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La catedrática de Historia de la Educación en la Universidad de La Laguna Teresa González Pérez ha investigado la incorporación de las mujeres a la enseñanza superior en Canarias. Parte de sus resultados han sido publicados recientemente en el artículo «Transitando la universidad. Primeras universitarias en Canarias” de Arenal, revista de Historia de las Mujeres editada por la Universidad de Granada.
En dicha investigación, González Pérez, del Departamento de Historia y Filosofía de la Ciencia, la Educación y el Lenguaje, pone nombres y apellidos a esas universitarias pioneras en un periodo, a principios del siglo XX, en el cual el interés regionalista de favorecer a la juventud -en aquel entonces a los jóvenes porque no se pensaba en las mujeres- impulsó los estudios superiores.
No era frecuente la presencia femenina en las aulas universitarias y la mentalidad de la época no era proclive a la formación superior y, mucho menos, a que residieran fuera del hogar familiar. La vacilación sobre la necesaria formación académica y la presión moral las controlaba para que no transgredieran su rol social frente a la opción incierta de su futuro profesional
Entre 1913 (fecha de inicio de los estudios superiores en La Laguna tras varios lustros de interrupción) y 1921 hubo 11 alumnas oficiales y 255 alumnos matriculados, un porcentaje del 4,1% de la matrícula universitaria. Entre 1921 y 1927 progresó lentamente la matrícula femenina, si bien cuando se constituyó en distrito, contaba con 14 alumnas y era el centro con menos mujeres matriculadas de España. El acceso inicial a los estudios universitarios parece era un fenómeno urbano y dentro de las familias acomodadas con cierto rango cultural, asegura la investigadora, quien añade que el acceso de las mujeres al bachillerato era infrecuente pero mucho más a los estudios universitarios.
Los estudios preparatorios de Medicina y Farmacia contaban con mayor afluencia de alumnas, mientras que había una menor demanda para el preparatorio de Filosofía y Derecho. Buena parte de las aspirantes optaron por Farmacia, cursaron estudios en la Península y regresaron a las islas donde establecieron sus oficinas farmacéuticas.
Las primeras mujeres
En 1913 la primera y única mujer que ingresó fue Concepción Francés Piña, que superó el preparatorio de Derecho y Filosofía. Fue, además, la tercera en toda España en culminar esa formación. Durante los tres cursos siguientes no hubo mujeres matriculadas, en parte porque esas fechas coinciden con la I Guerra Mundial y, aunque España no participa en el conflicto internacional, Canarias sufrió sus consecuencias al depender de la economía europea para su abastecimiento y la comercialización de sus productos.
En el curso académico 1917-18 Mª Carmen Gómez Cuervo se convirtió en la primera mujer matriculada en los recién estrenados estudios de Medicina y Farmacia. El curso siguiente se sumaron dos estudiantes: Elena Secchi Frutos en Medicina y Farmacia, y Argelia Rodríguez Rodríguez en el preparatorio de Derecho y Filosofía. Esta última, natural de Puntallana (La Palma), fue la primera estudiante de origen isleño, pero le secundaron otras. En los primeros años, hubo jóvenes de Tenerife (22), Gran Canaria (12), La Palma (4) y La Gomera (2), y ninguna de El Hierro, Fuerteventura y Lanzarote.
En el curso 1919-20 se matricularon cuatro alumnas no oficiales en el preparatorio de Medicina y Farmacia: Pulqueria Darias Montesino, Concepción Cabrera Gómez, Aurora García Guanche y Matilde García Guanche. En 1920-21 las jóvenes Olimpia Arozena Torres y María del Carmen Piernavieja del Pozo ingresaron en el preparatorio de Derecho y Filosofía, mientras que, en el preparatorio de Medicina y Farmacia, por la modalidad de enseñanza libre accedió Asunción Curbelo Hidalgo. En 1921-1922 se matriculó Concepción Pimienta López, la única alumna que inició estudios en el preparatorio de Derecho. También accedieron tres alumnas libres al preparatorio de Medicina y Farmacia: Enriqueta Beltrán de Lis y Sánchez del Águila, Mª Dolores Jo Vernedas y Fidelina Rodríguez Dorta.
Hubo estudiantes que no siguieron en la Península por las dificultades económicas que ello implicaba. Algunas se matricularon en los estudios de Magisterio y ejercieron de maestras en las escuelas de Canarias, como fue el caso de Candelaria Alonso Marrero y Jesusa Jerez Veguero.
Las primeras estudiantes que se marcharon a otros distritos a continuar con la formación se titularon como farmacéuticas o médicas. Se trasladaron a la Universidad de Granada, Santiago de Compostela, Madrid o Barcelona para obtener la titulación correspondiente. Algunas fueron profesionales muy destacadas, que se significaron por su compromiso social en Canarias. Entre ellas, merecen mención especial Josefina Mayor Falcón, Mª Dolores Quesada Sánchez, Fernanda Morales Calderón, Adela Báez Mayor, Carlota Quintana, Josefina Perdomo, Olimpia Arozena, Pilar de la Rosa, Guadalupe de Lorenzo-Cáceres, entre otras.
También las mujeres tuvieron que sortear obstáculos para acceder como docentes a las aulas universitarias, aunque la institución lagunera figura entre las primeras en admitir mujeres en su claustro. María Sánchez Arbós, destinada como profesora de la Escuela Normal de Maestras de Canarias (radicada en La Laguna), fue la primera profesora en los estudios universitarios (1922 a 1925). Procedía de la Escuelas de Estudios Superiores del Magisterio (Madrid) y era natural de Huesca. Años más tarde, se incorporó Pilar de la Rosa Olivera, primera profesora isleña y segunda en el ejercicio profesional, y la tercera fue Guadalupe de Lorenzo Cáceres, también, como la anterior, natural de Tenerife. Ambas habían iniciado su formación en la Sección Universitaria de La Laguna.
El artículo de Teresa González aporta datos biográficos pormenorizados de cada una de estas mujeres, auténticas pioneras académicas y profesionales en un contexto difícil en el cual no estaba socialmente bien visto que las mujeres se formaran.
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