FIRMAS Juan Velarde

Entre Viñedos: En 2014, repito. Por Juan Velarde

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La Rioja engancha y, si faltasen argumentos para darse una escapada de fin de semana, pues ahora le sumo una más, las pruebas atléticas que están perfectamente repartidas a lo largo de todo el año. Hace 13 meses, en una de las últimas visitas a esta bendita tierra, me habían hablado de la carrera Entre Viñedos, en la cercana localidad de Ciudad de Cenicero, a sólo 20 kilómetros de Logroño, un lugar donde desde 2008 se viene celebrando una prueba de 11,5 km que, como su propio nombre indica, se disputa entre grandes plantaciones de viñedos justo unas semanas después de haberse producido la vendimia.

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Alguien puede decir que qué más da completar esta distancia en Madrid, Tenerife, Sevilla o en Pekín, pero es que el factor diferencial lo hace no la distancia, sino el entorno, el incomparable paisaje que los participantes pueden contemplar a lo largo de toda la carrera, pasando a través de grandes extensiones de viñedos y con el olor del reciente proceso de fermentación. Vamos, que casi dan ganas de pararse y disfrutar de una copa de buen vino y que los demás sigan sufriendo los kilómetros que les restan. Pero no, hay que ser formales y, a pesar de las tentaciones que a uno le vienen a la cabeza, completar el recorrido; ya habrá tiempo posteriormente para poder deleitarse con los sublimes caldos riojanos (y donde estén esos, que se quite el Aquarius o el Gatorade).

Lo cierto es que, error de principiante por no tener estudiado del todo el recorrido, la sorpresa para los que tenemos cierta experiencia en este tipo de distancias, pero nunca habíamos tomado parte en la prueba Entre Viñedos es, precisamente, la parte final. Dos buenos amigos, Elisa y su marido Juan (dos pilares fundamentales de Viauve) me habían comentado la cuesta final antes de llegar a la meta. Sin embargo, y a pesar de la recomendación, me cebé en lo que creí que era la cuesta definitiva, aproximadamente en el kilómetro 9,5 y lo matador fue que la verdadera subida estaba a partir del punto kilométrico 10, casi 800 metros de empinada cuesta de cemento que te deja las piernas hechas paté. Aún así, y con un decentito sprint final, conseguí cerrar la prueba en una hora y dos minutos, un poco más del cálculo inicialmente previsto.

Eso sí, lo mejor de todo vino al final, ya acabada la prueba. Lejos de darte esas bebidas isotónicas, tres buenas copas de Rioja y un bollo preñao de chorizo que, después del esfuerzo realizado, es que entra solo. Eso sí que reaviva a cualquiera y anima no sólo a disfrutar del resto del día haciendo turismo por Logroño, disfrutando de un relaxing cup of café con leche en plena plaza del Espolón, en VíaUve, sino que ya uno, calendario en mano, ya empieza a cerrar la fecha de 2014 para repetir en esta carrera y, por supuesto, intentar mejorar tiempos, pero sin dejar de disfrutar de este espectacular entorno de Cenicero y la camaradería de casi 2.000 corredores, cifra arriba, cifra abajo.

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