El pasado 23 de julio se conoció la noticia de que la SER había decidido despedir al periodista Alberto Granados, una de las voces más arraigadas de esta cadena radiofónica, que dirigía y presentaba el programa regional “A Vivir que son dos días Madrid”, y que había logrado consolidar un proyecto durante muchos años con un equipo compacto y familiar, con el que empatizaban los oyentes del espacio desde hacía mucho tiempo.
Alberto Granados.
El programa no gustaba mucho en algunos despachos de la planta noble de Gran Vía 32. Y así se lo habían trasladado al propio Alberto. Las críticas se quejaban de que todos sus programas, el “A Vivir Madrid’ y el resto de especiales que producía para completar la parrilla en épocas de necesidad (verano, Navidades, Semana Santa, etc.) sonaban igual, contaban con los mismos colaboradores y prácticamente se movían en torno a los mismos contenidos. Se llegaba a hablar del ‘Cortijo’ de Granados en el fin de semana.
Independientemente de que la estrategia de comunicación de esas voces discordantes no trataron, desde el sentido positivo, de ayudar para mejorar, sino de criticar para demoler; lo cierto es que el ambiente de trabajo, en los últimos meses no era el más propicio para desarrollar una labor tan creativa como la producción de un programa de radio. El clima laboral, en este oficio, condiciona mucho el producto y enrarecerlo le perjudica seriamente. La SER no atraviesa por buenos momentos y el ambiente se resiente. Pero mucho más si te dicen tus jefes que no les gustas… Éste era el marco en el que trabajaba Alberto en los últimos meses… En su cuenta de Twitter, el propio Alberto reconoció: “me quitan para poner a otro”, dando a entender que había que buscar hueco para alguien que se había quedado descolgado. Por eso la información que publicó “El Confidencial”, el pasado 25 de julio, titulada “Alberto Granados, damnificado en un cambio de la SER con trasfondo sentimental” se atrevía a desvelar la identidad del descolgado. Pronto saldremos de dudas, en septiembre, cuando oigamos la voz del nuevo conductor de “A Vivir Madrid”…
Conocer a ‘la orquesta’
En 2009 tuve el honor de sustituir a Alberto durante una larga baja médica. Tratar de dirigir esta orquesta, que Alberto tenía tan afinada, era un gran compromiso. Allí, sentados, alrededor del conductor, estaban Iñaki de la Torre, Fernando Berlín, Ainhoa Goñi, Rubén Ruiz, Isabel Aires, Fran Pomares, Pablo Batlle, Andrés Madrigal, Fernando Marañón, Josepe García, Paco Pérez Caballero, Antonio Cansinos. Y yo en el medio, tratando de que el sonido respondiera a la marca habitual del programa, sin notar mucho ni la ausencia de Alberto, ni mi presencia. O sea, que la orquesta tocara sola. Y lo conseguí. Al minuto de saludar en antena, todos me hicieron sentirme cómodo a su lado. No en vano, el nuevo en la plaza era yo, pese al oficio; pero ellos sabían lo que tenían que hacer, su papel en ese simpático y entrañable teatro de las mañanas de los fines de semana en el circuito regional de Madrid de la SER.
Alberto, con parte de la ‘orquesta’, Rubén Ruiz, Fran Pomares, Pablo Batlle y Fernando Berlín.
El “A Vivir Madrid” de Alberto Granados irradiaba –nunca mejor dicho- buen rollo. La relación del director con sus colaboradores se extendía, al concluir, más allá de la radio, y continuaba en un bar próximo a la sede de Radio Madrid. Allí seguían produciendo locuras, y hablando de los mismos temas que la espada del tiempo les había cercenado en la antena.
Y esa relación, en la que tuve, insisto, el honor de participar, se notaba en la antena, cada sábado y cada domingo. Yo esperaba las clases magistrales sobre música de Iñaki de la Torre, o el ocurrente repaso a la ‘tele tonta’ de Fran y Rubén, o las músicas del mundo de Andrés Madrigal, por citar unos ejemplos. Todas las secciones formaban parte de la identidad de ese ‘A Vivir’, que practicaba como pocos el espíritu hedonista del título del programa. Si ya, desde fuera, como oyente, como compañero, ya me había enamorado del programa; desde dentro, mi sensación de bienestar aumentó, si cabe.
