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CONCIERTO BISBAL | Sin rizos no hay paraíso

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EBFNoticias | Ale Hernández | Fotos: autora | La puntualidad y David Bisbal no van de la mano o, al menos, no coincidieron anoche en La Laguna.

Con el calor ambiental haciendo estragos y ante más de 4.500 espectadores, el cantante almeriense se hizo de rogar pisando el escenario del pabellón Santiago Martín con 40 minutos de retraso sobre el horario pactado.

Pero, como buen encantador de serpientes y sin tener que utilizar la onda para vencer el hastío de la tardanza del Goliat que llevaba dentro el público presente, David y su arte innato se encargaron de endulzar la amarga espera con un espectáculo dentro de los cánones respectivos que poseen los grandes.

Bajo el repertorio de su gira «Hijos del mar», Bisbal comenzó con una enérgica interpretación de «Mi norte es tu sur» y anunció a los presentes que no habría descanso alguno. Manteniendo su esencia y demostrando que con su «manera de andar» se nace y no se hace,  David tuvo un digno gesto con la prensa y, antes de continuar con su show, envió un cariñoso saludo a los medios asistentes, micrófono en mano, y siendo consciente de la relevancia que tiene el cuarto poder ante cualquier carrera artística.

Entre su peculiar y sexy movimiento pélvico, su energía incesante y su característica manera de cantar, Bisbal realizó un cocktail de nostalgia agitado con temas de su último trabajo discográfico, «Hijos del mar».

Con el salitre sobre la piel, el cantante almeriense fue dando a su público tinerfeño lo que quería, entre «Duele demasiado», «La tenga o no», «Antes que no» y con la dosis oportuna de «Fiebre».

Con ese halo romántico que tanto le gusta mostrar, David se sumergió en el océano de la nostalgia pertinente con temas como «Quiero”, “Amar es lo que quiero”, “Lloraré las penas’, «Dígale», «Ausencia» y «Esclavo de sus besos».

Con una sublime interpretación de «Mi princesa» se metió, aún más si cabe, al público femenino asistente en el bolsillo. Ante esa manera de transmitir sentimiento hasta el más acérrimo de los republicanos se subyuga ante dicha monarquía.

Interactuando incesantemente con su público, y con dos cambios de vestuario inclusive, Bisbal movía su anatomía a la par que ejercitaba sus cuerdas vocales sin desafino alguno. Con «Todo es posible» -banda sonora de la última entrega de «Tadeo Jones»- dejó claro que no le hace falta partener alguna para realizar lo que mejor sabe hacer: cantar.

«Diez mil maneras», «No amanece» y «Silencio», fueron la antesala de una bajada de telón para nada previsible.

Bisbal quería demostrar que no se encasilla en más de lo mismo y con esa versatilidad que posee se puso en «modo dance» para interpretar «Bulería».

No había tiempo para un falso final por lo que David, sin perder la energía y el buen hacer que le caracterizan, dio paso a «Torre de Babel» y a «Al Andalus», sintiéndose «Culpable» de tener que despedirse de su público tinerfeño no sin antes ofrecerle su «Ave María».

Bajo el éxito asegurado que conforma pertenecer a la escaleta del Festival Mar Abierto, con el ADN ganador y dejando claro que de un talent show pueden salir grandes artistas, David Bisbal se nos ha hecho mayor, sin perder ese halo de niño travieso y demostrando que sin rizos no hay paraíso.

Agradecimientos: Arte y Valle Producciones.

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