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El tiempo de los héroes, una novela de la Guerra Civil española de Javier Reverte. Por Eduardo García Rojas

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– Todavía no se ha dado cuenta de algo, Modesto… Ignora la verdadera razón por la que hemos perdido: porque no hemos confiado en la victoria

– Usted y yo, sí, doctor Negrín…, hasta ayer por lo menos.

– Pero apenas nadie más: Azaña, ni Prieto, ni creo que ahora Rojo…, ni muchos otros. Franco, sin embargo, no ha dudado. Y todos los suyos le han creído. Por eso va a ganar la guerra. La guerra, como el poder y el amor, no admite dudas. Las tres son batallas destinadas a poseer y convierten a los hombres en fieras.

– Puede ser, señor presidente…. Pero también ellos tenían muchos más aviones, mejores armas, más tanques. Esas razones son las más poderosas. No se imagina lo que significa que te  bombardeen a diario y que no te queden más que dos alternativas: o esconderte o morir. Con frecuencia, en el frente de batalla todo valor se esfuma y el heroísmo se diluye.

– ¿No cree en los héroes?

– ¿En qué otra cosa puede creer un soldado, señor?”

(El tiempo de los héroes, Javier Reverte, Penguin Random House Grupo Editorial, S.A., 2013)

Novela antibélica, entre otras lecturas, El tiempo de los héroes cuenta en qué consistió la estrategia militar republicana para poner fin a la Guerra Civil y acabar con un enemigo que tenía enfrente, pertrechado generosamente por la Alemania nazi y la Italia fascista, y otro del que apenas se habla cuando se elogia y canta al heroísmo de los derrotados: las distintas ideologías, muchas de ellas enfrentadas, que observaron con recelo la penetración comunista en el aparato del Estado.

Javier Reverte escribe la novela como una epopeya, la epopeya del general Juan Modesto, llamado en verdad Juan Guillot León, para mostrar –a veces con mejor y otras con peor fortuna– algunos de los capítulos más sangrientos y bélicos que protagonizó. Una vida que Reverte narra con aliento épico. El personaje real se confunde así con la leyenda, transformando a Modesto en un guerrero de la mitología clásica, solo que sus hazañas se desenvuelven por las devastadas tierras de España.

Orbitan en torno a Modesto hombres y mujeres que proceden de la imaginación del autor y personajes reales como Enrique Líster y Valentín González El Campesino, Juan Negrín, Santiago Carrillo, Dolores Ibárruri Pasionariay Ernest Hemingway, entre otros peones de una guerra que perdieron. Y como la mayoría de ellos perdieron el alma por la forma en cómo la perdieron.

Javier Reverte tiene la habilidad, afortunadamente, de mantener cierto equilibrio para no caer en el maniqueísmo en un tema que parece que obliga a decantarse por una de las muchas causas que estaban en pie de guerra, aunque siguiendo los pasos de Juan Modesto se entiende y asume que las simpatías del autor se manifiesten del lado del protagonista.

A través de Modesto se explica que la Guerra se perdió no por los comunistas, los únicos capaces de hacerle frente a los rebeldes por su rígida disciplina militar e ideológica, sino por las luchas políticas en las que se entretenían los otros partidos y formaciones que combatieron lealmente por la II República.

Para contar esta epopeya, la epopeya de Modesto, Javier Reverte presenta personajes con trazo grueso, casi pintados a brochazos, al preocuparse más por la descripción de las batallas en las que estuvo presente, todas ellas narradas con movimiento,  muy cinematográficas y salvajes.

El drama de todas las guerras.

Se sitúa al el lector entre otros escenarios bélicos en la toma del Cuartel de La Montaña, Brunete, el Jarama y El Ebro. Y narra la frustración que debieron sentir algunos de los grandes estrategas del ejército republicano como Vicente Rojo, Manuel Tagüeña o el mismo Modesto al ver cómo se les escapaba la victoria de entre las manos al intentar hacer una guerra contra un enemigo que tenían delante y otro detrás.

Como novela no termina de ser regular El tiempo de los héroes. Hay situaciones, de hecho, que apenas aporta información a este ambicioso relato épico, aunque el estilo de Javier Reverte es tan aparatosamente sencillo, de una sencillez que a veces resulta arrolladoramente compleja, que se deja leer sin demasiadas complicaciones, aunque fueran perfectamente prescindibles.

Pese a su abultado número de páginas, más de seiscientas, es una novela que se mastica rápido y se digiere. Se aparta, además, de otras novelas que a lo largo de estos años se han publicado sobre aquella España en llamas. Y Reverte tiene oficio, si bien no  maneja demasiado las claves del entretenimiento, se pierde más por las de la emoción,  que hace, a nuestro juicio, ralentizar el dinamismo del relato.

Con todo, El tiempo de los héroes es una epopeya. Una novela de aventura. La historia de un guerrero.

Un canto a Juan Modesto, un hombre testarudo que, escribe Reverte, fue de los que intentó continuar peleando cuando todo estaba perdido.

* En la imagen: Vicente Rojo, Juan Modesto, Juan Negrín y Enrique Líster en el acto de despedida de las Brigadas Internacionales en Barcelona.

Saludos, soldados, la patria nos llama a la lid, desde este lado del ordenador.

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