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ENTREVISTA. Manuel Almeida Suárez, catedrático de Lingüística General

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«Se está conformando una norma regional lingüística más uniforme que la que existía en la primera mitad del siglo XX”

 

Dolorez Hernández/Fotos: Natale Sandoli.-A Manuel Almeida Suárez le avalan 35 años de actividad académica en el ámbito universitario de Canarias (1978, en la Escuela Universitaria de E.G.B. de la ULPGC, y 1979-2013, en la Facultad de Filología de la ULL). Durante ese período, M. Almeida ha llevado a cabo proyectos de investigación en Dialectología, Fonética experimental y Sociolingüística. Más de la mitad de sus contenidos bibliográficos (10 libros, 70 artículos y otros tantos capítulos de libros de Lingüística y Literatura) tratan sobre el dialecto canario, que tuvo como punto de partida el año 1983, con su tesis doctoral El habla rural en Gran Canaria. Profundo conocedor del español de Canarias, Almeida Suárez cuestiona el futuro de la dialectología canaria pues, según él, “nuestros dialectólogos parecen tener los ojos cerrados a los avances teóricos y metodológicos que se están llevando a cabo en otros países”.

¿Nos puede hacer un balance de sus 35 años de actividad académica en las universidades de Las Palmas de Gran Canaria (1978) y La Laguna (1979-2013)?

“En Las Palmas solo permanecí unos meses del año 1978. Así y todo, este tiempo fue muy importante para mi, sobre todo en el aspecto personal. En septiembre de 1978 me trasladé a La Laguna con una beca FPI y comencé a trabajar en el Instituto de Lingüística “Andrés Bello”, donde hice la tesina. En 1979 me incorporé al Departamento de Filología española como docente y continué desarrollando la investigación en el Instituto de Lingüística “Andrés Bello”. Por tanto, mi formación, desarrollo y, en caso de haberla alcanzado, madurez como docente e investigador se han llevado a cabo en la universidad lagunera.

En 35 años se pueden hacer muchas cosas, buenas y malas. En este tiempo he impartido unas diez asignaturas, algunas bien diferentes entre sí, lo que me ha permitido tener una visión más o menos amplia de las distintas escuelas lingüísticas contemporáneas. He defendido la incorporación de la Sociolingüística a los planes de estudio. He procurado estar al tanto de los avances que se han ido produciendo en algunos campos de la Lingüística (como la Sociolingüística y la Fonética y Fonología, que son las asignaturas a las que más tiempo he dedicado). He procurado desarrollar el espíritu crítico entre los alumnos, no solo con respecto hacia las disciplinas y teorías con las que no estoy de acuerdo, sino incluso con las propias teorías que defiendo. En el campo de la investigación, he dirigido media docena de tesis doctorales y otras tantas tesinas. En el nivel institucional, he sido director del Departamento de Filología española durante cuatro años. En definitiva, creo que he vivido intensamente la vida académica tanto en el campo de la enseñanza como en el de la investigación. No obstante, también debo reconocer que a estas alturas ya estoy empezando a sentirme un poco cansado de todo ello. Seguramente en esta actitud tiene que ver el momento tan malo que está viviendo nuestra universidad y nuestra sociedad en general”.

– ¿Qué objetivos motivaron la creación del Instituto Universitario de Lingüística “Andrés Bello” de la ULL, en 1977, del que usted es miembro y ex director (2002-2006)?

“Fueron principalmente dos: desarrollar estudios gramaticales y semánticos de la lengua española y del dialecto canario. Posteriormente se fueron desarrollando otros campos de investigación: la Sociolingüística, la Fonética experimental, etc.”

– ¿En qué se basaron los proyectos de investigación que usted llevó a cabo en los Institutos de Ciencias de la Información de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (1988), de Lingüística de la Universidad de Puerto Rico (1990) y en el Ibero-Americano de Berlín (1995)?

