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ENTREVISTA CON ‘SELFI’. Juan Manuel Bethencourt: «Como director de Diario de Avisos fui demasiado conservador»

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EBFNoticias/ Mónica Ledesma.– Periodista y político, Juan Manuel Bethencourt ha estado en los dos lados de esa barrera que separó la labor de informar con la de asumir las responsabilidades que llevó implícito su cargo como concejal de Urbanismo en el Ayuntamiento de La Laguna durante la pasada legislatura. Tras más de dos décadas ejerciendo el oficio, en 2010 dejó la dirección del rotativo Diario de Avisos para embarcarse en el mundo de la política, siendo además de edil, portavoz del grupo municipal de Coalición Canaria (CC). Actualmente, vuelve a ejercer su profesión al frente de la Dirección General de Comunicación del Gobierno de Canarias.

Bethencourt afirma que ser periodista no surgió de un día para otro. «No me levanté una mañana con esa idea en la cabeza. Sin embargo, empecé a ejercer el oficio con 16 años, en Radio Cadena Española, en los estudios de la ya desaparecida Ciudad Juvenil, a las órdenes de un auténtico maestro, Domingo Álvarez, entonces todo un veterano de… 20 años». De aquellos tiempos recuerda lo bien que lo pasaba, pues «me encargaba de la información sobre baloncesto, una pasión confesa. Y el hecho de contemplar desde cerca, para relatarlo luego, aquello que te sorbe el seso a ciertas edades engancha. Recuerdo una entrevista a mi tocayo López Iturriaga, entonces jugador del Real Madrid, en el Hotel Mencey. Al final me miró y me dijo: “Te has hecho sangre en los dedos”. Claro, es que me los comía de los nervios mientras lo entrevistaba; un comportamiento poco profesional, pero tierno. La combinación de dos aficiones, la escritura y los deportes, me condujo directamente a la profesión».

Respecto a su dilatada trayectoria, confiesa que hay una fecha icónica: su primer día como redactor en prácticas de Diario de Avisos, el 2 de julio de 1990, esto es, el día del centenario para el decano de los periódicos canarios. «Recuerdo que me presenté en la redacción a eso de las cuatro de la tarde. No había nadie, lo cual me produjo asombro. Pero era normal. Estaba toda la plantilla de la empresa en un almuerzo de celebración. Se puede decir que mi carrera profesional empezó ese día. Es decir, hace 25 años». Bodas de plata de un oficio que aprendió en las redacciones, sobre todo en el citado periódico, que ha sido una escuela para toda una generación de profesionales canarios. «Entre medias, unos estudios inacabados de Derecho. Bien que lo lamento. No recomiendo a ningún joven periodista seguir mi ejemplo. Al menos no en ese plano», incide.

Desde entonces, ha ejercido su labor como redactor de Diario de Avisos entre 1990 y 1992; redactor y jefe de sección en La Gaceta de Canarias entre 1992 y 1995; redactor en El Día entre 1995 y 1996; jefe de Prensa del Parlamento de Canarias entre 1996 y 1999; y ya de vuelta a Diario de Avisos, redactor jefe entre 1999 y 2005, director adjunto entre 2005 y 2007, y director entre 2007 y 2010. «Si ese día de 1990 que entré en el periódico decano me dicen que me iba a tocar suceder a Leopoldo Fernández, director durante 33 años, me caigo del susto. Mi trayectoria creo que es acorde a la de mi generación, a la que me atrevo a definir como afortunada. Tuvimos oportunidades para demostrar nuestro talento. Con mucho esfuerzo, eso sí. Muy pocas cosas son producto del azar», subraya.

Pasión por un oficio que este profesional tinerfeño analiza a través de una entrevista personal, en la cual no solo revela aciertos sino, en la que se atreve a confesar algunos errores. Así es Juan Manuel Bethencourt.

El periodista tinerfeño, Juan Manuel Bethencourt.
El periodista tinerfeño, Juan Manuel Bethencourt.

-¿Cómo fue su paso del periodismo a la vida política? ¿Qué recuerdos guarda de aquella etapa?

– Fue, obviamente, una decisión difícil, dolorosa incluso. Fui y soy consciente del desgaste que supone para un profesional con una trayectoria exitosa la adopción de un paso de esta naturaleza. A cambio, digamos que en el periodismo estaba en una zona de confort, viendo los toros desde la barrera. La política es otra cosa, es asumir responsabilidades, requiere un modo diferente de compromiso. Y esa es una experiencia que tenía ganas de vivir. El puesto de concejal es el mejor para conocer esa realidad. Cuatro años duros y apasionantes.

– ¿Cree que el periodismo, ya que ha estado en los dos frentes, sigue siendo el Cuarto Poder?

