Islénior es el nombre «comercial» del Plan integral de atención a las personas mayores de Tenerife 2030, del IASS (Instituto de Acción Social y Sociosanitaria) del Cabildo de Tenerife. Por lo visto -que me corrijan si no es así-, viene de «isla» y de «sénior». La verdad es que suena raro. No sé qué le parece a usted, a mí me recuerda un elemento de la tabla periódica. Sin embargo, me gusta bastante. Por dos motivos, uno de broma y uno serio.
El primero es que sirve de inspiración para la palabra Islúnior, combinando «isla» con «júnior», y así los responsables del área de juventud del Cabildo no tienen que comerse el coco para denominar su próximo plan, programa o lo que sea.
El segundo, el motivo serio, es que la palabra «sénior» tiene unas connotaciones mucho más positivas que «tercera edad» o «mayor». Viejo y vieja podrían tener un pase, pero tampoco son apropiadas en este contexto. Bueno, y lo mismo con abuelo y abuela, que pueden usarse con cariño o como burla.
Espero que me perdone si, por un momento, me convierto en el típico vetusto articulista que esgrime las definiciones del diccionario de la Real Academia. Sénior tiene varios significados: uno relacionado con el deporte, que no aplica en este caso; el clásico de Fulano sénior, para distinguirlo de un hijo que se llame igual (que, a su vez, sería Fulano júnior); y luego «superior en categoría y experiencia a quienes desempeñan la misma profesión o cargo».
Aquí lo tiene: superior en categoría y experiencia. En este caso, en la profesión de la vida, que es la más difícil. Y a la gente superior en categoría y experiencia hay que escucharla y respetarla. Ni más ni menos que lo que se ha hecho desde hace 200.000 años, en la mayoría de sociedades humanas, hasta los oscuros tiempos del siglo XX, que todavía colean y de los que nos salvarán, paradójicamente, los jóvenes.
Total, que la palabra sénior me parece perfecta. Voy a usarla a partir de ahora. Qué diferencia con decir que una persona está en la tercera edad, o sea, con un pie en la tumba. O que está mayor, y hay que tratarla como a un niño chico. El único fallo es que el nombre completo de Islénior no haya sido, en coherencia, Plan integral de atención a las personas sénior de Tenerife 2030. Pero bueno, lo importante es que se destinen recursos a este tema. Y espero que el IASS esté acertado en su gestión. Todo lo que se haga es poco. Esto sí, señora Dávila, no todas las boberías sobre las que no tiene competencias.
Hay mucho de qué hablar sobre un asunto tan importante como la asistencia a las personas sénior y sus familias. Hoy me he quedado en la superficie, solo en las palabras. Pero recuerde, amable lector o lectora, que hay que empezar por las palabras, porque (casi) nunca son inocentes. Fíjese, como ejemplo, en el desafortunado anuncio, de hace algunos años, que ilustra esta pequeña colaboración de hoy: «El MAYOR cuidado al MENOR precio» (en mayúsculas por si no habíamos caído en el juego de palabras).
Supongo que se les ocurriría sin mala intención y es cierto que, en el fondo, refleja una innegable realidad: la precariedad del sistema y las dificultades que atraviesan muchas familias. Pero es que las personas sénior no tienen precio. Y a usted y a mí nos llegará el turno.
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