Cuentan las crónicas que el último mencey absoluto de Achinech, cuyo nombre se perdió en la noche de los tiempos, repartió la isla entre nueve de sus descendientes, dando lugar a los nueve reinos: Taoro, Tacoronte, Tegueste, Anaga, Güímar, Abona, Adeje, Daute e Icod.
Después de la conquista castellana, «que fue injusta, sin tener razón alguna de bien en que estribar, porque ni ellos [los guanches] poseían tierras de cristianos, ni salían de sus límites y términos para infestar ni molestar las ajenas», la cosa se les fue de las manos y hemos acabado con la friolera de treinta y un municipios, en una isla que sigue del mismo tamaño (dos mil kilómetros cuadrados), pero con mucha más gente.
Como todo en la vida, en el equilibrio está la virtud. Los municipios demasiado pequeños no tienen masa crítica para prestar buenos servicios, y los demasiado grandes hay que partirlos en distritos para que sean manejables. Mi propuesta, inspirada en los menceyatos guanches, sería pasar de los actuales treinta y un municipios a solo ocho, haciendo las siguientes fusiones:
Taoro: Puerto de la Cruz, La Orotava y Los Realejos. Quedaría con 110.510 habitantes (ISTAC 2023).
Tacoronte: Santa Úrsula, La Victoria, La Matanza, El Sauzal y Tacoronte. 67.402 habitantes.
Tegueste: Tegueste y La Laguna. 170.378 habitantes.
Anaga: Santa Cruz de Tenerife. 209.395 habitantes.
Güímar: El Rosario, Candelaria, Arafo y Güímar. 73.808 habitantes.
Abona: Fasnia, Arico, Granadilla, San Miguel y Arona. 174.801 habitantes.
Adeje: Adeje, Guía de Isora, Vilaflor y Santiago del Teide. 86.263 habitantes.
Daute: Buenavista, Garachico, El Tanque y Los Silos. 17.109 habitantes.
Icod: Icod, La Guancha y San Juan de la Rambla. 34.441 habitantes.
Como Daute quedaría por debajo de los 20.000 habitantes, a lo mejor podría unirse con Icod, para alcanzar 51.550 entre los dos. De esta forma, tendríamos ocho menceyatos (municipios) un poco más equilibrados.
Los menceyatos guanches (leyendas aparte) respondían a las necesidades económicas (agua y pastos) de una población confinada en una isla y, por tanto, obligada a ser sostenible. Los menceyatos del siglo XXI servirían para reducir los costes (ahorro en alcaldes, concejales y funcionarios; economías de escala en los servicios; etc.) en un contexto económico de absoluta dependencia del exterior. La pobre Achinech no podría alimentar 944.107 residentes más nuestros amigos y amigas turistas.
Aquí dejo esta propuesta, que es extensible al resto de las islas, a ver si el legislador (también conocido como Parlamento) se anima a ponerla en práctica. ¿No estaría genial una Ley de Menceyatos y Guanartematos de Canarias? Pero no piense que soy un ingenuo, soy consciente de que tiene bastante de utopía. Hoy en día la gente tiende más a separarse que a unirse, y ya me estoy imaginando las discusiones sobre dónde poner cada tagoror (ayuntamiento). Le confieso que la he escrito principalmente para divertirme, con el deseo de que usted, amable lector o lectora, también se haya divertido leyéndola.
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