FIRMAS Joaquín 'Quino' Hernández

OPINIÓN | El bar de Pepe | La pandemia canaria, Día de Canarias | Joaquín Hernández

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Como todos los años el gobierno de Canarias, formado como siempre por uno o dos de los tres partidos que se reparten  el “toco mocho” de la tarta canaria, vuelve a insistir, este año con menos publicidad institucional, la necesidad que tenemos los canarios de mirar el futuro con ilusión y sin pasotismo, sobre todo el 30 de mayo, Día de Canarias.

Ser canario significa estar moldeados de una forma especial. Los canarios siempre hemos sabido que es el infinito, por mucho que cuando lo queremos tocar sigue muy lejos, estamos seguros de poder alcanzarlo alguna vez.

Nuestra batalla contra el aislamiento del hecho insular nos ha forjado duros como las rocas volcánicas. fuertes y recios como el drago milenario y al mismo tiempo sentimentales como el sentir de una folia.  A los canarios, la política mediocre de políticos más interesados en sus poltronas que en el pueblo, al que han querido ningunear, putear e intentar separar, siguen  sin darse cuenta que el mismo sabor de una vieja “jareá”, una papa arrugá o un buen escaldón de gofio,  gusta a los isleños de La Palma como a los ídem  de las otras 7 islas.

Los problemas de los canarios son endémicos, llevamos años y años sufriendo el alejamiento de propios y extraños, sufrimos una de las tasas de paro más grandes del Estado y de Europa, sanidad, educación, juventud, pensiones, dependencia… me deprime detallar una y otra vez  los males que motivan esa epidemia que no han sido capaces de solucionar la casta de politiquillos corruptos y mediocres que nos toca sufrir. Por el bien de todos los canarios se impone un poco de sensatez en los que nos gobiernan, tienen que darse cuenta del rechazo del pueblo a toda ésta clase de personajes salidos de una mal sueño, de una mala pesadilla y que desgraciadamente tienen en sus manos el destino de nuestro pueblo, de nuestras familias y el futuro de nuestros hijos.

Se hace evidente el hartazgo de la sociedad a tantas cabronadas de una clase de gente que se cree poseedora de nuestras vidas y hacienda.

La juventud, esos jóvenes que emigran, que salen al cumplir los 18 años imitando a sus abuelos, hartos de no encontrar ninguna meta que cumplir, ninguna ilusión en presente y un futuro más desolador. Las estadísticas nos dicen que de seguir así  los datos  migratorios  de jóvenes canarios, unido al descenso de registro de matrimonios y parejas de hecho y la baja  natalidad, todo apunta  que para el año 2025, o sea en 5 años más o menos, la población canaria entre 16 a 30 años descienda un 45%. Por otro lado el crecimiento de la población de personas con edades comprendidas entre los 60 a 85  años crecerá a niveles increíbles, para esa fecha y de seguir la tendencia antes citada de cada 10 canarios 6 serán viejos. Un futuro prometedor nos espera, siempre podremos desviar el turismo de sol y playa por otro de destinos geriátricos ideal  para un país de viejos.

A la hora de buscar soluciones a este drama lo mejor es negar la realidad, decir que lo que está ocurriendo no es así, que se exagera mucho y nuestra juventud tiene futuro en Canarias. Los de siempre se volverán a mirar su sucio ombligo, oídos sordos, y si pasa algo no pasa nada, incluso algunos nos querrán convencer de “planes en marcha a favor de la juventud” de “la gran preocupación del Gobierno son los jóvenes”, todo falso. Porque el tema no es que la juventud abandone Canarias para ampliar sus conocimientos en idiomas, o estudios becados en universidades europeas con el firme propósito de volver a las islas, no ese no el tema, el motivo es que abandonan Canarias ante la nula posibilidad de encontrar un trabajo,  de estudiar  creyendo en el futuro. Las universidades tienen que recuperar la ilusión en esos miles de chicos y chicas que abandonan sus estudios ante la pésima, obsoleta y anticuada educación que se imparte en ambos centros universitarios de Tenerife y Gran Canaria

Canarias un país de viejos donde sólo se les recuerda cuando llegan las elecciones y se les da el bocata de mortadela  una  excursión  en guagua  y a votar a los mismos de siempre. Este país fue, es y seguirá siendo el de la parranda, las perras de vino y las cabrillas, el tenderete y el sufrimiento del incierto futuro, pero eso es lo de menos. Mi bisabuelo emigró y también lo hizo mi abuelo, ¿por qué no lo puede ser mis hijos o mis nietos? Pues nada, sigamos la tradición…

Canarias, los canarios necesitamos un cambio generacional, hay que jubilar a tanto mediocre, totufo y totorota que se creen los ayatolas del pueblo, los reyes del mambo y los padres de la Patria. Seguir votando a CC, PP o Psoe es continuar con la misma pandemia con la que hemos vivido durante los últimos 35 años y un suicidio colectivo imposible de evitar, o cambian o los cambiamos, la otra solución será una abstención que superará el 85%  y el rechazo total a la ley electoral canaria y a los que han dejado este “barco” a la deriva en medio del Océano Atlántico.

 

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