El Consejo Insular de Aguas de Tenerife es el mayor consumidor de energía eléctrica de la Isla, con una factura anual que ronda los 14 millones de euros. A finales de 2019, tras la adjudicación del suministro eléctrico -114 gigavatios- a Aura Energía, el entonces consejero de Sostenibilidad del Cabildo, Javier Rodríguez, anunció que todas las entidades, instalaciones y depuradoras dependientes del Consejo, se abastecerían -desde el inicio del año siguiente, de energías procedentes de fuentes renovables, para reducir a cero el impacto de C02 generado por el Consejo y sus instalaciones. La empresa adjudicataria de los 14 millones por suministro firmó de hecho un contrato de prestación del servicio por el que se comprometía –según dijo el consejero- a que “todo el suministro de energía proceda de fuentes de origen renovable, lo que contribuirá además de forma significativa a que se sigan desarrollando inversiones en este campo y, por tanto, a hacer estas instalaciones cada vez más atractivas con respecto a las que aún necesitan de combustibles fósiles para su funcionamiento”. La garantía del cumplimiento de ese compromiso sería la certificación por parte del Ministerio de Economía, a través de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, de que los 114 gigavatios procederían desde el uno de enero de fuentes renovables.
En el mismo acto en el que se dio la buena noticia de la adjudicación, justificada entre otras cosas por la garantía de uso de energías verdes, el gerente del organismo insular de aguas, Javier Davara, explicó que la parte mayor de la factura de consumo energético del Consejo se paga por el suministro eléctrico de las desaladoras y depuradoras de la Isla. En aquél momento –hace tres años y medio- las desaladoras suponían por si solas más de ocho millones de euros de los catorce de la factura eléctrica. Hoy representan sin duda algo más. De lo que no se tienen noticia es de cuanto supone el consumo eléctrico de las depuradoras, teniendo en cuenta que algunas de ellas están funcionando y otras –incluso aquellas en las que se han concluido las obras hace ya más de un año- siguen sin estar conectadas. Lo que si sabemos desde hace unos meses -desde mediados de abril de este año- es que aquel compromiso de que el cien por cien de la energía utilizada por el Consejo Insular procediera de renovables desde el uno de enero de 2020, no se ha cumplido.
El mismo consejero –Javier Rodríguez- que nos vendió entonces la adjudicación a Aura Energía por 14 millones, poniéndonos delante el compromiso de que hasta el último kilovatio que entrara en la red de desalación y depuración sería renovable, anunció hace tres meses otro plan estratégico del Consejo para abastecer con renovables algo menos del 60por ciento del consumo eléctrico de las depuradoras de Tenerife, con instalaciones de solar fotovoltaica, eólica, biogás obtenido a partir de los lodos de depuradoras, e hidráulica, con saltos de agua. La broma costará 84 millones, pero uno se pregunta que fue del compromiso de hace tres años entonces, y por qué nadie ha dicho ni pío de ese asunto, cuando además están en marcha inversiones multimillonarias del Estado y el Cabildo para construir nuevas depuradoras –alrededor de 180 millones en obras- de las que el Cabildo tendrá que poner –a partir del próximo año- otros 85 millones. Por qué a la que antes era oposición, y hoy controla el Consejo Insular de Aguas parece no importarle nada de lo que ocurre. Por qué se silencia el escándalo de la nueva depuradora urbana de Güímar, construida para sustituir una depuradora que nunca llegó a funcionar. La nueva también lleva acabada más de un año, sin funcionar. Y no va a funcionar en al menos varios años más, porque carece de enganche a una canalización de aguas sucias, que ni siquiera ha comenzado no ya a hacerse, sino a diseñarse.
En medio de la alarma social por las microalgas, producida el pasado agosto por el aumento de la temperatura en el agua de mar,pero que mucha gente sigue considerando fruto de la pésima depuración de las aguas residuales en Tenerife, sorprende el absoluto silencio de todos los partidos ante el que podría ser uno de los mayores escándalos de los últimos tiempos en Tenerife. ¿Hay algo que ocultar? ¿Era una coña aquello del cien por cien de la energía del Consejo de origen renovable desde el 1 de enero de 2020? ¿Hay alguna explicación en la falta de información de años sobre la gestión de la energía en la desalación y depuración de Tenerife? ¿Por qué nadie se preocupó de que la depuradora urbana de Guímar pueda funcionar? Y sobre todo… ¿Por qué nadie habla de este asunto?
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