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Oscar Izquierdo, presidente de la patronal de la construcción, traslada al Gobierno de Canarias, Cabildos y Ayuntamientos, la petición unánime de los empresarios del sector, para que los funcionarios, que estén en servicio, en departamentos relacionados con procedimientos o expedientes del sector de la construcción, se incorporen inmediatamente a sus puestos de trabajo presencialmente, ya que el atasco actual, es monumental en la resolución de los expedientes o licencias, con retrasos de varios años. El teletrabajo, no ha servido, las demoras así lo demuestran empíricamente, distorsionando las relaciones normalizadas entre Administración y administrado, que han desaparecido, con el consiguiente retardo de cualquier diligencia. Seguir así, significaría provocar el cierre de muchas empresas, sobre todo pymes, microempresas o autónomos locales y la perdida de miles de puestos de trabajo, desencadenando la paralización del motor y locomotora de la economía canaria, como es el sector de la construcción.
Oscar Izquierdo, señala que el progreso siempre incorpora novedades, que hay que ir asimilando poco a poco, poniéndolas en funcionamiento con mucha prudencia y arreglando los errores que se van detectando en su aplicación. El teletrabajo, ha llegado más pronto de lo esperado, como consecuencia del confinamiento por la COVID-19. Es el presente, todavía mal asimilado en las Administraciones Públicas y por supuesto, la apuesta de futuro. No estamos en contra de su implantación, sino de como se está haciendo, un verdadero fiasco. Por lo menos, hasta ahora, se ha demostrado que no es eficiente, ya que no cuenta con una cuantificación o medición precisa de la productividad de los funcionarios que se quedan en su casa, para desde allí desarrollar su labor. La Administración Pública funciona peor que nunca, lo que revela que el teletrabajo, no ha sido ningún aliciente para mejorar, todo lo contrario, si antes estábamos mal, ahora la situación es insostenible. Los teléfonos a los que nos dirigen para pedir cita, generalmente no contestan o están comunicando permanentemente, no se sabe a ciencia cierta, si adrede. Las plataformas digitales de los distintos servicios o departamentos, la mayoría del tiempo están fuera de servicio o caídas y cuando se tiene la lotería de poder hablar con el empleado público de turno, suele dar hora para meses más tarde.
Los ciudadanos estamos desesperados, especialmente aquellos que no tienen conocimientos suficientes de informática, como sucede con las personas mayores, que no pueden hacer de ninguna manera trámites burocráticos. Sufren el mismo mal y calvario que les hacen pasar las entidades bancarias. La sociedad está indignada, porque quiere un trato directo, personal y fructífero con el empleado público, que se le niega, para solucionar el trámite que precisa. Los edificios de usos múltiples o dependencias públicas de cualquier administración se parecen a una tienda de muebles en saldo, porque sólo se ven mesas, sillas vacías, luces encendidas, aire acondicionado funcionando, armarios cerrados y alguna alma en pena. Los verdaderos héroes del teletrabajo son los vigilantes de seguridad, que están al pie del cañón, en su trabajo, aguantando, sin ser funcionarios, los enfados comprensibles de los ciudadanos y empresarios desesperados y hartos, de que no haya nadie que los atienda
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