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CINE. Repaso al 2014 (y III)

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Elblogoferoz/Manuel Díaz Noda/Adivinaquienvienealcine.-

Decepciones.

Cada vez son más los estrenos que nos llegan semanalmente a las salas de cine, por lo que el porcentaje de error o de decepción es también mayor. Por regla general, con buena información en la mano, podemos hacer una previsión de qué tipo de películas nos van a gustar o cuáles es mejor evitar, sin embargo, no siempre estas corazonadas cuadran, y en ocasiones el resultado no cumple con las expectativas. Por ejemplo, este año salimos desencantados de títulos como “Magia a la Luz de la Luna”, “Escobar: Paraíso Perdido”, “[REC]4 Apocalipsis”, “Los Mercenarios 3”, o “Exodus: Dioses y Reyes”. Hace tiempo que Woody Allen no es infalible, y tras la espléndida “Blue Jasmine”, lo propio era esperar un parón con su siguiente trabajo, sin embargo, por su temática y sus actores, esperábamos más de su propuesta para 2014. También la larga espera por ver la historia de Pablo Escobar llevada al cine y las promesas al respecto, habían dejado el listón alto y salvo por la siempre interesante presencia de Benicio del Toro y las buenas intenciones de la producción, el resto de la película supuso una oportunidad perdida.

decepciones 2014

Lo mismo podemos decir de la saga de terror española más popular. Tras crear tendencia a nivel internacional, la última entrega de la saga pincha más por desgana que por impericia. La franquicia se merecía un cierre más afortunado. Tampoco Stallone y sus mercenarios cumplieron con la misión. Si la segunda entrega era una gozosa revisión del actioner de los 80, en la tercera Sly confunde términos y resta protagonismo a las estrellas veteranas en favor de savia nueva, olvidando que el componente nostalgia había sido el principal gancho e interés de las dos aventuras anteriores. Por último, Ridley Scott intenta modernizar a Cecil B. DeMille pero se olvida de las claves que hicieron grande el cine de este autor. Su versión de Los 10 Mandamientos resulta lenta, irregular, desequilibrada y aburrida. A este paso Scott lo tiene cada vez más difícil para recuperar el prestigio perdido.

LO PEOR

Y de las decepciones pasamos a las que directamente en nuestra opinión representan lo peor del año pasado:

lo peor 2014 1

10. LA GRAN REVANCHA: Como decía Ian Malcolm (Jeff Goldblum) en “Parque Jurásico”: “Estaban tan preocupados sobre si podían o no hacerlo que no se pararon a pensar si debían”. Ese es uno de los problemas del llamado cine de concepto en Hollywood. Cuando a alguien se le ocurrió enfrentar en la pantalla a Jake LaMotta y a Rocky Balboa, interpretados por los actores que le dieron fama universal en el cine, la cosa debía haber quedado en la curiosidad o en el chiste; sin embargo, con la fiebre nostálgica que invade la Meca del Cine, alguien debió pensar que era buena idea hacerla realidad y fue lo suficientemente convincente como para enrolar a los dos actores en el proyecto. Cierto que cambian los nombres a los personajes, pero ¿realmente alguien se cree que se llaman Billy McDonnen y Henry Sharp? La película coge a dos personajes icónicos y los convierten en objeto de mofa y lo que es peor, convierte a sus actores en parodias de sí mismos. Aquí el que sale mejor parado es Stallone, quien al menos mantiene una forma física y mantiene a su personaje de Rocky Balboa más cercano en el tiempo. De Niro, con sus histrionismos y su falta de interés, vuelve a demostrar que quien fuera Vito Corleone, Travis Bickle o Al Capone y ano se toma en serio su trabajo. Para colmo de males, ante este despropósito, en sustitución de Martin Scorsese y John G. Avildsen se contrata a un director como Peter Segal, perpetrador de títulos como “El Clan de los Rompehuesos” o “Superagente 86 De Película”. El resultado es una película anodina, digna de la hora de la sobremesa en televisión, si no fuera porque empaña el recuerdo de dos grandes personajes de la historia del cine.

