La pancarta, desplegada al ancho y el largo de la manifestación rezaba así: “Si no marchamos unidos, nos ahorcaran por separado”.
Cuando el ataque se ejecuta contra la masa social obrera, o sea contra la generalidad de la gente que forma el conjunto de la sociedad. Cuando éste ataque se realiza sin escrúpulos y a expensas de los más desfavorecidos, se convierte en una guerra donde uno de los bandos está convencido de su victoria. Que no vengan a contarme ahora, los de siempre, los camisas azules o rojas que esa frase de “masa social obrera” pertenece a lo más rancio del Comunismo, porque si así fuere estaría vigente en el siglo XXI, incluso después de la estrepitosa caída del partido del proletariado en todo el mundo, incluida la Republica Popular de China.
El problema de la lucha contra el capital opresor y asesino, (diferenciando muy bien del otro capital, el productivo) se centra en la desunión del pueblo. Es difícil pedir la unidad cuando en un mismo edificio y conviviendo puerta con puerta, no hay ni un saludo o unos buenos días entre vecinos, mal va el asunto de caminar juntos. Es lo que siempre históricamente ha sucedido, mientras la derecha ultra y la moderada para conservar sus privilegios e incluso ampliarlos, se unen como algo único, homogéneo y compacto, la izquierda ultra no quiere saber nada de la izquierda menos radical, los comunistas de toda la vida no quieren oír ni hablar de los moderados de Izquierda Unida, éstos, a su vez, están en contra de la unión con plataformas cívicas y movimientos ciudadanos que, de momento, son los únicos que proclaman la necesidad de un cambio en la democracia que nos pueda sacar de esta guerra sucia, en la que oscuros intereses financieros nos tienen acorralados y contra el filo del abismo.
O caminamos juntos o nos ahorcaran por separado, esa es la verdad, o cambiamos el gobierno de la política de lo absurdo, vendido a las consignas de Alemania y compañía, o bien desaparecerá lo poco que nos queda del poquito bienestar que con sangre, sudor y lagrimas conquistaron nuestros abuelos y nuestros padres, por lo que hemos luchado y seguiremos luchando muchas personas que, apartándonos de fobias y filias, de ideologías y credos, apostamos por un mundo solidario donde el reparto de la riqueza sea de una puta vez una realidad no una utopía, ni un espejismo. Es el momento de meditar, de pensar de releer la reflexión de Rosa María cuando nos decía “El paro no es solo una cuestión de ingresar dinero (que también) es así mismo una cuestión de dignidad que afecta a las personas que lo sufren, que se ven excluidas injustamente de una sociedad en la que, estando integradas, las rechaza al olvido y a la humillación”, pero no es solamente el desempleo donde se basa el grueso del ataque, es la dignidad del propio ser humano, es la salud y la educación, es la vivienda, es la comida…en definitiva es volver a esclavizar, de una u otra forma, al pueblo. El patíbulo lo tienen listo y preparado para ahorcarnos colectiva o individualmente da lo mismo. “O marchamos juntos o nos ahorcaran juntos”.
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