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La fotogenia influye en la radio. Por Gorka Zumeta

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El presentador bilbaíno, Ramón García –conocido por todo como “Ramontxu”- ha regresado estas Navidades a TVE para darnos las uvas, y pronto repetirá al frente de la presentación de un concurso vespertino en La 1 de la misma cadena, “El Legado”. A raíz de este regreso PR Noticias se preguntaba en una de sus informaciones si ¿beneficia a la Cadena COPE y a ‘La tarde’ la vuelta a primera línea televisiva de Ramón García? Y me permito responder, con rotundidad, que sí, sin ninguna duda. Pero hay matices…

Ramón García y Anne Igartiburu forman parte de la tradición 
navideña de las uvas en TVE, pero Ramón García es mucho más que esto

Durante muchos años, la posibilidad de que los comunicadores de radio hicieran, simultáneamente, televisión, no se confirmaba por casualidad, sino que formaba parte de una estrategia empresarial. La notoriedad, y el posicionamiento, que alcanza un comunicador en televisión es mayúsculo, si lo comparamos con la radio. El impacto es muy superior al conseguido por las ondas, pero también es cierto que es tan efímero como una estrella fugaz.

La televisión, siempre lo he dicho, equivale a una “carrera de cien metros”, mientras que la radio equivale a “una maratón”. No hay duda. Si comparamos la penetración de la televisión entre los españoles, que se cifra casi en un noventa por ciento (88,6%, fuente: EGM, 3ª ola 2014) con la cifra de la radio, casi treinta puntos menos (61%, fuente: EGM 3ª ola 2014) concluiremos todos que la diferencia es abismal.

De hecho, en la radio, quienes sigan a Ramón García al frente de “La Tarde” de Cope, habitualmente, no han echado de menos al bilbaíno, que empezó, dicho sea de paso, en Los 40 Principales de Bilbao, porque le escuchan todos los días. Pero quienes desconozcan que este presentador se ocupa de las tardes en la cadena de los obispos es muy probable que se pregunten “qué fue de él”, porque quien no sale en televisión no existe. Es un pensamiento muy común, muy arraigado en el subconsciente colectivo: la tele populariza. Todavía hoy, y es frustrante para quienes han trabajado, y muy duro, por llegar a encontrar un espacio en televisión, personas anónimas, sin ningún mérito, alcanzan la popularidad más sonada simplemente por participar en un reality show, y se dedican a exprimir la gallina de los huevos de oro durante el resto de sus vidas. Denigrante.

Ramón García es mucho más él sentado 
ante un micrófono que en un plató

Ramón García es un gran profesional con un registro en televisión –el entertainment– algo diferente al de su trabajo en radio, desde luego más amplio. El personal branding (marca personal) de Ramontxu creo que vive condicionado por su trabajo más notorio, el desarrollado en televisión, sin duda, que prevalece sobre el de la radio y hasta puede que le perjudique más que beneficiarle. ¿De qué modo? Si atendemos a la imagen que proyecta en sus trabajos en televisión, Ramón García parece un tipo simpático, agradable, ocurrente, el típico amigo que todos quisiéramos tener para compartir con él una velada, pero también un poco superficial, demasiado frívolo y culturalmente limitado.

Con Ramón García nos ocurre algo parecido a lo que establecía Platón en su mito de “la caverna”: crees que lo que ves es la realidad. Y la imagen del presentador bilbaíno en televisión corresponde sólo a una pequeña parte de su verdadera personalidad y perfil profesional. Estoy seguro de que quienes sólo le conocen de su trabajo en televisión se sorprenderían si le escucharan en las tardes de Cope. Redescubrirían a un buen comunicador, lleno de simpatía, es cierto, de ritmo (imprescindible en la radio) pero también de cintura y conocimientos suficientes como para conducir un magacine nacional con soltura y solidez. Ramón García es un ‘animal de televisión’ que empezó en la radio y que, con esta escuela, logró domesticar a las cámaras, que se dejan seducir por su foto/telegenia con devoción.

Ramón García en sus tiempos 
en Los 40 en Bilbao

El EGM suele reflejar esta circunstancia: el hecho de que un presentador de un programa de radio salga por la tele. La popularidad que una persona logra alcanzar por salir en la pequeña pantalla llega a formar parte del pensamiento individual de los espectadores, casi de manera inconsciente. Lo asimilan y le dedican un espacio permanente en su cerebro, mientras duren las comparecencias en esa cajita de luz que forma parte del mobiliario de casi todas las familias españolas. Llegada la encuesta, el nombre de Ramón García, tendrá más fuerza, más presencia, mayor notoriedad pública, sin ninguna duda.

