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Ángel Faus Belau, profesor de radio en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de Navarra, hoy Facultad de Comunicación. Mi profesor de radio. Ya he tenido la oportunidad de presentarlo en este blog, y de charlar con él sobre la radio de este país, en qué momento estamos y hacia dónde vamos. Su lucidez y brillante sentido crítico siempre han provocado mi interés. En esta ocasión, Faus, que reside en la comunidad valenciana, de la que es originario, parte en su reflexión del fulminante cierre de la RTVV, para derivar ante un escenario adverso, terriblemente pesimista, para la profesión a la que muchos hemos dedicado nuestra vida. Cada año salen de las casi 40 Facultades de Comunicación de España más de 6.000 periodistas. Al mismo tiempo, y en estos últimos cinco años han despedido a más de 10.000 periodistas y los ingresos por publicidad han descendido en estos mismos ejercicios económicos 5.249 millones de euros. Con un periodismo débil, la democracia peligra. Éste es uno de sus mensajes más duros…
Todos los medios, sin excepción, están padeciendo
una situación financiera crítica
De toda la luz y los colores que adornan cada día la Comunidad Valenciana el dominante hoy es el a negro de Canal 9. ¿Cómo hemos llegado a eso?
La pantanada de Libertad sucesora de la Dictadura dio como resultado un concepto de España situado entre los reinos de Taifas y la desaparecida Yugoslavia: todos cabeza de ratón; ninguno cola de león. Con autonomía como sinónimo de nación y ésta degradada a país, la faraónica RTVE fue el paradigma a superar por nuestras comunidades.
Ser más en todo: en costes, equipamiento, personal adecuado y más también en manipulación, corrupción y desvalijamiento. En todas ellas expertos de cuota hicieron costosísimos informes y elevadísimos estudios previos a las radiotelevisiones regionales cuya constitución estaba políticamente decidida y aprobada de antemano dijeran lo que dijesen estudios e informes previos.
Unos y otros, todos, coincidieron en la viabilidad política y el rastreo de nuevas raíces patrias envenenadas que ahí están. Ninguno estudió la viabilidad económica real en competencia con otras empresas del ramo -públicas, privadas, del satélite o la red – en comunidades escasamente pobladas para la TV. Y eso en el negocio audiovisual en el que las audiencias millonarias son definitivas a la hora de fijar las tarifas publicitarias – y con ellas la supervivencia de la empresa – es un pecado no grave sino irreparable según queda demostrado.
El profesor Faus
El impulso político soñó, creó, pagó – con nuestro dinero – las radiotelevisiones autonómicas. Y con nuestro dinero políticos de todos los colores las manipulan – nos manipulan – para su único beneficio y gloria. Es decir nuestras radiotelevisiones no son públicas sino oficiales.
Cierto. Nos hemos dado gobiernos que han legislado profusamente todos y cada uno de los aspectos del funcionamiento audiovisual público estatal. Autonomías y municipios tienen sus propias normativas también. Desde estos parámetros no hay radiotelevisión oficial en la España del 2013.
Igualmente es cierto que, en la literatura española, la picaresca tiene un lugar de honor con títulos magistrales: La desordenada codicia de los bienes ajenos, El Lazarillo, Guzmán de Alfarache, La pícara Justina, Estebanillo González, La hija de La Celestina y tantos otros que retratan magistralmente la mente espabilada por el estómago y la vida de cada día, de salto en salto por las calles y plazas.
Algo de ello ha quedado en el genético inconsciente nacional. Así se entiende porque con el apoyo de una buena pértiga gobiernos de todos los colores nacionales – incluidos los que no quieren serlo – autonómicos y municipales consiguen saltar limpiamente por sobre montañas de reales decretos, leyes y normativas de todo tipo batiendo récords internacionales de la especialidad.
El periodismo está siendo diezmado por la crisis de la publicidad.
La constatación más clara de esta realidad la encontramos en los sucesivos cambios de orientación política de la radiotelevisión de todos los niveles coincidiendo con los cambios propiciados por las sucesivas elecciones y sus acumulados correspondientes. Tanta y tan sabia y democrática legislación es incapaz de apartar el ascua de la deseada sardina de la Comunicación.
Un partido tras otro aprovecha su tiempo de gobernanza para hacerse oír a través de su radiotelevisión e intentar convencernos de las bondades ideológicas que atesora. Ir y venir a y desde despachos y redacciones de fieles Sanchos cuya panza agradece la oportunidad. Informativos construidos conforme a la agenda del presidente – le président, der Präsident o mein Führer – con textos subrayados para el corte de voz o de imagen. Loores y glorias sobre lecho de fruslerías partidistas y enfoques al nitrógeno líquido doctrinal.
La actual ruina económica de todas las radiotelevisiones autonómicas – oficiales dizque públicas – y una audiencia que no salva ni el inválido EGM son la demostración más clara de lo que decimos y sentimos en nuestro corazón y en nuestros bolsillos. Han renunciado a todo menos a su gloria y al despilfarrador canto de las sirenas. Pero no hay suficiente Circe para tanto Ulises de pega. Y un millar largo de profesionales a la calle y van cerca de los doce mil en los últimos años solo en España. Y si la Información cae la Democracia se derrumbará. Sin duda alguna.
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