9. #CHEF: Salidos de la era Reagan, en Estados Unidos se produjo un arrepentimiento por todos aquellos años de capitalismo feroz y destructivo. Allá por los años 90 esto provocó una fiebre de películas como “El Rey Pescador” o “A Propósito de Henry”, cuyos protagonistas eran yuppies arrepentidos que decidían abandonar (o les eran arrebatadas) sus vacías vidas de lujo y dinero en favor de una vida tradicional y recuperar los valores comunitarios. Aquel regreso a los orígenes y la posibilidad de un nuevo comienzo donde corregir los errores suponía una redención espiritual y un renacer humano, reinsertándose en el seno de una familia abandonada ante los cantos de sirena del éxito y la riqueza. La nueva película de Jon Favreau se apunta a aquella moda pretérita. El que fuera el niño bonito de Disney gracias al éxito de “Iron Man” pretende regresar a sus orígenes indies con una comedia sencilla y pequeña (aunque eso sí, plagada de estrellas hollywoodienses). No es difícil por lo tanto predecir el itinerario que va a recorrer este chef arrogante que pierde su trabajo de la noche a la mañana y decide pasar de un restaurante de alta cocina a un camión de comida ambulante. Sin embargo, Favreau confunde hacer una película pequeña con hacer una película deficiente. Más allá de lo estereotipado de su propuesta, la trama avanza a trompicones, importando más el publirreportaje a Twitter, la selección de música latina que acompaña a las imágenes o la introducción de sketches para lucimiento de los amigotes (Scarlett Johansson, Dustin Hoffman o Robert Downey Jr., aunque la participación de éste último sea, con diferencia lo mejor de la película) que un desarrollo sólido de la historia y los personajes, y desaprovechando la presencia de secundarios de peso como Sofía Vergara, John Leguizamo o Bobby Cannavale (sólo un efímero Oliver Platt logra sacar de la mediocridad a su personaje). Tanto es así que una vez cubierta la duración standard, el director clausura la película sin demasiados miramientos con una resolución torpe y precipitada. Es cierto que las secuencias de cocina resultan estimulantes, y hay algunos gags divertidos, pero por lo demás, Favreau demuestra que prefiere seguir siendo un yuppie de Hollywood y que no se cree demasiado la historia que está contando.

8. ROBOCOP: Lo malo de muchos de los remakes o secuelas/precuelas/reboots tardíos que nos ha regalado el cine en los últimos años es que nos dejan esa sensación derrotista de que todo lo pasado fue mejor y que hoy en día ya no hay capacidad para llegar a esas cuotas de inspiración. Es, esperamos, una conclusión ilusoria, pero irrefrenable cuando nos encontramos con intentos absurdos de rescatar títulos como “Robocop”. Mientras que con la cinta original, Paul Verhoeven no sólo marcó una impronta personal hasta entonces sólo conocida por aquel público minoritario que conocía su obra en Holanda, también demostró a los ejecutivos de los estudios que el cine de Hollywood podía ser mordaz, agresivo, brutal y comercial al mismo tiempo. Los márgenes estrechos con los que se medía la presencia de sexo o violencia explícita en pantalla se suavizaron y durante un (corto) periodo de tiempo el cineasta gozó de autonomía para desplegar toda su carga satírica e irreverente. Nos queda el consuelo fútil de que la versión de este personaje que tenía planeada Darren Aronofsky antes de abandonar el tren era más arriesgada y descomedida, y por lo tanto es más fácil responsabilizar al estudio por su falta de visión y confianza en el producto; sin embargo, Jose Padilha fracasa rotundamente con esta nueva versión. Si durante su primera mitad parece querer plantear un discurso que justifique el remake, estas intenciones se diluyen y desaparecen en la segunda mitad, donde todo cae en un actioner vulgar y carente de la mala baba del original. Joel Kinnaman no trasmite el carisma de Peter Weller y ni Michael Keaton ni Gary Oldman rescatan del desastre a la película. Sólo hay una escena (una) en la que podemos ver asomar lo que este remake podría haber sido y nunca fue: ese momento en el que el Doctor Dennett Norton muestra al nuevo Alex Murphy lo que queda de su parte humana. Por lo demás, lo más positivo que se puede decir de esta nueva versión es que no cae tan bajo como “Robocop 3”.

