¿Y ahora qué? Los canarios somos así, pero resignarnos a tanta pollabobada va siendo de masoquista.
Resulta que montamos un pollo por las prospecciones petroleras de Repsol, y ahora no hay petróleo ni para un encendedor.
El tema de Repsol ha sido el arma de guerra de Coalición Canaria en contra del PP.
Paulino, que en eso de tomar el pelo al personal es único, tenía miedo a un vertido de petróleo en nuestras costas por culpa de las dichosas prospecciones y acabar con las playas llenas de chapapote (piche) y joder el turismo en las islas.
El cachondeo era que a escasas millas de las costas isleñas los marroquíes, también con Repsol, estaban haciendo las mil y una para ver si encontraban el oro negro en las aguas frente al Sahara que robaron a los saharauis con el beneplácito de España, de manera que el riesgo era el mismo con el agravante que en este caso no se podía protestar porque su Majestad Mohamed VI mandaría a tomar por saco al Presidente de la Comunidad Canaria, Pauliño Rivero.
El cinismo con el tema «chapapote petrolífero» ha sido de tal calibre que mientras se rasgaban las vestiduras con docenas de manifestaciones en todas y cada una de las islas, se construía el mayor puerto de Canarias en el sur de Tenerife, Granadilla de Abona, cargándose sebadales de gran importancia para la flora y fauna marina en el Archipiélago, además del riesgo de construir un gran almacén de gas natural para el suministro de la isla.
La tomadura de pelo a los canarios de aquellos políticos que se hacen defensores a ultranza del medio ambiente y que son los mismos que han degenerado durante 35 años el suelo isleño es de vergüenza.
Pero los canarios en lugar de decidir la mejor opción, que no era otra que cobrar a Repsol un canon por las perforaciones marinas, independientemente si encontraban o no petróleo o gas natural, lo que hemos hecho es gritar, patalear al compás del gobierno de Paulino, y ahora, además del ridículo, ¿qué?
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