– No lo es, de hecho dudo que lo haya sido alguna vez. No estoy de acuerdo con ese concepto de Cuarto Poder, pues no hablamos de realidades comparables. ¿Hay que elegir, parafraseando a Thomas Jefferson, entre Gobierno sin periódicos o periódicos sin Gobierno? Personalmente prefiero buen Gobierno controlado por buenos periódicos. El poder democrático lo dan los votos, y el periodístico, la audiencia. Indro Montanelli, uno de los grandes periodistas del siglo XX, tenía claro que la única fuerza de un periodista eran sus lectores. Más que un poder alternativo, el periodismo tiene la misión de ejercer de contrapoder. No está para criticarlo todo, ni para guardarse nada.

– ¿Cómo ve la actual situación de los medios de comunicación en Canarias y qué considera que ha fallado?

– Es una pregunta difícil. Por un lado hay que tener en cuenta las dificultades que ya afectan con carácter general, tanto al negocio periodístico como al periodismo en sí mismo. Una crisis de modelo unida a una recesión con duro impacto en los anunciantes supone un obstáculo demasiado elevado para cualquiera. Luego están las circunstancias propias del lugar. En el caso de Tenerife, la endogamia y la ausencia de innovación. Si algo lamento de mi etapa como director de Diario de Avisos es no haber hecho más cambios aún. Y sabía que era necesario, pero fui, me temo, demasiado conservador. Creo que es la primera vez que digo esto en público. Dicho esto, el futuro siempre está por hacer. Espero que una nueva promoción de periodistas y gestores sea capaz de hacer la revolución pendiente. El periodismo, en la era del acceso universal, vive una nueva edad de oro. Nadie sabe cómo rentabilizarla, pero es una realidad. Como casi siempre ocurre, el mundo anglosajón marca la pauta en el presente y futuro de la profesión.

– ¿El periodista actual se ha acomodado o, quizás, no se le incentiva lo suficiente y se le coarta demasiado?

– Cada cual tiene que hablar por sí mismo, cuáles son sus motivaciones, o explicar la ausencia de las mismas. Esa idea de la falta de incentivos no la compro; si uno no tiene motivación para tirar de su propia carrera tiene un serio problema achacable exclusivamente a sí mismo. Según mi experiencia, hay más autocensura que censura en esta profesión. Esa frase, cierta, de que un periodista vale más por lo que calla que por lo que cuenta es una contradicción flagrante con la esencia misma del periodismo, pues lo convierte en un mercado, en un material que puede ser administrado por el periodista, es decir, por un mero intermediario. Hay un mal muy extendido en nuestro oficio, y es la confusión entre medios y fines. Si el periodismo se convierte en un medio para obtener otros objetivos, pues simplemente deja de ser periodismo. Es relaciones públicas, lobby, otra cosa que puede ser honesta o deshonesta, pero no es periodismo.

– ¿Haría falta un Colegio Profesional de Periodistas en Canarias?

– Sería conveniente. Pero no lo veo necesario.

– Vuelve a la profesión tras su etapa política asumiendo la labor de dirección de Comunicación del Gobierno de Canarias. ¿Cómo ha sido el cambio?

– Mi cargo, director general de Comunicación, maneja ambas realidades, la política y la profesional. Por un lado responde a la confianza de un cargo electo, en este caso el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo. Y el encargo que me ha hecho es precisamente ese, dirigir la coordinación interna y externa del Ejecutivo, y de sus diferentes departamentos, con la máxima profesionalidad de que sea capaz, con transparencia, con respeto a la tarea de los profesionales de la información y sus medios. Este trabajo exige disciplina, ejemplo y también esa pizca de experiencia que creo tener tras dos décadas y media en el oficio. Obviamente, es un encargo muy ilusionante. En los cargos públicos hay que estar cada día como si fuera el último, lo cual es una sensación extraña y, al mismo tiempo, liviana, reconfortante.

– ¿Qué le diría, entonces, a quienes opinan que estar al frente de un gabinete institucional es como si tocara la lotería?

– Depende de cada persona. Habrá quien reniegue de una experiencia semejante y quien haga esfuerzos por dedicarse a la comunicación institucional desde el primer minuto. Ambas son posiciones respetables, y en ambas se aprende mucho. También tiene que ver con las inquietudes, con las ambiciones materiales, y a veces con la mera supervivencia. Por eso recelo de cualquier pontificado en este campo. La vida son etapas. Unir en una trayectoria el periodismo activo con la comunicación política es una pirueta bastante saludable. Es una opinión personal.

– ¿Sigue siendo el periodismo, como decía Gabriel García Márquez, el mejor oficio del mundo?

– Dudo que don Gabriel estuviera totalmente de acuerdo con esa afirmación suya. No al menos todo el tiempo. El periodismo es un oficio que, cuando se tiene vocación, hay días que es el mejor del mundo, pero en otros momentos puede ser uno de los peores. A cambio, si uno descubre que esta profesión no le emociona debe huir de la misma lo antes posible. En mi caso, tampoco sé hacer otra cosa ni conozco una dedicación mejor. Tengo la inmensa suerte de ser periodista.

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