7. POMPEYA: El género del péplum ha tenido bastante representación en este 2014, aunque el balance no ha sido especialmente positivo. Entre las dos versiones e Hércules, “300. El Origen de un Imperio” y “Pompeya” no podemos decir que el género haya sobrevivido al pollice verso. La reputación de un cineasta como Paul W.S. Anderson no se sitúa entre lo más granado de Hollywood. Su afición por producciones en las que confluyen la narrativa del videoclip con la estética de los videojuegos lo han colocado en un escalafón de mera explotation de la que el autor pretendía escapar con su narración de los últimos días de Pompeya. A medio camino entre la recreación histórica y el cine de catástrofes, Anderson no puede ocultar aquí su fijación con el “Titanic” de James Cameron. Sin embargo, si bien la historia de los amores de Jack y Rose no destacaba precisamente por su sofisticación literaria, frente al romance del gladiador Milo y la patricia Cassia, parece James Joyce. Anderson no sólo plagia descaradamente la estructura de Cameron (mezclándola sin demasiada sutilidad con referencias a “Gladiator” o “Espartaco”), sino que además se dedica toda la película a saltar de cliché en cliché, de una situación engominada a otra, dinamitando la suspensión de incredulidad del espectador de la manera más ramplona y chapucera. Ni siquiera el apartado de efectos especiales ayuda a levantar la película. La acumulación de CGI mal integrado no hace más que reafirmar la naturaleza de cartón piedra de la producción, mientras que los actores lucen desorientados entre tanta pantalla verde, sin saber a dónde mirar, salvo cuando a Kit Harrington le toca lucir abdominales.

6. ANNABELLE: En sus trabajos como director, James Wan ha apostado por resucitar ese cine de terror basado en ambientes y sugerencias, más que en la exposición explícita de los elementos aterradores. Con sus carencias, que las tiene, el cineasta se las apañó para que títulos como “Insidious” o “El Expediente Warren” devolvieran al espectador a esa concepción clásica del horror. Sin embargo, siempre existió el riesgo de que la atmósfera no capturara los miedos del espectador y lo que pretendía ser sutil quedara ridículo. Eso es precisamente lo que sucede con el spin off de “El Expediente Warren”. El cambio de dirección a manos del inexperto John R. Leonetti evidencia la importancia de un buen narrador a la hora de construir la puesta en escena en este tipo de películas. Toda la amenaza que reflejaba la muñeca de porcelana en la introducción de “El Expediente Warren” brilla aquí en su ausencia, y lo que debían ser planos atemorizantes se convierten en encuadres ridículos de una muñeca inmóvil carentes de cualquier naturaleza sobrenatural. No le vamos a negar uno o dos momentos de sobresalto a la cinta, pero por el resto ni siquiera los efectismos de montaje consiguen hacer temblar al espectador. Un guion rutinario que pretende aspirar a referentes como “La Semilla del Diablo” y unos actores insulsos y carentes de química terminan de enterrar esta producción entre lo más olvidable del año.

