlos Herrera, en el regusto por el micrófono y Pepe Domingo Castaño, en el mimo por la publicidad. Su voz, versátil y muy moldeable, es una de sus grandes herramientas. Supongo que, como a muchos, incluido yo, habrá voces que le calificarán de ‘dinosaurio’ de la radio. Y es posible, pero sigue resultando eficaz y muy cercano, y sigue ‘sonando’ a buena radio. Tras su incomprensible salida de la casa en la que nació, y creció –la SER– Goyo encontró refugio en la televisión (‘Cifras y Letras, en Canal Sur y luego Telemadrid), pero su aspiración era regresar a la radio. Y encontró lo que buscaba en Punto Radio, luego ABC Punto Radio, y pronto Cope.

«Protagonistas«, la marca más consolidada de la radio española

Goyo se ha ocupado, con mucho oficio, de ‘Protagonistas Madrid. De hacer el ‘Hoy por Hoy Madrid’, durante sus últimos años en la SER, y especializarse en magazines comerciales locales de Madrid, el destino quiso que abrazase la marca más consolidada de la radio española –‘Protagonistas– en su versión local madrileña. Y Goyo, una vez más, gracias a la inconmensurable complicidad y ayuda de Ana de Toro, también ex SER, curtida en mil y una batallas de la producción, han hecho un programa mucho más que digno, brillante en ocasiones, con muy pocos medios, y mucha imaginación y oficio, como digo.

La mirada cómplice de Goyo

Me consta que en ABC Punto Radio estaban satisfechos con la incorporación de Goyo. Su fichaje pretendía recuperar la presencia de la buena radio, de la radio de siempre, en el dial de la cadena de Vocento. Contratar a Goyo era garantizar el cuidado, y el mimo, de la publicidad, tan maltratada en muchos casos en la radio, un medio que sobrevive, no hay que olvidarlo, gracias a su concurrencia. A mí se me antojaba casi un milagro que una emisora como Punto Radio, con escasa presencia en el mercado, en comparación con el resto de grandes cadenas, tuviera tanta publicidad en su programa local; un compromiso (meritorio por parte del departamento comercial de esa casa) que Goyo salvaba, sin muchas dificultades, integrándola en los contenidos de su magazine, como un calzador. Es cierto que en más de una ocasión ha puesto en un brete a alguno de sus anunciantes, preguntándoles por cuestiones relativas al resto de contenidos del espacio, y ajenas a su labor publicitaria. Pero éste es Goyo, un tipo de radio, imprevisible a veces, difícilmente controlable (por eso necesita a Ana, marcándole…), que mezcla contenidos con esa habilidad natural que concede esta profesión, y que luego extendemos inconscientemente a nuestra vida privada, confundiendo a nuestros familiares y amigos al entremezclar temas de lo más variopintos, sin solución de continuidad. Eso, que en la radio es moneda común -el vademécum-, en la vida privada nos delata como hombres de radio.

Goyo es un profesional que domina 
el oficio y sabe lo que se hace
Goyo, un tipo imprevisibleY remarco lo de ‘imprevisible’. Siempre he admirado de Goyo su capacidad de improvisación, su impronta tan marcadamente personal. Sobre todo cuando tuve la oportunidad de trabajar con él en ‘La Ventana del verano’, a mediados de los noventa, cuando nos encargaron, al alimón, sustituir a Javier Sardá en las tardes de la SER, durante el período estival. Recuerdo aquel par de veranos con muchísimo cariño. Fueron meses de enorme trabajo, pero fructíferos, apasionantes, enormemente creativos. Sin falsa modestia, creo que estuvimos a la altura del equipo de Sardá.
En una entrevista que nos hicieron destinada a la revista ‘Cambio 16’ en 1995 (que se encuentra en la página ‘Álbum de este blog) reconocíamos que éramos “como la noche y el día”. Y lo reitero. Pero el día se compone de noche y día, no puede obviarse ninguna de las dos partes. Goyo podría ser la noche y yo el día. Él era –lo sigue siendo-el tipo de la improvisación, de la genialidad espontánea, del chispazo, y yo el tipo que prefería trabajar el guión con tiempo, estudiarme los personajes, preparar las situaciones. No afirmo que careciéramos de la otra condición, pero sí que la dominante era la que he descrito. Por eso éramos absolutamente complementarios, y hoy muy buenos amigos.
 
