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Gracias Mara González, la voz amiga de la radio. Por Juan García Luján

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En la redacción de la Televisión Canaria, a pocos metros de Radio Las Palmas, de la emisora donde hace unas semanas te despedías de tus oyentes, mi compañera Fátima Plata nos decía: “me acaban de decir que se murió Mara González”. Sentí una enorme pena, a pesar de que sabía que esa noticia pronto iba a llegar. Hace apenas una semana te llamé para entrevistarte, quería que protagonizaras el video dedicado al día de la radio. “Me encantaría Juan, todavía recuerdo con mucho cariño cuando me entrevistaste en La Ventana, en la SER, por el día de la radio. Pero no me siento con fuerzas, tendría que llamar a alguien para que me maquille y no da tiempo”. Aproveché para darte las gracias por tus cuentos y por tu radio. Tú me interrupías y te ponías a echarme piropos sobre mi trabajo. Y yo te intentaba parar: “Que no, Mara, no cambies las cosas, que te llamo para felicitarte yo a ti, que hoy es el día de la radio y a tu lado soy un principiante”.

Anoche mismo, también aquí en la tele, Kiko Barroso y yo estuvimos hablando de ti . Me contaba Kiko aquel precioso detalle que tuviste con él. Te habías enterado de que Kiko había dicho que cuando era niño nunca había entendido que tú no le habías dedicado uno de esos cuentos que nos leías desde Radio Las Palmas a tantos chiquillos mientras nos vestíamos para ir al colegio. Luego Kiko supo que para realizar la dedicatoria las madres (los padres solían estar en otras cosas) te mandaban cartas o te llamaban por teléfono. Quisiste saldar la deuda con Kiko y con la complicidad de los técnicos de la SER, entró Kiko en el estudio sin saber nada y se puso los cascos en teoría para asistir a una reunión. Y ahí sonó tu voz que contaba en directo desde Radio Las Palmas la historia de un niño que se llamaba Kiko, que era del barrio de San Roque. El niño que ya no era se echó a llorar mientras tú le hacías ese regalo radiofónico. “Así es Mara”, me dijo Kiko. Y así fuiste siempre. Hacías la radio con el corazón, con una visión social, con un compromiso con la gente más vulnerable. Todavía recuerdo tu defensa de Braulio, de su “Canto a Canarias”, cuando el cantante de Guía (de tu mismo pueblo) tuvo que irse de esta tierra por escribir canciones que denunciaban la situación de Canarias. Algunos que hoy se visten de patriotas canarios apoyaban ya entonces al Gobierno que vetaba a Braulio por su compromiso.

Aquella chiquilla de 16 años que vino a Las Palmas como ayudante de cajera en un supermercado siempre se acordó de sus orígenes, siempre estuvo al lado de los que más lo necesitaban los guagueros que luchaban contra la privatización, los estibadores, los barrios que protestaban por los cortes de agua, los aparceros… Durante muchos años los oyentes sabían que dejando el recado en el contestador telefónico, Mara González iba a hacerles caso en cuanto llegara a la radio. La semana pasada Marisol Ayala hizo un excelente retrato de tu trayectoria en La Provincia. Y tú aprovechabas para pedir a los oyentes que cuiden a Dulce María Facundo, que ha seguido tu estela. Por eso se me hizo duro llamar antes a Dulce y pedirle que hablara para el vídeo homenaje que te haremos en la Televisión Canaria. Pero había que hacerlo y Dulce me dijo que sacará fuerzas para rendirte ese homenaje.

Muchas gracias por todo, Mara. Tu voz sigue sonando en lo más lindo del paisaje de mi infancia. Allí estás, contando cuentos, después de decirnos: “Tamaragüa, buenos días”. En una entrevista el miércoles pasado que te hacían en tu casa Evaristo Quesada y Marisol Ayala, en tu casa para  la cadena SER, Evaristo te decía “Buenos días, Mara” y tú le decías “Tamaragua, Evaristo”.  El mismo poema de Pedro Lezcano que leíste en la entrevista que te hizo Dulce María en el programa en el que te despedías de los oyentes, los mismos versos valen para ti, Mara, la voz amiga de la radio.

“La existencia se narra como un cuento;
si no se narra y se comparte,
la vida es como viento sobre yermo
que pasa sin mover hoja ni espiga
ni cabello.
Yo viviré lo que deseen ustedes.
Cuando olviden mi nombre, me habré muerto;
pero seré inmortal con que un amigo
me erija un buen recuerdo.
Para entonces dirán de vez en cuando:
– Aquel amigo Pedro,
después de todo no era mal muchacho… “

Gracias Mara, la voz amiga de la radio.

@juanglujan

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