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Mi hijo es Gay. Por Efraín Medina

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Queridos amigos y amigas y confidentes.

Hace unos días  me llamó un amigo mío para decirme que necesitaba hablar conmigo un momento porque tenía un problema. Por supuesto yo le dije que desde que quisiera. Nos vimos como a las tres de la tarde para escuchar su ”problema”  que ya intuía de que se trataba , y a ser posible poder ayudarle.

Yo necesitaba comer algo por lo que aproveché y me dispuse a comer y escuchar.

Una vez me di cuenta que el amigo mío no sabía cómo empezar yo rompí el hielo.

-A ver ¿Cuál es ése problema?

-Efraín “mi hijo es gay”.

Yo solté el tenedor y no porque la noticia me impactara (ya yo lo presentía y algo sabía por la madre) lo que me sorprendió es que me planteara este tema como un problema.

Y más me sorprendió que se auto-culpara porque su hijo fuese homosexual y con la valentía suficiente para poder afrontar su identidad sexual de manera valiente y libre con 22 años.

Lo dejé que hablara, que hablara todo lo que tenía que contarme. Me impresionó cuando me dijo que quizá se debiera a la separación de su pareja hace unos ocho años y la falta de padre hizo que su hijo ”se volviese gay”. Como si ser gay fuese una carrera universitaria o una decisión que un ser humano toma de un día para otro. O que uno ”se volviera gay” así, de la noche a la mañana, como por un ”soplo divino”.

Yo primero le dije que me sorprendía muchísimo que intentara culparse de la elección sexual de su hijo, que quizá fuese hasta normal porque yo creo que honestamente ningún padre quiere que su hijo sea gay, por más tolerantes y progresistas que queramos ser. Evidentemente los padres quieren que sus hijos sean ”normales” porque nos han criado dentro de esa ”normalidad” y una noticia de esas impacta. Es que a veces se es tolerante en la piel del otro pero no en la nuestra.

Después le hablé de la felicidad, y la felicidad pasa por la normalidad. Hemos avanzado pero todavía nos falta muchísimo. La normalidad es una norma vital para poder ser felices.

Le hablé de que lo importante es que su hijo se sintiera realizado. Consiguiera sus objetivos en la vida, tuviese la capacidad de amar, de ser feliz y hacer feliz, de ser útil a la sociedad, de entregar lo mejor de sí a los que lo rodean, de ser un gran profesional, de sentirse orgulloso de haber nacido y de ser inmenso. De ser buen hijo, de buenos sentimientos independientemente de sus opciones y sobre todo, de respetar y hacerse respetar en cualquier situación de la vida.

Él me dijo que jamás se le pasó por la mente que su hijo fuese gay. Es un chico normal que siempre estaba con amigas, le encantaba el deporte, es moderno, guapo.

Yo le contesté que no entendía porque asociaba las compañías o la práctica del deporte, la modernidad o el físico con una opción sexual determinada. Que me parecía un error.

Seguimos conversando y entendía todo lo que le contaba. Utilicé vivencias personales (es mi amigo y me apeteció) para poderle ilustrar aún más con ejemplos la valiente decisión de su hijo. Creo que se fue convenciendo de la importancia de la felicidad porque definitivamente , aunque nos visualicen diferentes somos eternamente iguales.

Yo creo que él se imagina el mundo gay con muchos estereotipos y leyendas urbanas. Intenté, desde mi punto de vista explicarle la realidad y aconsejándole que viviera la decisión o la confesión de su hijo con la mayor normalidad del mundo. Que se sintiera orgulloso porque, como en este caso conozco a su hijo, tenía motivos más que suficientes para sentirse totalmente orgulloso como padre. Muy muy orgulloso, inmensamente orgulloso.

Por supuesto que entiendo que como padre tenga muchos temores a algo desconocido para él, que sienta miedos y que intente proteger a su hijo hasta el final. Pero creo que su hijo tiene que tomar decisiones en la vida como cualquier persona. Algunas equivocadas, otras acertadas, otras dolorosas. En definitiva, nos pasamos todos los días y toda la vida tomando decisiones.

Creo haber sentido que mi amigo se fue absolutamente convencido de mis palabras sentidas, sinceras y leales. Y también se porque fui yo el elegido para esta confesión. Primero porque soy su amigo y segundo porque él sabía que en este tema, nadie de sus amigos  le podría aconsejar como yo. Eso me hizo sentir hasta importante.

Al final le gasté una broma que espero la haya tomado con el mismo sentido del humor con la que se la dije. Le dije al final cuando nos despedimos: me alegro mucho, dale saludos a tu hijo y dile de mi parte que ”bienvenido al club”. El se rió yo me reí y quedamos en que seguíamos conversando con total discreción todas las veces que quisiera. En definitiva, mi amigo también me ha escuchado muchísimo en otras ocasiones  y me ha dado grandes consejos siempre.

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