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5. EL TOUR DE LOS MUPPETS: Nos declaramos fans absolutos de los Teleñecos. Desde que nos acompañaron en la infancia allá por la década de los 80 hasta la actualidad. Adoramos su humor gamberro, trasgresor, absurdo, sin perder el valor didáctico (que no adoctrinador); nos fascinan los cameos de artistas que no dudan en reírse de sí mismos y de su imagen cinematográfica al lado de Gustavo y compañía; y nos encanta el rompedor juego que siempre hacen con el apartado musical ya sea con las canciones de creación propia como con sus parodias de temas conocidos. Nos reímos con ellos cuando Jim Henson estaba debajo de la marioneta, nos reenganchamos cuando tras su muerte su hijo Brian tomó las riendas y disfrutamos con el anterior relanzamiento de la saga cinematográfica promovido por Jason Segel y Nichollas Stoller; sin embargo, toda nuestra ilusión se nos vino abajo con su segunda entrega “El Tour de Los Muppets”. Sí, es cierto que los componentes habituales de la franquicia estaban allí, pero nada parecía cuajar, todo resultaba desnaturalizado, carente de espíritu. No le negamos a la película algunos gags logrados, incluso notables, pero el conjunto parecía una mala imitación del espíritu genuino de los Teleñecos, como si el circo estuviera regido por alguien que desconoce la verdadera esencia de los personajes y que simplemente se limita a repetir patrones de forma automática, dejándose llevar además por el caché del actor invitado (Ricky Gervais) y dejando a los protagonistas en un segundo plano. Nos gustaría confiar en que se trata de un desliz pasajero y que en breve tendremos a toda la pandilla de vuelta en plenas condiciones, aunque algo nos dice que nos hemos quedado fuera en este último trasvase generacional. Nos estaremos haciendo viejos.

4. PANCHO: EL PERRO MILLONARIO: Uno de los grandes errores del ser humano es no saber parar a tiempo y dejar que una idea fresca perdure en el tiempo, en lugar de repetirla hasta el agotamiento y la extenuación con el fin de seguir sacando rédito a la gallina de los huevos de oro. El perro Pancho alcanzó la fama protagonizando una campaña de Lotería Primitiva y las habilidades del can, unido al gag sencillo pero efectivo convirtió en éxito ese momento de creatividad publicitaria. Le siguieron otros anuncios repitiendo el mismo modelo, con el perro Cook demostrando sus diferentes dotes. La estrella pasaría a participar en diversas series de televisión, como “Los Serrano”, “Aquí no Hay Quien Viva” o “La Que se Avecina”, sin embargo el recuerdo de su debut llevó a idear su salto al cine interpretando precisamente a Pancho. La película fue ideada como medio de lucimiento para Cook, presentando diversas situaciones con las que sacar partido a su adiestramiento. Sin embargo, para ello se construyó un guion deleznable y caduco, propio más del cine chabacano e infantiloide (que no infantil) de hace tres o cuatro décadas, con interpretaciones de caricatura gruesa y una puesta en escena plana y rudimentaria. Y no, no nos vale la excusa de la relectura postmoderna del patrón clásico, el resultado es más de lo mismo, pero con tramas y chistes agotados por el paso del tiempo. Como contrarréplica, se nos podría argumentar que la película ha sido una de los títulos españoles más taquilleras del año con 2.524.565 €, por lo que hay un importante sector del público al que sí le ha gustado (o al menos se han dejado llevar por la campaña promocional, la fama del perro Cook y la ausencia de otras propuestas dirigidas al público infantil), sin embargo, siempre nos ha parecido mala idea construir una película familiar sobre la base de que los niños son tontos.

3. NINJA TURTLES: ¿Por dónde empezar? Es difícil decidirse. Sin terminar de gustarnos, hemos terminado por aceptar que Michael Bay tiene su sello de autor (auteur vulgar, que dicen lo franceses) y que títulos como “La Roca”, “Dos Policías Rebeldes 2” o la saga “Transformer” (“Dolor y Dinero” la situamos en una parcela aparte) tienen un lenguaje propio que las define; sin embargo otra cosa es darle el mismo beneplácito a aquellos que se pliegan a su formato espídico como el Peter Berg de “Battleship” o este Jonathan Liebesman con “Ninja Turtles” (¡ah, sí, ya sé por dónde empezar! Señores traductores de títulos en España, o usamos el título con el que se conoce a estos personajes en nuestro país o mantenemos íntegro el título original, pero quedarse a medias tintas sólo ayuda a marear más la perdiz). Narrativamente, este reboot de los personajes creados por Peter Laird y Kevin Eastman es un despropósito de principio a fin. No es únicamente que las escenas de acción sean aparatosas y confusas, es que la misma forma en que se narra la trama principal no hace más que provocar desconcierto y perplejidad en el espectador al que sólo le queda dejarse arrastrar por un montaje atropellado y estridente. Tampoco convencen las nuevas versiones winstroladas de las tortugas, aunque hay que reconocer que resultan más naturales que Megan Fox, cuya interpretación es igual de artificial que la textura de su cara. De todo ese despropósito sólo nos atrevemos a rescatar un momento, la jam-session improvisada en el ascensor de los cuatro quelonios.

