FIRMAS Juan Velarde

De blaugranas a blaumoradas. Por Juan Velarde

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Que algo está pasando en el interior del Fútbol Club Barcelona resulta tan obvio que no es algo que pueda sorprender. Sin embargo, el cáncer que se ha desarrollado en el seno de la entidad culé es de tal magnitud que ya ha llegado a la categoría de metástasis y los doctores encuentran muy complicado combatir el mal que le aqueja y están paralizados por el temor a hacer algo, cuando en realidad, precisamente, la solución sería dar un golpe de timón para intentar revertir el status actual o se corre el peligro de terminar con un Barcelona cadáver y con muy complicada reanimación.

La derrota en la final de Copa frente al Real Madrid no es más que un signo más de que el paciente blaugrana se halla en una situación irreversible. Todo parte desde una directiva que fue desde donde empezó a inocularse el virus de unas comisiones poco claras (más bien opacas) sobre el fichaje de Neymar. El ‘chollo’ del crack brasileño, 57 millones, ya supera los 100…y subiendo, superando lo que el Madrid pagó por Bale. Florentino, que también luchó por el crack carioca, dijo que a él le costaba la broma 150 kilos. Estaba claro que o en el Barça había mucho genio financiero o que lo que ha habido es una cadena de comisionistas que harían un perfecto puente colgante desde Lisboa a Río de Janeiro.

La solución fue que Rosell dimitiera de su cargo de presidente, pero dejaron parte de la rémora en el club ya que quien se puso (y ahí sigue, además sin convocar elecciones) es Bartomeu, también supuestamente implicado en esta trama de dineros que, por arte de magia, aparecen y desaparecen No sé a qué espera la masa social de Barcelona a poner el grito en el cielo y exigir de una vez por todas elecciones.

Y claro, cuando hay tantos líos directivos, al final el problema empieza a traspasar lo deportivo, hay una influencia, guste o no, de lo que sucede en los despachos en el terreno de juego. Además, con Tata Martino es imposible haber puesto una barrera de aislamiento. El técnico argentino no es Pep Guardiola, es un simple asalariado que ve como todos los objetivos marcados para esta temporada han caído en una semana (Champions, Copa y casi, casi, la Liga). Lo peor es que el entrenador, en la rueda de prensa postfinal Copa del Rey parecía el rostro de un paralítico, alguien inerte, como dando el pronóstico del tiempo, alguien que te transmite cero sensaciones, vamos que te da igual que llueve, truene, haga sol o nieve.

Si a día de hoy el Barcelona tuviera una directiva consolidada, lo mejor sería, aunque la Liga esté complicada, dar un golpe de mano y relevar a Tata Martino de su puesto, coger al técnico del filial y que intente revertir la situación en estos cinco últimos partidos de campeonato y preparar un proyecto a conciencia para el ejercicio siguiente. Si, ya sé que las bajas de Valdés, Piqué o Puyol han hecho daño, pero un imperio como el culé no puede andar lamiéndose las heridas de tres lesionados. Eso, por favor, déjenselo al Atlético de Madrid.

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