A Ramóntxu, por cierto, el regreso a La 1 de TVE le llega en el momento más oportuno, porque en el último EGM, precisamente (3ª ola 2014) se ha dejado en el camino 71.000 oyentes, que han decidido abandonarle, entre el segundo y el cuarto trimestre del año. Sin embargo, y por estas paradojas del EGM, en el interanual (comparada la misma época en 2013 y 2014) su crecimiento ha sido positivo (ha crecido un 13,8 por ciento, logrando 37.000 oyentes nuevos). Una de cal y otra de arena. Pero hay otro borrón en esta ola, y es que “La Tarde” de Cope ha perdido una posición en el ranking de los magacines vespertinos. Ha sido superado por el programa “Esto me Suena”, de RNE, y ha pasado al cuarto lugar en audiencia, dicho de otra forma políticamente más incorrecta: ha pasado a ser el furgón de cola de las tardes de la radio española.

La telegenia de Herrera es proverbial

Pero esta estrategia no se circunscribe a Ramón García. Han participado en ella, otros nombres, de la talla de Carlos Herrera, Iñaki Gabilondo, Gemma Nierga, Andreu Buenafuente, Xavier Sardá, Carles Francino, Macarena Berlín, y tantos otros más, que aprovecharon la televisión para mejorar sustancialmente su marca personal y posicionamiento –y en consecuencia, su caché- y, al mismo tiempo, reforzar la imagen de sus programas en radio. No es lo mismo que te imaginen, cuando te oyen, a que sepan cómo eres realmente, y te aprecien más por ello. En esta carrera televisiva de los profesionales de la radio hubo una grandísima excepción: la del maestro Luis del Olmo. El ponferradino desarrolló su carrera profesional exclusivamente en la radio, sin contaminarse por la televisión, por decisión propia. La radio le absorbía lo suficiente como para no disponer de tiempo para otras lides. Pero en el fondo, también subyacía sobre las razones una debilidad: su escasa fotogenia ante las cámaras. Sin embargo, su voz, en el micrófono, movía montañas…

Existen otros casos de profesionales a los que la televisión, su resonancia y popularidad, les ha permitido llegar –o volver- a la radio en mejor posición: por ejemplo Pepa Bueno y Àngels Barceló. Aunque ambas comenzaron en la radio (la primera en RNE y la segunda en Catalunya Radio), lo cierto es que su trayectoria profesional se ha desarrollado preferentemente en televisión. La imagen es muy poderosa, mucho más que la voz, en el primer impacto. Luego la radio te convierte en “uno más de la familia”.

¿Hubieran contratado en la SER a Pepa Bueno 
de no salir en televisión?

No puede olvidarse que la radio es la que “te quiere, o no te quiere”, es la “radio margarita”, que detecta enseguida a ‘sus hijos’, les acoge y les recibe jubilosa siempre que regresan, aunque se hayan marchado a ver a la “tía catódica”. Y me acuerdo ahora de Juan Ramón Lucas, cuya trayectoria en televisión ha sido irregular en términos de audiencia, aunque casi siempre aplaudida por su papel profesional, pero nunca ganó tanto como cuando lideró las mañanas de RNE, con los socialistas en el Gobierno.

O cuando te echan de un medio, te ponen de patitas en la calle, recalas en la televisión, logras unos buenos resultados de audiencia (en la televisión las audiencias constituyen un poder dictatorial) y demuestras a quien te despidió que cometió un grave, e irreparable, error al prescindir de ti, pero ya te da igual, porque tu vida ya discurre por otros derroteros, aunque siempre eches de menos a la radio. Hablo de Jesús Cintora, despedido de la SER, y hoy en Cuatro, liderando las mañanas con Antonio García Ferreras, otro hombre de radio, en La Sexta. ¡Qué caprichosa es la vida!

Jesús Cintora encontró en la televisión 
su nuevo espacio profesional, con éxito

La televisión tiene algo de meretriz, con perdón. ¿Qué supone en algunos casos participar en un programa, con el patrimonio exclusivo de tus gritos y aspavientos como único atractivo? Que cada cual establezca sus propias conclusiones… Mientras tanto, los de la radio saben que si enriquecen su imagen saliendo por televisión, a poder ser en proyectos atractivos,  de calidad y con éxito de audiencia (¿imposible?), pueden ganar en uno o tres años, lo que les costaría ganar diez en la radio. Y  termino recordando a Pablo Motos, otro hombre de radio, y de guión, que está demostrando en “El hormiguero” que la Escuela de Radio es la mejor base para garantizar una comunicación eficaz, también en televisión.

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