“En el Instituto de Ciencias de la Información de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires quise desarrollar una investigación de Fonética Experimental sobre el español de Canarias. La visita al Instituto de Lingüística de la Universidad de Puerto Rico tuvo por objeto aprender el dominio del programa estadístico VARBRUL, diseñado espacialmente para estudios de Lingüística de la Variación. Por último, la estancia en el Instituto Ibero-Americano de Berlín tuvo por motivo acceder a los interesantes y completísimos fondos de su biblioteca”.

– Además de su participación en congresos y en cursos de especialización en el exterior, usted es autor de seis libros, coautor de otros cuatro y redactor de más de 60 artículos de Lingüística y Literatura en revistas científicas especializadas – Boletín de Filología de la Universidad de Chile, Estudios de la Sociolingüística, Anuario de Letras, Revista Internacional de Lingüística Iberoamericana, etc.-. En su experiencia como ponente y escritor, ¿la divulgación del español de Canarias tiene repercusión en la Península y en otros países hispanohablantes?

“Cuando preparaba la tesis, e incluso después de haberla terminado, en el Departamento de Filología española se oía decir a algunos colegas que el tema canario no le interesaba a nadie de fuera de nuestras islas. Sin embargo, cuando empezamos a asistir a congresos y a publicar en revistas nacionales e internacionales, quienes trabajábamos en el español canario nos dimos cuenta de que todo lo relacionado con este dialecto canario sí que despertaba interés fuera del Archipiélago. Dada la importancia histórica que han tenido y tienen las Islas Canarias, sobre todo en lo que se refiere a la relación de la España peninsular con la América hispanohablante, las investigaciones que se llevan a cabo en el Archipiélago interesan a los estudiosos de ambos lados del Atlántico. Por tanto, para cualquier persona que se dedique al estudio de la lengua hablada, especialmente los dialectólogos, es importante conocer cuáles son las tendencias lingüísticas que se producen en el Archipiélago, no solo por el conocimiento en sí de esas información, sino porque dicha información, junto a los resultados que se van produciendo en otras áreas dialectales, nos permite afinar más en las teorías que manejamos sobre la formación de dialectos, variación y evolución de estos, etc.”.

– En su libro El español de Canarias, del que es coautora Carmen Díaz Alayón, usted coincide con otros investigadores en describir el español hablado en las Islas como: “Una variedad hispánica meridional a la que se han incorporado elementos del sustrato lingüístico prehispánico del adstrato occidental ibérico y del español de América”. Otros aportes son las unidades de procedencia arábiga, los lusismos y los anglicismos. Como usted apunta: “En el caso del español de Canarias, los aportes son tantos como las culturas y lenguas que se han relacionado con el Archipiélago a lo largo del tiempo”. ¿Qué factores  han intervenido y condicionado la evolución lingüística de Canarias?

“La modalidad lingüística que se habla actualmente en Canarias es el resultado de la confluencia de diversos procesos. En primer lugar, del tipo de colonización que se produjo. Una vez conquistadas las islas por la corona de Castilla se llevó a cabo la repoblación del Archipiélago con individuos procedentes de diferentes zonas del país. La mayoría de estos colonos procedía de Andalucía occidental, de ahí que en el español canario haya una clara base andaluza. Esta base andaluza se manifiesta en rasgos lingüísticos como el seseo, la aspiración de -/s/ implosiva (las personas > lah personah) y del sonido jota, en el tipo de /s/ que domina entre nosotros (predorsal, a diferencia de la apical castellana), etc. En segundo lugar, en lo que se refiere al léxico, hay una influencia de diferentes lenguas: i) de las lenguas prehispánicas, que actúan como sustrato (palabras como gofio, baifo y otras muchas tienen este origen); ii) del portugués (en palabras como magua, petudo o fechillo); no se olvide que los ingenios de azúcar que se desarrollan en las islas suelen estar al cargo de portugueses, aparte de que Canarias está relativamente próxima a otras islas portuguesas; iii) del árabe (en palabras como dula o almagrote), etc. También, y como consecuencia de las relaciones con América, hay una influencia de los dialectos americanos (como se observa en la presencia de palabras como boniato, guataca y muchas otras)  Por último, en lo que respecta a la sintaxis y el léxico, la mayoría de las unidades y estructuras que conforman estos niveles de la lengua son más o menos comunes a todo el español. Ahora bien, las circunstancias geográficas, sociales, económicas e históricas de las islas han permitido el desarrollo de rasgos lingüísticos particulares. Por ejemplo, en Canarias, a diferencia de la mayoría de los dialectos peninsulares, apenas existe leísmo. También alternamos entre nada más-más nada y nunca más-más nunca, cuando en los demás dialectos las formas más normales son nada/nunca más. En el léxico encontramos una gran cantidad de palabras que sirven para designar determinados aspectos de la realidad en que vivimos y que están ausentes de otras normas: tarosada, sancocho, perenquén, etc.

