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Alvar Aalto: Palabras y hechos. Por Juan Carlos Díaz Lorenzo

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Sanatorio de Paimio. Primera obra 
           de especial relieve de Alvar Aalto

Todos los estudios que conocemos sobre la figura de Alvar Aalto comparten la idea de que, muy temprano en su carrera, el arquitecto finlandés consiguió fusionar el lenguaje del modernismo con ideas derivadas de la arquitectura vernácula de Finlandia, de la antigua Grecia, e incluso de Japón. Y lo hizo de un modo muy personal y difícil de imitar. De ahí que se considere complicado comprobar hasta qué punto su estilo depende de principios abstractos. 

La arquitectura de Aalto es tan original y tiene permanente relevancia, como las posiciones teóricas que la sustentan. Sigfried Giedion cita una breve frase suya en la que afirma: “No escribo, construyo”, que ha servido, durante mucho tiempo, para el estudio preliminar de sus escritos, lo mismo que esta otra: “Prefiero cinco minutos del corazón que toda una vida del cerebro”. Son dos expresiones muy conocidas. Podría parecer, entonces, que toda indagación sobre la postura teórica de Aalto resultaría infructuosa y, sin embargo, el camino no ha hecho más que empezar. 

EL trabajo historiográfico de la obra de Alvar Aalto, sobre todo a partir de su fallecimiento en 1976, ha facilitado considerablemente el conocimiento de las influencias y los principios sobre los cuales se sustenta, si bien todavía no existe una posición crítica y definitiva hacia su arquitectura. 

Cuando se estudia su fascinante trayectoria y obra, es posible plantear la posibilidad de una aproximación múltiple desde dos perspectivas: un conocimiento generalista, es decir, su concepción de la arquitectura y su profesión de arquitecto y, en contraposición, un acercamiento a su personalidad irrepetible. La aparente imposibilidad de estudiar a un genio como Aalto, dentro de parámetros analíticos ha fomentado las reflexiones sobre su obra en términos puramente existenciales. 

El profundo interés de Aalto por la naturaleza, considerado siempre desde una perspectiva humanista, hace de él un pionero del movimiento medioambiental moderno. Al mismo tiempo, su suspicacia por cualquier tipo de parcialidad ideológica, y su afán por rescatar el significado del “beneficio de la duda”, están en consonancia con la saturación ideológica de su tiempo. 

El temperamento de Aalto le alejó tanto de la costumbre de mantener correspondencia con sus contemporáneos, como de llevar un diario. Aalto fue una persona de trato directo, con una necesidad insaciable de dialogar con los demás. De ahí que, incluso para sus discursos más solemnes, sólo utilizase apuntes de los temas a tratar, para, una vez entrado en materia, lanzarse a la libre improvisación. 

Alvar Aalto (1898-1976)

Para seguir leyendo:http://www.juancarlosdiazlorenzo.com/alvar-aalto-palabras-y-hechos/

Juan Carlos Díaz Lorenzo es Máster Universitario en Ciencias de la Comunicación (ULL). Licenciado en Historia del Arte (USC)

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