Tiene la cara embadurnada de espuma y ahora humedece la cuchilla de la hoja de afeitar en el agua que cae a chorrito del grifo.
Desliza la cuchilla mientras se arrulla con el sonido que cercena los pelillos de la barbilla. Y piensa, luego existe, mirándose frente al espejo:
¿Napoleón Solo?
No, no que ese era Robert Vaughn, el agente de C.I.P.O.L.
No, no que ese era el de El prisionero.
¿Entonces?
Una luz cegadora.
¡El hombre del bombín!
Limpia de espuma la hoja de afeitar mientras le asaltan recuerdos muy vagos.
Pero no el hombre con el bombín: Patrick Macnee
El bombín que es un sombrero alegre. Y algo ridículo si no encaja bien.
Con los ojos fijos en el espejo se pasa la loción sobre la barbilla rasurada.
Y piensa:
Patrick Macnee.
El hombre del bombín.
Saludos, días extraños, desde este lado del ordenador.
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