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A Román Rodríguez le preocupan las cuentas. Desde que asumió las funciones de consejero-guardián del Tesoro, anda el hombre explicando a todo el que quiere oírle que el Gobierno de Coalición le ha dejado un agujero de mucho cuidado. Eso es verdad sólo a medias: más de la mitad de agujero detectado por Hacienda no tiene nada que ver con lo que hiciera Rosa Dávila, sino con el hecho de que el Gobierno de España no haya transferido los 230 millones de euros que estaba previsto entraran este año como financiación actualizada y que -al no aprobarse los últimos presupuestos generales del Estado- no llegarán nunca. El resto de agujero, algo menos de 200 kilos sí es consecuencia de que Canarias decidió pasarse la regla de gasto por el arco de triunfo, después de pensárselo durante dos años y anunciarlo a bombo y platillo, tras un acuerdo con patronal y sindicatos, después de que Hacienda ignorase la petición de liberar a las Islas de la norma.

Ahora parece que la decisión de gastarse parte del superávit, incumpliendo la regla de gasto, ha sido una sorpresa. En realidad no pudo serlo, y además no es la primera vez que ha ocurrido. Ya ocurrió en 2016, cuando el Gobierno se pulió 138 millones más de lo presupuestado en Sanidad. Hubo tirón de orejas, por supuesto, pero no de los que ahora se quejan, que reclamaron el cambio de la norma o su incumplimiento, para cubrir con el superávit el gasto corriente y las necesidades sociales.

En 2017, el debate sobre darle matarile a la regla de gasto fue incluso capitaneado por el actual consejero de Hacienda. Gobernaba entonces Rajoy, y los nacionalistas eran claves para sacar los presupuestos adelante. Nueva Canarias logró que Madrid aceptara aumentar el déficit autorizado a las regiones en 2018 desde el 0,3 por ciento al 0,4 por ciento del PIB. Román Rodríguez pidió entonces a Clavijo, que forzara la aprobación por Montoro de otra propuesta de Nueva Canarias, para flexibilizar la aplicación de la regla de gasto no sólo a las regiones cumplidoras, también a ayuntamientos y cabildos. Al final se logró, parcialmente, pero permitiendo utilizar el superávit solo en inversiones financieramente sostenibles, es decir, no en gasto corriente.

Rodríguez no dejó de reclamar la modificación de la Ley de estabilidad Presupuestaria de 2012 «aprobada en plena recesión», para permitir usar el superávit. Lo volvió a plantear durante la pelea para la aprobación de los presupuestos de 2019, y acusó tanto al Gobierno de Madrid como al de Canarias de no adoptar medidas para revertir los graves efectos de las políticas de austeridad y recortes sobre los servicios públicos. Una posición respaldada insistentemente durante los últimos años por Podemos y con menos beligerancia por el PSOE canario (sobre todo después de la llegada de Sánchez al poder), y que finalmente asumió el Gobierno regional este año electoral, ejem.

Y ahora los que pedían más gasto y lo lograron, se quejan. Es lo que tiene ser consejero de Hacienda, que en cuanto entras en el despacho te conviertes en aficionado a los recortes lo primero que miras es el tamaño de las tijeras.

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