Belén Esteban, no se rían, ha solicitado una audiencia con el Papa Francisco. Sí, pudiera parecer una broma de mal gusto, una noticia de las que coloca El Mundo Today, pero no. Resulta que la de San Blas ha visto la luz y quiere ser recibida por el pontífice en El Vaticano. Vamos, no voy a tirar del clásico ni una podía llegar a más ni el otro a menos, pero, qué quieren que les diga, a mí me parece que la petición no tiene ni pies ni cabeza.
Sinceramente, el Papa tiene cosas mucho más importantes que ocuparse de una señora que se ha dedicado los últimos años de su vida, concretamente desde que empezó a salir con Jesulín de Ubrique, a poner su vida en un escaparate mediático (previo cheque, claro está) y a buen seguro que los de ‘Sálvame’, empezando por Jorge Javier Vázquez, intentarían sacar el máximo partido a este historieta.
El problema que veo aquí es que algunos anticatólicos se han creído el cuento de que el Papa Francisco está dándole la vuelta a la Iglesia como un calcetín, pero lo cierto es que sólo está llevando ciertos aspectos que se habían quedado anquilosados al presente más rabioso. Pero de ahí a creer que el sumo pontífice se va a prestar a los juegos de una señora que no tiene absolutamente nada que ofrecer y que su fe repentina no es más que una impostura, va todo un trecho.
También sucede que a Belén Esteban se le ha dado mucha cuerda e incluso, hace algunos meses, la pusieron a la altura (aunque fuese sólo durante algunos segundos) de la princesa Letizia Ortiz en la fiesta del 15 aniversario de La Razón. La próxima ocurrencia de la de Paracuellos será pedirle audiencia al Rey o cumplir el sueño que albergan algunos tertulianos de Sálvame que no es otro que se presente a las elecciones generales. Así va a este país.
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