Un viaje ‘de ida y vuelta’
Alberto Granados abandonó durante un tiempo el fin de semana y recaló en las mañanas de lunes a viernes, en el “Hoy por Hoy Madrid”, la ‘niña bonita’ de Radio Madrid. Y se llevó a sus colaboradores, como Sardá se llevaba a Casamajor, o Toni Garrido al ‘sueco’. Y de nuevo las críticas le llovieron, por hacer ‘lo mismo’ que sábados y domingos. Alberto duró poco en este horario, fue desbancado, y tuvo la suerte entonces de regresar al fin de semana, con sus colaboradores, con la ‘familia’…
Los libros dedicados a estudiar el liderazgo en las empresas, que parten de la máxima de que “jefes pueden ser todos, pero líderes solo unos pocos”, no hacen más que recomendar como estrategia que el líder se hace más fuerte cuanto mejor es su equipo. Rodearse, pues, de los mejores consolida su liderazgo. Lo robustece. Y Alberto, consciente de esta máxima, ha sabido rodearse de unos primeros espadas.
Tan buenos serán, que Iñaki de la Torre fichó luego por el ‘Morning 80’, de la cadena musical M-80, y más tarde en “La Ventana”, con Francino, donde continúa. En este mismo programa, acaban de fichar este verano, con Roberto Sánchez, a Fran y Rubén, los “chicos de la tele”. ¡Qué vamos a decir de Fernando Berlín, que servía de contrapunto y complemento de Alberto en cada programa! Magníficos profesionales, cada uno en su sector, y mejores personas. O sea, un equipazo!
Los riesgos de esta estructura
La radio es una carrera de fondo. Los programas, por buenos que sean, no nacen y triunfan; sino que, poco a poco, van creciendo, con los propios oyentes, ajustándose, y conquistando nuevas metas. El ‘A vivir que son dos días Madrid’ de Granados ha tardado mucho tiempo en consolidarse, pero lo consiguió. Y al final podía incluso hablarse de “la familia” de la SER del fin de semana, con Alberto como anfitrión.
El riesgo, inevitable, en que puede caer esta estructura del programa es en el cansancio, en la rutina, en la repetición. Y es aquí donde hay que hacer verdaderos esfuerzos, no solo cada temporada, sino cada edición del programa, en seguir aportando, en seguir innovando, en fondo y forma. Y ésta debe ser una ‘asignatura pendiente’ permanente, valga la redundancia.
“A vivir Madrid” contaba, además, con la enorme ventaja –para mí lo es- de que el programa se emitía desde Madrid, y para Madrid. La capital no es cualquier sitio. Aquí, todos lo sabemos, la oferta cultural y de ocio, alcanza su máxima expresión a nivel nacional, en cantidad y calidad, y el fin de semana, precisamente, es el tiempo donde más se consume. Por eso, el álbum que todavía cuelga en la web de fotografías del programa, con sus invitados, muestra primeros nombres de este ámbito, que han acudido a los estudios de Radio Madrid para charlar con Alberto, y sus colegas.
Una de las salidas del programa al exterior.
La fórmula es la misma que estructura “No es un día cualquiera”, de RNE, con Pepa Fernández al frente, la única superviviente de los reiterados cambios en la parrilla de la radio pública, que aguanta como nadie, apoyada en su indiscutible éxito de audiencia. En septiembre cumplirá 15 años en antena. Ya tendremos ocasión de comentarlo y, si puedo, de entrevistar a Pepa.
Las comparaciones son… simpáticas
Creo que es un buen momento para recuperar uno de los trabajos que más me han gustado, a lo largo de mi carrera profesional, sobre mi forma de hacer radio, en comparación con el estilo de Alberto Granados. Iñaki de la Torre se ocupó de describir las diferencias, ayudado, como es habitual en él, por la música. Ahí os dejo sus reflexiones… Corría el año 2009.
Excelente artículo, amigo Gorka y excelente elección para cerrar, con ese corte de Iñaki.
Lo pasábamos en grande haciendo programas con Alberto y cuidando a sus sustitutos, sobre todo cuando tenían tu calidad profesional y humana.
Otras guerras vendrán y nos reuniremos para librarlas como hacen los viejos veteranos en las películas de colegas.
Un abrazo.
Tu análisis meticuloso y bien argumentado es un testimonio de tu profundo conocimiento y profesionalismo en este tema.