FIRMAS Salvador García

OPINIÓN | En memoria de Pepe Tristán | Salvador García llanos

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Tercer día consecutivo de este me de julio escribiendo obituarios. Pérdidas de profesionales destacados, de amigos y de personas con las que nos relacionamos en algún momento de la vida cuyo final siempre es doloroso.

Ayer tarde fue impactante la noticia del fallecimiento de José Tristán Pimienta, hermano de Ángel, destacado escritor y periodista, quien fuera director del periódico La Provincia. No te la crees hasta que la confirmas y entonces te quedas descompuesto, sin saber qué decir ni qué hacer mientras vas rebobinando y los recuerdos se acumulan presurosos como si de una carrera memorística se tratara.

Los Tristán tuvieron vínculos familiares con el Puerto de la Cruz, ciudad que visitaban con relativa frecuencia para acompañar a los parientes, para interesarse por su pasado y por su presente, para preguntar por algún episodio y para disfrutar un ambiente que siempre consideraron singular.

Pepe Tristán, residente en Las Palmas de Gran Canaria, hombre de la cultura y servidor público, fue siempre una fuente de información, a la que acudíamos para despejar alguna duda o precisar alguna fecha. Se lo sabía todo, o casi todo. Siempre flotaba en medio de la vorágine de la política y las casi siempre procelosas aguas de la vida interna del Partido Socialista Obrero Español, al que dedicó no pocos afanes esfuerzos y afanes, especialmente en tiempos de congresos.

Flotaba porque sabía nadar y porque su carácter tolerante le hacía moverse hacia el ansiado equilibrio necesario. Excelente conocedor de las interioridades de la organización, su trabajo en los grupos socialistas del Ayuntamiento y del Cabildo Insular le permitió no solo disponer de información sino orientar adecuadamente algunas decisiones políticas que luego defendía con mesura y modulación.

Pepe Tristán era un hombre culto y bien informado, atento siempre a las apariciones de libros y a la publicación de artículos y opiniones que recomendaba y criticaba con fundamento. Era frecuente verle en exposiciones, proyecciones y actividades socioculturales. Lector empedernido, animaba cualquier tertulia o reunión en círculos donde su presencia era respetada.

Casado con Encarna Galván, dirigente y cargo público socialista en distintas instituciones, Tristán vivió de cerca la transición democrática –ahí fue cuando le conocimos- y participó en los preparativos de numerosos actos de campañas electorales. Cuando fallaba algo o alguien, el recurso siempre era el mismo:

-Pregunten a Tristán.

Sorpresiva e inesperadamente, nos dejaba en la tarde de ayer. Ya no le tendremos a mano para despejar alguna duda y contrastar alguna fecha. Nos queda la discreta huella de una persona que siempre estaba ahí, para ayudar, para tranquilizar y para animar a quienes lo necesitaban, especialmente en tiempos en que venían mal dadas. Era su compromiso y su manera de ser.

Le recordaremos.

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