FIRMAS

Frases para un divorcio. Por Yolanda Arenas

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¡¡10 años ya!! Cómo pasa el tiempo.

Lo he recordado gracias esta imagen que me enviaron​.

¡¡Mira que nos decimos sandeces unos a otros!!
¿Quién no ha sido blanco de frases de este tipo?
Yo tuve que hacer gala de santa paciencia infinidad de veces por frasecitas de este porte. Sobre todo la de «¿para cuando el niño?», «a ver si se te va a pasar el arroz»… Daban ganas de gritar ¡¡que no tengo arroz hostias, que ni tengo arroz ni soy un saco papas!!

No nos damos cuenta que, según la neurolingüistica, no sólo debemos tener cuidado con lo que le decimos a nuestro cerebro serrano sino también lo que permitimos que le digan.
Estamos definitivamente demasiado pendientes de la opinión de los demás. Yo lo he estado, aunque reconozco que una de las mejores cosas que tiene esto de cumplir años es aprender a discernir quién merece ser escuchado.
 
Pero volviendo a las frasecitas tontas…
Mi época dorada fue el divorcio. Momento total en el que todo el mundo cree en primer lugar que debe animarte y en segundo lugar que  te debe un consejo. ¿Por qué? No se sabe pero ahí está el consejero postmatrimonial…
 
Un divorcio no es algo fácil. Dicen los esquimales que la vida duele y el divorcio duele porque un divorcio es precisamente vida, es una decisión importante en la vida, como lo es casarse o elegir una profesión o determinar si se quieren tener hijos o no. Todas esas decisiones conllevan asumir responsabilidades y consecuencias y lo cierto es que muchas veces esas decisiones se toman empujados por la repetición de tantas y tantas frasecitas.Hay regiones en las que la gente se casa y engendra descendencia mayoritariamente muy joven, mientras en otras se retrasa el asunto hasta la treintena y más allá y creo que en buena medida, y dejando a parte crisis y cuestiones económicas (que también influyen), la culpable es la programación neurolingüistica social. En cada lugar, el arroz se pasa a una edad distinta… pero, antes o después, en todas partes ¡¡hay arroz en peligro!!No es fácil aislarse de la presión social. No es nada fácil.Desde pequeños  nos aleccionan con encontrar a una media naranja que anda por el mundo esperado chocar contigo para que se produzca el milagro ¡¡zas!!.-«Tamos mamoraos».Eso sí… esa media naranja (en el caso de la mujeres) debe medir siquiera 10 centímetros más que una. Ahora yo creo que ya no se usa tanto pero en mi antigüedad era habitual que, al empezar a tontear con un chavalote, las amigas te preguntaran:.- «¿Cuánto te saca?»Tampoco es bueno que la mujer sea «mayor»… ni en meses. El tiene que medir más y tener siquiera un par de añitos más y lo divertido del caso es que, si miramos a nuestro alrededor, las excepciones a esta «regla» son escasas.La siguiente: en to lo alto. Cuando la amiga que yo más quiero vino a enterarse de que debía agacharse al pasar por las puertas, uno de sus mejores amigos terció en aquel desastre matrimonial con tremenda frase:

.- «Marichu que el Pablito te quiere muchísimo, que no ha sido más que sexo, no te pongas tan burra que esto se puede arreglar»

Y Marichu respondió aquello de:

.- «Imagina que te enteras de que Carola se encama con un cubano… pero te quiere muchísimo y debes estar tranquilo: sólo es sexo».

Respuesta del galaico.

.- «No es lo mismo»

Ya tenemos otra frasecita.

¡¡Ay señor de la cañita!! En esto que vas y te divorcias… ¡¡¡Chosssss!!!

Ante tan doloroso trance (a ver: no te están metiendo el dedo en el ojo pero duele) aparecen dos tipos de amigos:

  1. Los animadores con pompones.
  2. Los consejeros postmatrimoniales
Los primeros tienen su propio repertorio de frases. A saber:
-Estas en la mejor edad (y yo pensando: si lo sabré yo)
-Ya verás que enseguida rehaces tu vida. ( ¿Rehacer? ¿y qué leches venía haciendo cada día desde 1962?).
-Que tu vales mucho (Ufff, pues según p’a qué: haciendo bolillos un desastre)

Lo de «rehacer» así, a palo seco, la verdad es que impone. ¿Desde dónde rehago? ¿qué rehago?

Pero no… lo de «rehacer» es meter el turbo para tener otra pareja al lado. Hay que encontrar alguien gracias al cual o a la cual podamos decirle a la sociedad:
 
.- «Miren ya tengo a alguien, no soy un deshecho»
 
Y al o a la «ex»:
.- «Ale te chinchas que me lo estoy pasando en grande» (esta parte suele ser verdad porque con los años las lentejas de vigilia a diario, cansan y la novedad tiene su aquel: te levanta la moral, te sube la adrenalina y si la novedad además sabe hacer la O sin canuto ni ná… pues aaaaalehop)
 
Pero con el tiempo (cuarto y mitad de minuto y medio), la cruda realidad se impone de nuevo y uno de percata de que ha salido de guatemala para pasar a guatelomismo e incluso guatepeor. Y oyes a las amigas vuelta a casar o arrejuntadas lo desatres que son sus contrarios. Y a los contrarios quejarse de que aquellas nunca tienen ganas… Y vuelta a empezar.
En este punto conviene sentarse con uno mismo y reflexionar si no hay otras formas de connivencia
sin convivencia. La sociedad pretende  grabarnos a sangre y fuego que «hacer vida» es dormir con alguien. Sino duermes con alguien fijo y a diario: malooooo.
 
Recuerdo cierta ocasión en que, cenando con una buena amiga, me preguntó si no me sentía sola.
.- Sola yo…  ¡en Villa Pololos!
 
Explicación:
 
.- «Pepa, mira que tengo cariño a tu marido y te consta. Bueno, pues cuando en un ratito tu cojas  camino de tu casa y yo de la mía: menda te acompaña en el sentimiento».
 
Eso no significa que odie a los hombres. ¡¡Al contrario!!: de ese grupito de personas maravillosas que me acompañan en esta vida la mayoría son hombres. Les entiendo, les conozco y les acepto, lo cual no me obliga a aguantar uno, ni ellos a una.
 
Es más, me gustan los hombres, pero mi felicidad y mi ¡¡que bien estoy!! no depende de tener o no un maromo el sofa. Eso quiere decir simplemente que muchos convencionalismos me la bufan y que si algún día decido volver a compartir mi vida…  ese paisano tiene que ser la leche.
 
Es más, no creo que exista.
 
Ya son 53 tacos y a estas alturas todos sabemos que la convivencia es jodida así que en esa piscina menda no se tira a las tres primeras y menos teniendo una podenca en casa para la que soy lo más de lo más. Entre su opinión y la mía, no necesito más diagnósticos.
 
¡¡¡Ahhhhhh!! Se me olvidaban los/las consejer@s postmatrimoniales:
 
A es@s ni caso, cortarles en seco y ni una confidencia, es más, son los peores confidentes y encima suelen ser personas a las que queremos especialmente: padres, hermanos, amjigos entrañables…. Desde su propio dolor por verte sufrir, tienden a aconsejar desde el odio y el rencor, son los reyes de crear enfurecimientos donde lo que se necesita es calma, basan sus remedios en la pataleta y la venganza. Para estos tengo mi propia frase: «Yo sólo pago mis errores, no los de otros» .
Con la perspectiva de 10 años de frasecitas, sé que la mía es la mejor porque tiene los mejores argumentos, pero esos: otro día.

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