“El que teme ser vencido está seguro de la derrota” (Napoleón Bonaparte)
El pasado 8 de agosto de 2024, fui invitado junto a un grupo de venezolanos residentes en Tenerife a una reunión con el Vicepresidente del Gobierno de la Comunidad Canaria, Don Manuel Domínguez. Este político, nacido en Venezuela de padres canarios que regresaron a Tenerife en 1987, está profundamente sensibilizado por la crítica situación política y social de nuestro país.
Durante el encuentro, surgió una pregunta fundamental: «¿Y ahora qué va a pasar en Venezuela?» Los asistentes, conocedores de la realidad venezolana, respondieron de inmediato. Se ofrecieron análisis basados en experiencias personales, se esbozaron escenarios y se aventuraron pronósticos, algunos amargos, sobre el futuro de Venezuela y las posibles consecuencias para la comunidad internacional, incluidas Canarias.
Al salir de la reunión, me quedó claro que los venezolanos tenemos dos opciones: ver el vaso medio vacío, con una visión pesimista, o medio lleno, con una perspectiva optimista. A menudo se dice que un pesimista es un optimista bien informado, pero en este caso, elijo ser optimista, aunque soy consciente de que es vital distinguir entre lo que deseamos que ocurra y lo que realmente puede suceder.
Una nueva esperanza
María Corina Machado ha emergido como una figura clave en la política venezolana. Su impacto es innegable, recordando los momentos históricos en los que el país experimentó un cambio colectivo de conciencia, como ocurrió en 1959 con Rómulo Betancourt y en 1999 con Hugo Chávez. Hoy, después de 25 años de chavismo-madurismo, surge un nuevo terremoto político con María Corina a la cabeza, quien ha logrado movilizar a las masas y derrotar a Maduro en su propio terreno y bajo sus condiciones tramposas.
El régimen, que bien podría haberse mantenido en el poder sin convocar elecciones, optó por legitimar su gobierno a nivel internacional. Sin embargo, en su afán por asegurar sus fortunas corruptas y subestimando a María Corina, se embarcaron en unas elecciones que creyeron podrían manipular como siempre. Lo que no previeron fue que incluso en los barrios populares, antaño bastión del chavismo, el apoyo comenzaba a desmoronarse.
Un lodazal geopolítico
Venezuela ha sido arrastrada a un complejo escenario geopolítico, aliándose con potencias como Rusia, Irán, China y Turquía, y bajo el control de Cuba. Esta alineación ha creado una especie de guerra fría entre el Occidente democrático y el comunismo euroasiático, complicando cualquier salida pacífica.
Los países que apoyan a Maduro están distraídos con sus propios problemas: Rusia con su invasión a Ucrania, Irán con su conflicto con Israel y China con su interés en cobrar la deuda multimillonaria que Venezuela tiene con ellos. Incluso Colombia y Brasil, ideológicamente cercanos al chavismo, se ven afectados por la crisis migratoria venezolana, limitando su capacidad de apoyo incondicional.
Por su parte, María Corina y Edmundo González Urrutia, a pesar de haber ganado claramente, enfrentan la represión del régimen para cobrar su victoria. Aunque cuentan con el apoyo de Estados Unidos, Europa y otros países latinoamericanos, la comunidad internacional no ve una salida clara que no implique un derramamiento de sangre.
¿Qué esperar?
Predecir el futuro de Venezuela es una tarea casi imposible. Aunque María Corina y Edmundo seguramente tienen un plan, al igual que Maduro y sus esbirros, por primera vez, el chavismo-madurismo no lleva la iniciativa. Se encuentran reaccionando a cada movimiento del tándem ganador del 28 de julio de 2024.
Las diferencias en las expresiones de ambos bandos son notables. Mientras que María Corina y Edmundo, aunque cansados, mantienen la serenidad, Maduro y sus secuaces muestran signos de angustia y estrés. Si existiera un «carómetro» para medir quién está perdiendo, sin duda, Maduro sería el más afectado.
El régimen, acorralado, se ha vuelto más represivo, controlando todos los medios de comunicación y amenazando con prohibir las redes sociales para silenciar cualquier disidencia. Sin embargo, esta estrategia solo ha servido para aumentar el desprecio y el odio del pueblo hacia ellos.
Un punto de inflexión
Las circunstancias actuales de Venezuela son muy distintas a las de los últimos años. Ni Capriles ni Guaidó tuvieron el impacto de María Corina, y el desprecio hacia el chavismo-madurismo nunca ha sido tan profundo.
El manejo del tiempo es crucial. El régimen, consciente de su derrota incluso en las mesas electorales de los cuarteles militares, evita sacar al ejército a las calles por temor a un levantamiento. Se apoya en la Guardia Nacional, el FAES y la Policía Bolivariana para mantener el control, pero sabe que su poder pende de un hilo.
Los líderes del chavismo-madurismo temen que Estados Unidos aumente las recompensas por sus cabezas, incluyendo a Maduro, Diosdado Cabello, los hermanos Rodríguez, Tarek William Saab y Padrino López, lo que les impide dormir en paz.
La hora de la verdad
Nadie dijo que recuperar la democracia sería fácil. Estamos en un momento crítico en el que no podemos abandonar a María Corina y a Edmundo. La presión en las calles debe continuar, debemos ser astutos y adelantarnos a los movimientos del régimen. Es vital confiar en el liderazgo de María Corina y mantener la lucha hasta el final.
Opto por ver el vaso medio lleno y animo a mis compatriotas a resistir, a no dejarse contagiar por el pesimismo. Es ahora cuando debemos resistir y creer en la consigna de María Corina: la lucha es «Hasta el final».
Excelente artículo de opinión hermano mío. La frase de Napoleón con la que inicias queda como un marco para guardarlo. Son muchos años fuera de la patria, y me alegra mantengas ese amor y cercanía con el terruño.
Tenemos más de medio siglo sin vernos, pero la amistad, el respeto y el amor fraternal lo conservamos desde los tiempos de juventud.
Sigue en tu labor.
Espero verte nuevamente y darnos un apretado abrazo.
Tu siempre amigo,
Tony
PD: Lo voy a circular.