Pasan quince minutos de la una de la madrugada y en estos momentos un niño muy deseado está naciendo en el Materno Infantil de Las Palmas de Gran Canaria. Un niño cuya llegada mantiene en vilo a un grupo de personas, mujeres y hombres, familia y amigos, todos los que hemos vivido muy cerca la tenacidad de una madre por traerlo al mundo. Emoción y nervios, wasaps y llamadas. Noche de parto. Noche de miedos y alegría. Intento hacer llevadera la espera y he pensado que nada mejor que contarle a ese bebé lo que lo vamos a querer, lo importante que su presencia será para muchas vidas, especialmente para sus padres, pero no muy alejada en importancia de lo que será para quienes hemos visto crecer a la mujer que todavía, ahora mismo, lo lleva dentro. Ha sido un embarazo complicado que hemos vivido con ansiedad, contando los días las semanas y los meses pero intentando que nuestra mamá luchadora no percibiera jamás nuestros sobresaltos. Desde el primer mes de embarazo le pusieron nombre y nos imaginamos su cara, su pelo, sus manos, sus ojos. Lo queremos antes de conocerlo, antes de que mañana, al fin, veamos su carita. Tengo ganas de decirle a ese bebé que se asoma a un mundo duro, resbaladizo, pero que aquí estaremos todos, sus papis los primeros, para que si un día pisa una pastilla de jabón, tenderle la mano, protegerlo y arroparlo. A su madre la he visto crecer desde adolescente y siempre me admiró su lucha por ser mamá. No le importó, ni asumir riesgos, ni las dificultades laborales.
Quería ser mamá y estando como está en manos de buenos profesionales en unas horas lo será. Está a punto de conseguirlo, de conseguir el sueño de su vida, abrazar a su hijo. Hoy he visto a sus amigos llorar emocionados ante la inminente llegada de una persona especial del que llevan nueve meses hablando. Las horas pasan y repican los wasaps. Ya está naciendo y aquí, desde la frialdad del teclado, veo pasar, como si de una película se tratara, episodios de la vida de esa mami a la que quiero como a una hija y me conmuevo. Quizá por eso escribo atropelladamente, para combatir la emoción, el nerviosismo y el tiempo sin quitar los ojos del móvil.
“Todo va bien”, leo…Sigue la espera.
(Despunta el día y entra una foto vía wasaps. Ya llegó, ya nació el bebé. Muy lindo. Su mami lo abraza amorosa mientras sus tíos, llorosos, acuden a comprar flores…). El padre no puede hablar de su primer hijo sin una emoción que deriva en lágrimas).
Final feliz.
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