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OPINIÓN | Tristeza o depresión; algunas diferencias | José Ramón García

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Tristeza o depresión; algunas diferencias

Con frecuencia ocurre que creemos que dos términos similares significan los mismo, y no es así. Por ejemplo, muchas personas confunden estar triste con estar deprimido, y son dos cosas diferentes, aunque ciertamente tienen puntos en común.

Emociones básicas

La tristeza, como la alegría, forma parte de las emociones básicas del ser humano, y ambas son respuestas de nuestro cuerpo ante determinados acontecimientos.

Tristeza

Y aunque la mayoría de las personas huyen de ella, sin embargo la tristeza tiene sus aspectos positivos. Por ejemplo, esa tristeza que sentimos con la pérdida de un ser querido no va sola, al contrario, va acompañada de otros sentimientos como podría ser la desgana o pérdida de interés por las actividades lúdicas.

Pero, además, también nos produce cierta fijación o atención en lo que hemos perdido y eso se asemeja a una parada en nuestro camino vital para valorar y pensar en lo que realmente es importante (cada uno lo vive a su manera).

El caso es que esa parada puntual amplia nuestra visión de la vida y en algunos casos rompe con paradigmas del pasado, lo que hace que a partir de ese momento afrontemos la vida con otros ojos, algo cambió en nosotros.

La tristeza, por lo tanto, ejerce también una función positiva para nosotros pues, aunque de manera inconsciente, nos invita a hacer una pausa para reflexionar sobre nuestra propia existencia y la visión de las personas y cosas que nos rodean, algo que en condiciones normales nos sería muy difícil de hacer, por la propia inercia del día a día.

Depresión

Pero, si bien la tristeza tiene su aspecto positivo y de utilidad, en cambio, la depresión no. En el caso de la depresión se produce un efecto de bola de nieve compuesta por interpretaciones y pensamientos negativos difíciles de parar.

En este caso, las pérdidas no producen ninguna pausa para la reflexión en la persona, al contrario, lo negativo es el alimento de esa bola que poco a poco va creciendo o tomando más y más velocidad e inercia.

La depresión es un estado de ánimo que por inercia natural tiende a perpetuarse. En ese estado, las personas buscan o eligen, de manera inconsciente, todo lo que les cause más tristeza.

Tristeza o depresión

Pero bueno, yo más bien creo que muy frecuentemente ocurre lo que decía el gran Facundo Cabral:

“No estás deprimido, estás distraído, distraído de la vida que te puebla. Distraído de la vida que te rodea: delfines, bosques, mares, montañas, ríos. No caigas en lo que cayó tu hermano, que sufre por un ser humano cuando en el mundo hay 5,600 millones…

No estás deprimido, estás distraído, por eso crees que perdiste algo, lo que es imposible, porque todo te fue dado. No hiciste ni un solo pelo de tu cabeza por lo tanto no puedes ser dueño de nada. Además, la vida no te quita cosas, te libera de cosas…”

Ciertamente, puedo constatar que cada día escucho más la frase “estoy deprimido” que la de “estoy triste”, pareciera que decir estoy triste fuera una nimiedad que no reflejaría ese estado de impotencia y desgana que uno siente, y eso es preocupante.

Y digo preocupante porque me da la sensación de que las personas que creen que sufren depresión por principio, y sin que un profesional lo haya diagnosticado, cuentan con un plus, en este caso un menos, el que inconscientemente dan por perdida la batalla de la conquista de felicidad.

Felicidad

Y digo “felicidad” y no “la felicidad”, porque la felicidad no es una conquista única como puede serlo el escalar una montaña, sino son esos momentos de satisfacción personal que se producen durante el camino, cualquier camino que emprendamos, con fecha de caducidad, es decir, no dura eternamente, pero sin embargo con posibilidades de ser revivida sin límite, y además con posibilidad también de ser ilimitadamente (mientras dure nuestra existencia) repetida.

En el caso de aquellas personas que realmente están tristes, no sé a qué se debe ese huir del reconocimiento de ese estado y camuflarlo con depresión. Tampoco quiero hacer una llamada a las bondades de la tristeza, pero realmente esos momentos son los que nos acercan más a lo más puro, a nosotros mismos, a nuestros sentimientos, y bien aprovechados nos pueden hacer crecer como personas.

Afilar la sierra

La tristeza forma parte de tres de las cuatro dimensiones de renovación (física, espiritual, mental y social/emocional) que conforman lo que Stephen Covey denominaba como el Séptimo Hábito: “Afilar la Sierra”. Es un estado de realidad, de la exterior pero también de la interior, de reconocer cómo somos y qué sentimos.

Cuando estás triste se dice que eres vulnerable de cara a los demás, puede ser cierto, sin embargo también puedes utilizar esa vulnerabilidad para llegar más fácilmente a ti mismo. Es una oportunidad de sentir todo en tu interior, de ser compasivo contigo mismo, y de repasar el estado de la maquinaria y descubrir que parte de ella necesita ser engrasada o reparada.

 

Foto: Pixabay

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