2. TARZÁN: Tarzán es uno de esos personajes (como James Bond) cuya versión cinematográfica ha logrado eclipsar incluso a su origen literario, sin embargo, los resultados no han sido siempre afortunados. El último en intentarlo ha sido el director Reinhard Klooss, con una producción animada producida por Constantin Film Produktion, quienes han empleado la técnica de la captura de movimiento para acercar a los personajes a la interpretación de los actores Kellan Lutz o Spencer Locke. El modelo empleado por Klooss ha sido muy cercano a la cinta de 1999 de la Disney, intentando sacar partido a la tecnología 3D en los paseos en liana del protagonista. Lamentablemente, el esfuerzo ha resultado ser absolutamente aberrante. El nivel de animación es penoso, sobre todo en lo referente a la captura de movimientos, haciendo que los personajes se comporten y deambulen de manera antinatural. Por si a alguien le quedaba alguna esperanza de que Kellan Lutz pudiera convertirse en un actor mínimamente aceptable, casos como esta película o su versión de “Hércules” deberían ser suficientes como para cerrarle todas las puertas del Séptimo Arte. Tal vez, las taras que acabamos de comentar podrían ignorarse, si todo esto se construyera sobre un guion sólido, pero de nuevo ahí la cinta fracasa de manera estrepitosa, con un libreto plagado de lugares comunes caducos y con un penoso intento de insuflar espíritu pulp a la historia. Aburrida hasta para los pequeños de la casa, este “Tarzán” ha resultado ser la película más insufrible que nos ha tocado ver este año, o casi, porque todavía nos queda un título más en este ranking al inframundo cinematográfico del 2014.

1. HERCULES. EL ORIGEN DE LA LEYENDA: Si Tarzán no ha tenido demasiada fortuna en sus saltos al cine, menos aún el personaje mitológico de Hércules. Terreno abonado para culturistas en el cine desde que Steve Reeves lo interpretara en 1958 y fuente original del género del peplum, muy pocas son las películas dignas de recordar sin caer en la psicotronía (y por supuesto, prácticamente ninguna fiel al mito griego). Este año hemos tenido dos oportunidades de rescatar al personaje y las dos han resultado fallidas. La segunda, ese “Hércules” dirigido por Brett Ratner y protagonizada por Dwayne The Rock Johnson contaba con algunos apuntes de guion interesantes, aunque desaprovechados y un conjunto de actores con presencia y carisma, por lo que el resultado, sin ser una obra a recomendar, resulta ciertamente más interesante que su competidora. “Hércules. El Origen de la Leyenda”, dirigida por un cada vez más irrecuperable Renny Harlin y protagonizada por Kellan Lutz (¡Si al menos le hubiesen dado el papel a Scott Adkins, aquí relegado a villano de la historia…!) es para nosotros claramente lo peor de este 2014. Desde las carencias de la producción, sus efectos digitales de pega, la falta de carisma (y de talento interpretativo) de su protagonista, lo insulso del resto del reparto y lo ramplón de su guion llevan a esta película al nivel de la más ridícula propuesta de Asylum, y es que incluso estos salen mejor parados con su “Hercules Reborn”, que al menos evita tomarse a sí misma en serio. Tanto es así que de lo poco reseñable de la versión de Harlin, la partitura musical compuesta por Tuomas Kantelinen, queda malogrado por la película. Lo que escuchado de manera independiente adquiere un loable tono épico, al juntarse con la ridiculez de esas imágenes resulta exagerado y grotesco.

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