La influencia de los demás dialectos hispánicos continúa actualmente. Por ejemplo, muchos canarios de clase media, media-alta y alta, que hasta poco eran seseantes practican la distinción s/z sobre todo cuando hablan en contextos púbicos. Este cambio puede deberse a una influencia del castellano estándar”.

– “Aunque la lengua de los antiguos canarios se pierde de forma definitiva, la influencia del sustrato lingüístico prehispánico sobre las hablas insulares modernas se produce de modo efectivo. Los vocablos prehispánicos conservados se refieren mayoritariamente a las parcelas léxicas de la ganadería y la cerámica y también hay voces referidas a la alimentación y la botánica”, según sus palabras. Respecto a este asunto trata dos cuestiones de interés: por un lado, “resulta difícil precisar si todos estos materiales sean realmente prehispánicos” y, por otro, la vitalidad en el uso. Por su condición de especialista en Lingüística y profesor de la Facultad de Filología, ¿qué órganos deben intervenir y qué medidas se deben adoptar para la preservación del español de Canarias?

“Son los propios hablantes quienes preservan la lengua hablada en Canarias y quienes deciden levar a cabo los cambios que consideren pertinentes. Por tanto, considero que ninguna institución política ni cultural (por ejemplo, la Academia Canaria de la Lengua) debe intervenir en ningún sentido sobre la lengua hablada, por ejemplo, decidiendo qué usos son correctos y qué usos son incorrectos. En todo caso, si hay un campo en el que deba intervenirse es en el fomento de las actitudes positivas hacia todas las formas de habla, algo que debe hacerse desde la misma escuela.

Tampoco hay que preocuparse por la preservación de los rasgos característicos o idiosincrásicos del canario. La lengua no es una pieza de museo que debe conservarse inalterable. Por tanto, dejemos que sean los hablantes quienes la hagan evolucionar del modo que crean oportuno”.

– Del análisis de la descripción del estado actual del español de Canarias, se desprende que: “la ciudad de Las Palmas es el centro innovador del Archipiélago y la isla de El Hierro el exponente más claro de una modalidad de habla manifiestamente conservadora”. Pero advierte que “entre una y otra coexisten un conjunto de tendencias opuestas”. ¿A qué se debe esa heterogeneidad del mapa lingüístico de Canarias, apreciable en aspectos como el deje?

“En primer lugar, al hecho de que el territorio que constituye el Archipiélago está fragmentado en islas, una circunstancia que ha venido trabajando durante siglos (sobre todo en las épocas de menor movilidad espacial de los individuos) en la conformación de normas lingüísticas insulares diferentes. En segundo lugar, a la endiablada orografía de algunas islas, que ha permitido que algunas comunidades hayan permanecido aisladas durante años, favoreciendo así el desarrollo de normas comarcales o locales. En tercer lugar, la escasa movilidad geográfica que ha existido en el Archipiélago hasta prácticamente los años 60 del pasado siglo. En cuarto lugar, a factores relacionados con el tipo de poblamiento que caracterizó a las diferentes comunidades del archipiélago (relacionados sobre todo con la procedencia de los hablantes). En quinto lugar, a la diferente evolución lingüística que se ha producido en cada ciudad o localidad debido a necesidades comunicativas particulares.

