El reparto de los 7.000 millones de ayudas a autónomos y empresas entre las distintas regiones del país ha provocado –aparte del cabreo de los que menos reciben– que el presidente Torres saque pecho y presuma de que Canarias es la región que más dinero recibe de esos 7.000 millones del famoso fondo Covid. Torres no miente: en términos absolutos Canarias es la que más dinero recibe, algo más de 1.144 millones de euros, frente a los casi 856 millones de la otra comunidad española más perjudicada por la crisis, que es Baleares. En relación con el porcentaje de distribución de esas cantidades por habitante, la cosa no resulta tan clara. Con más de 2.200.000 habitantes, la ayuda asignada a Canarias en relación a nuestra población es de 511 euros por habitante, frente a los 707 euros que recibe Baleares, con poco más de 1.200.000. Esa relación sería similar si se contempla el número de empresas y autónomos, por lo que las comparaciones -cuando se hacen– hay que hacerlas bien.
Mucho más acertado que presumir por haber recibido más dinero sería reconocer el esfuerzo de distribuir los recursos de una manera razonable, en base a factores muy diferentes, que deben ser valorados igualmente: los dos archipiélagos, Cataluña y la Comunidad Valenciana son las regiones que han registrado mayores caídas del PIB al cierre de 2020 en términos interanuales, y las que han arrastrado hacia abajo el resultado del PIB español. Baleares ha sufrido en esta crisis una caída de su PIB muy superior a la de Canarias, que es la segunda que más ha caído.
Frente a la media española del 10,8 por ciento, Baleares cayó casi el doble, un 20 por ciento, muy por encima del 12,5 por ciento de destrozo sufrido en Canarias. De acuerdo con esos datos, es razonable que el factor de población también se corrija con otros parámetros, que es lo que ha hecho la ministra de Hacienda. Calviño ha considerado todas las variables que recomienda el fondo REACT UE –retroceso del PIB, renta, prosperidad relativa previa, empleo, paro juvenil, caída de afiliados a la Seguridad Social…– con lo que ha pesado especialmente el impacto de la destrucción de riqueza. Hemos quedado por delante de Baleares porque casi les doblamos en población. Si ambas regiones tuvieran similar población lo razonable haría sido que Baleares captara más recursos netos.
En vez de presentar las ayudas como una carrera con un ganador (presentar todo como una competición es cada vez más frecuente en política), un partido nacional debería aprovechar para hacer pedagogía, y explicar lo importante que es para un territorio como el nuestro, dependiente del turismo, alejado de la metrópoli y con dificultades objetivas para la diversificación, contar con la solidaridad del resto de España cuando las cosas se ponen más feas. El presidente Torres ha dicho que “es justo” que Canarias sea quién “más recibe por ser la más afectada”. Y eso no es del todo cierto, porque Canarias no es la más afectada, es la segunda más afectada.
Ahora de lo que se trata es de que las ayudas se materialicen y lleguen pronto, especialmente a las empresas pequeñas y los autónomos que trenzan el tejido económico de la región. Estos mil y pico primeros millones pueden suponer un empujón importante para salvar multitud de negocios y dar un leve respiro a la economía de las islas. Pero no son un plan de rescate del sector turístico, ni podemos conformarnos con esto. Canarias –como Baleares y otras economías del Mediterráneo, las más castigadas por el bloqueo en la movilidad– requieren políticas específicas para poner en marcha el motor gripado del sector. Y eso precisa de más esfuerzo. Mejor dejar de presumir y empezar a trabajar para que el empujón inicial no se detenga.
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