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OPINIÓN | kanban | Momo Marrero

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Basado en la estrategia Kaizen de mejora continua (“aunque algo funcione, siempre se puede hacer mejor”), el Kanban (término de origen japonés que podría traducirse como “tarjetas visuales”) es un método de gestión de proyectos que se basa en los siguientes principios:

  1. Determinar y visualizar el flujo de trabajo

Parte de un concepto básico de desarrollo progresivo del trabajo segmentado en partes, que se ilustra mediante tarjetas gráficas (tipo post-it), en las que se anota la tarea y su duración estimada. Para visualizar el flujo de trabajo, las tarjetas se colocan en un tablero, físico o digital, dividido en columnas que indican las fases en que se encuentran las tareas, de manera que las tarjetas se puedan ir situando en cada una de las columnas en función de su estado.

  1. Fijar y delimitar las tareas en curso

El work in progress delimita el número de tareas que se han de afrontar en cada fase del proyecto, evitando así comenzar una nueva sin haber finalizado las anteriores.

  1. Establecer el tiempo para completar cada tarea

Se debe fijar el tiempo que cada tarea requiere y se debe medir su cumplimiento mediante un indicador, denominado lead time, generalmente en horas o días de trabajo.

  1. Gestionar los flujos

Los flujos de trabajo han de ser constantes y continuados, lo que permite al sistema crear o aportar valor en cada fase.

  1. Documentar cada fase y darle visibilidad

Cada tarea, cada fase, cada logro han de estar debidamente documentados y ser visibles para todo el grupo, con el fin de que sean comprendidos y asumidos por todos los miembros, para que puedan involucrarse en el cumplimiento de los objetivos.

  1. Transferencia de conocimiento

Es importante celebrar reuniones diarias de tiempo limitado con el tablero visible, en las que cada uno de los miembros del equipo pueda compartir con el grupo las conclusiones de lo realizado el día anterior y lo que tenga previsto para el día en curso. De forma complementaria y con distinta periodicidad, también son necesarias las reuniones de seguimiento o revisión con el fin de compartir los conocimientos adquiridos, que se convertirán así en un bien común y en un beneficio colectivo.

Los objetivos principales que se persiguen con la aplicación de este método son, por una parte, la mejora de la calidad, puesto que uno de sus fundamentos es que solo se produce con estándares de calidad predeterminados, y por otra parte, la mejora de la predictibilidad, al evitar posibles embudos que puedan llegar a eternizar los proyectos.

Su aplicación estricta implica garantizar la calidad desde el primer momento, sin posibilidad o margen de error, la reducción de desperdicios bajo la premisa de que solo se produce lo que está en disposición de ser consumido, la mejora continuada y la flexibilidad por la que se prioriza en función de las necesidades de cada momento.

Imagen: Momo Marrero

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