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Eva Villaver, subdirectora del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), profesora de investigación y escritora, ha participado hoy, junto al astrofísico y divulgador científico Daniel Marín, en la segunda edición de ÍNSULA, el congreso organizado por el Gabinete Literario y The Conversation para despertar la curiosidad por la ciencia.
Durante el encuentro que mantuvieron con Lorena Sánchez, periodista de The Conversation, ambos coincidieron en que «la contaminación lumínica afecta no solo a la astrofísica, sino que es un problema de salud global, porque también altera los biorritmos de la salud e influye en los insectos, la biodiversidad…».
En ese sentido, Daniel Marín consideró «un problema grave» la contaminación lumínica provocada por las luces de las ciudades, «que no nos dejan ver bien el universo»: «En la bóveda celeste hay unas 10.000 estrellas que en teoría se podían ver a simple vista, aunque con las luces de la ciudad perdemos al menos la mitad». El divulgador explicó además que en la actualidad hay un problema añadido y es que «los miles de satélites que hay en el espacio también impiden la visión de las estrellas, y cada vez habrá más, porque nadie quiere poner una solución a nivel internacional».
Aunque realmente las estrellas que vemos por la noche son estrellas de nuestra galaxia que están «relativamente cerca», la vía láctea está compuesta por 200.000 millones de estrellas, y como hay miles de millones de galaxias, «se estima que hay 10 elevado a 22 o 24 estrellas en todo el universo».
Villaver centra su trabajo en estudiar cómo muchas de esas estrellas se apagan lentamente y cómo su desaparición afecta a los sistemas planetarios como el nuestro. No solo analiza las transformaciones de las estrellas, sino también la manera en que su evolución contribuye a la creación de los elementos que componen nuestro planeta y la vida misma.
Entre sus características hizo referencia al color, que es «una medida de su temperatura», algo que podemos apreciar a simple vista en el cielo. Las estrellas azules, por ejemplo, son las más calientes, mientras que las rojas son más frías y menos energéticas, generalmente debido a su tamaño y masa. Existen distintos tipos de estrellas rojas, desde las enanas rojas hasta las gigantes evolucionadas, cada una con características propias que nos revelan su estado y edad.
Uno de los ejemplos más cercanos y claros que tenemos para estudiar las estrellas es el Sol. «De él hemos aprendido cómo funcionan las estrellas», ya que, al poder observar su superficie, los astrofísicos pueden desentrañar detalles fundamentales sobre el funcionamiento estelar y llegar a conclusiones como la de que la energía del Sol, actualmente a mitad de su ciclo de vida, se incrementará en el futuro, transformando su entorno cercano.
Pero no todas las estrellas son como el Sol, y en el universo se generan principalmente estrellas pequeñas. Las grandes, las que explotan en supernovas, son menos comunes pero fundamentales para nuestra existencia, ya que crean elementos químicos complejos. «Nosotros estamos hechos de materiales estelares como el carbono», recuerda Villaver, destacando cómo el calcio en nuestras uñas o el hierro en nuestra sangre tienen su origen en el corazón de estrellas que explotaron hace miles de millones de años. Esas supernovas liberan elementos que, generación tras generación de estrellas, han dado forma a la tabla periódica que actualmente conocemos en la Tierra.
Los astrónomos finalizaron su participación en ÍNSULA animando a los jóvenes asistentes a interesarse por el Instituto Astrofísico de Canarias y todas las profesiones y carreras que pueden derivar en la astrofísica. Además, recordó Villaver que, «aún tenemos muchísimas preguntas que necesitamos responder: «solo conocemos un 3-4% del universo, que nos incluye a nosotros, las galaxias y los planetas, pero no sabemos qué es la mayor parte de lo que constituye el universo, la energía y la materia de la oscuridad o cómo y cuándo se crearon las primeras estrellas y las primeras galaxias». Son algunas de las grandes preguntas de la astrofísica, entre las que también destaca la duda sobre la existencia de vida en otros lugares: «¿La química compleja que se ha desarrollado en la tierra se ha desarrollado en otros planetas?», preguntó retóricamente la astrofísica.
En ese sentido, Daniel Marín explicó que actualmente, «estamos en una época en la que tenemos las herramientas que en teoría podrían detectar algunas sustancias asociadas a la vida, llamados biomarcadores, para empezar a poder responder a esa pregunta que en épocas anteriores podíamos pensar que era imposible o cosa de ciencia ficción».
Además del conversatorio con Eva Villaver y Daniel Marín, esta mañana alumnos y estudiantes de varios ciclos pudieron disfrutar de un programa doble de cine en el Museo Elder de la Ciencia y la Tecnología, con la proyección de ‘Viaje a la Luna’ y ‘La vuelta al mundo en 80 días’.
Otro grupo de niños y niñas también participaron en el taller en el que la artista visual Irene León les enseñó a crear un mundo sostenible a través de la creación de un mural de grandes dimensiones.
Por último, también tuvo lugar la tercera sesión de los talleres especializados para adultos en torno a la divulgación científica, organizados por The Conversation. Esta última sesión estuvo a cargo de la periodista Lorena Sánchez quien trabajó las técnicas para realizar entrevistas en ciencia.
En los Chacha Escucha celebrados ayer, el Doctor en Astrofísica y Cosmología Fernando Rosa explicó cómo bajo el mar «el sonido gana espacio y gana velocidad», cómo afectan los sonidos a los animales marinos y cómo el estudio de los sonidos que emiten estos animales puede ayudar a averiguar cómo tratar a las diferentes especies.
Jorge Cabrera, profesor e investigador del Instituto Universitario de Sistemas Inteligentes y Aplicaciones Numéricas en Ingeniería, presentó los diferentes robots con los que se investiga el mar en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y el catedrático en fisiología vegetal, Rafael Robaina, reveló cómo la presencia de algas es mucho más habitual de lo que pensamos y cómo Europa está estudiando sus usos con el objetivo de convertir su cultivo en una industria.
Para cerrar la jornada, la estudiante de doctorado, Marina Gutiérrez habló de la importancia de los polos del planeta, que influyen en las corrientes marinas y en la presión atmosférica, mientras que el graduado en Ciencias del Mar, Álvaro Cubas, expuso los problemas que generan los 400 millones de toneladas de plástico que se producen al año, de las que 12 millones acaban en la basura.
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