Goyo González, otro apagafuegos

Por eso Goyo era un tipo apropiado para responder a cualquier reto que le pusieran por delante en la SER, y un elemento muy cómodo para tirar de él cuando se declarara un fuego en la antena: una sustitución, un especial, una necesidad, un relleno, etc. Sabían que apostar por él era responder al reto con eficacia. Así, Goyo, sustituyó a Iñaki Gabilondo en el ‘Hoy por Hoy’ varias ocasiones, condujo ‘La Verbena de la Moncloa’, con Luis Figuerola-Ferretti y Javier Capitán, tras el regreso de Julio César Iglesias a RNE o encarnó la personalidad de los tres Reyes Magos con Iñaki, precisamente, cada 6 de enero, durante bastantes años.

Los Reyes Magos de la radio española

Aquí quiero detenerme un poco, para explicar la dinámica de esta página radiofónica que unía tan de cerca la magia de la radio con los niños, tan olvidados hoy día por un medio que, en sus comienzos, dedicaba mucho más tiempo a ellos. Por si acaso, diré que Goyo tenía bula regia de sus Majestades de Oriente para encarnarles en la antena de la SER, con la aquiescencia del director del ‘Hoy por Hoy, que no faltaba nunca a su cita del 6 de enero, por muy festivo que fuera. Iñaki siempre estaba al pie del cañón, presentando ese día el programa, como un niño más, emocionado. Los padres llamaban previamente al programa para dar el nombre del niño, su lista de regalos, y algunas notas sobre su comportamiento y estudios; datos recopilados por productores eficaces que trasladaban luego a Goyo, quien, con su genialidad y versatilidad vocal, los interpretaba frente al micrófono, en comunicación telefónica con el niño en cuestión, lo que provocaba, lógicamente, la sorpresa –enorme- del pequeño al ‘oír’ a Gaspar, Melchor o Baltasar –que a los tres ponía voz, y personalidad, Goyo, en directo- desvelando en antena cómo se portaba con sus padres y hermanos, cómo llevaba el colegio, los regalos que le habían dejado, y decenas de otros datos, muy personales e íntimos, que el niño escuchaba en boca de su Rey preferido atónito y maravillado. Yo no me perdía nunca ‘la actuación’ de Goyo, fascinado, lacrimoso (sobre todo al ser padre…), y casi todos los años le felicitaba por ella. Eso era la radio. Eso es la radio, aunque a veces no la reconozcamos…

Goyo González en "Cifras y Letras"
 (Canal Sur y Telemadrid)

Los Reyes Magos de la radio española

Aquí quiero detenerme un poco, para explicar la dinámica de esta página radiofónica que unía tan de cerca la magia de la radio con los niños, tan olvidados hoy día por un medio que, en sus comienzos, dedicaba mucho más tiempo a ellos. Por si acaso, diré que Goyo tenía bula regia de sus Majestades de Oriente para encarnarles en la antena de la SER, con la aquiescencia del director del ‘Hoy por Hoy, que no faltaba nunca a su cita del 6 de enero, por muy festivo que fuera. Iñaki siempre estaba al pie del cañón, presentando ese día el programa, como un niño más, emocionado. Los padres llamaban previamente al programa para dar el nombre del niño, su lista de regalos, y algunas notas sobre su comportamiento y estudios; datos recopilados por productores eficaces que trasladaban luego a Goyo, quien, con su genialidad y versatilidad vocal, los interpretaba frente al micrófono, en comunicación telefónica con el niño en cuestión, lo que provocaba, lógicamente, la sorpresa –enorme- del pequeño al ‘oír’ a Gaspar, Melchor o Baltasar –que a los tres ponía voz, y personalidad, Goyo, en directo- desvelando en antena cómo se portaba con sus padres y hermanos, cómo llevaba el colegio, los regalos que le habían dejado, y decenas de otros datos, muy personales e íntimos, que el niño escuchaba en boca de su Rey preferido atónito y maravillado. Yo no me perdía nunca ‘la actuación’ de Goyo, fascinado, lacrimoso (sobre todo al ser padre…), y casi todos los años le felicitaba por ella. Eso era la radio. Eso es la radio, aunque a veces no la reconozcamos…

 

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