Ahora bien, a lo que estamos asistiendo en las últimas décadas es a un tipo de situación que ya ha sido descrita para otros muchos dialectos europeos (incluidos los dialectos españoles): muchas formas lingüísticas de tipo local, que tienen por tanto un uso restringido, se están perdiendo y están siendo sustituidas por formas más generales. Por ejemplo, la isla de El Hierro se caracteriza porque en la norma lingüística tradicional se pronuncia /s/ final de palabra (las cosas, los coches, etc.), cuando en el resto del Archipiélago la /s/ final se aspira. Cuando escribimos el libro El español de Canarias (publicado en 1989) observamos que había determinados individuos de la isla (fundamente jóvenes, personas con un nivel educativo más alto e individuos que viajaban con relativa frecuencia fuera de la isla) que estaban abandonando la norma local y se estaban inclinando hacia las pronunciaciones aspiradas, más generales en canarias. Estas observaciones que hicimos hace casi 25 años han sido corroboradas recientemente por otros investigadores. A resultados semejantes se ha llegado en estudios sobre comunidades rurales y urbanas del Archipiélago. Por tanto, da la impresión de que se está conformando una norma regional lingüística más uniforme que la que existía en la primera mitad del siglo XX”.

– Almeida Suárez pone especial énfasis en que la ausencia de una norma única en el Archipiélago canario se debe a “la inexistencia de un grupo social con el suficiente prestigio para aglutinar en torno a sí una conciencia lingüística determinada”.

“Si alguna vez defendí esta idea, ya no pienso lo mismo. Que yo sepa, esta tesis fue formulada por Ramón Trujillo en un artículo publicado a comienzos de los 80. Es probable que algunos la hayamos defendido en el pasado, pero se trata de una idea que actualmente ha quedado obsoleta. Lo que nos dice la Lingüística de la variación es que no hay comunidades homogéneas en ninguna parte del mundo. En cualquier ciudad, localidad, pueblo, caserío, etc., es normal encontrar diferencias en el modo de hablar de los individuos en función de su edad, clase social, sexo-género, nivel de estudios, actitudes ante la lengua y la sociedad, etc. Por tanto, la situación más frecuente que podemos encontrar en cualquier parte del mundo es que las normas lingüísticas sean heterogéneas. Que todavía hoy se siga confundiendo homogeneidad con regularidad (y, por tanto, con norma) no es sino una consecuencia del dominio que han tenido en el ámbito académico teorías lingüísticas como el Estructuralismo y la Lingüística Generativa. Estas teorías, a pesar de sus diferencias de método, comparten algunos supuestos, como creer que la lengua hablada es extremadamente variable (de un individuo a otro, dentro del mismo individuo, etc.), y allí donde hay tanta variabilidad es imposible hablar de regularidad o sistematicidad, y, por tanto, también es imposible hablar de gramaticalidad. Es por eso por lo que los lingüistas estructuralistas y generativistas (al menos en sus versiones más ortodoxas) plantean que donde único se encuentra esta regularidad es en la gramática mental, que, además, es común a todos los individuos de una misma comunidad. El desarrollo de las teorías lingüísticas de corte más funcionalista que se produce a partir de los años 50 del siglo XX ha echado por tierra esta y otras premisas semejantes”.

 Fotos: Natale Sandoli.

– En el apartado de Fonética y Fonología del libro El español de Canarias, tras su análisis del vocalismo en el Archipiélago usted que señala que, en general, se mantiene la preferencia por el timbre medio de las vocales. En cuanto a las consonantes se refiere, concluye que: el debilitamiento articulatorio caracteriza la /f/ canaria,  la sonorización de /p, t, k/ es un fenómeno que está plenamente arraigado en las hablas canarias, la distinción /-r/-l/ se mantiene en las hablas arcaizantes a diferencia de las hablas urbanas más innovadoras, la realización normal de /s/ en el Archipiélago es la implosiva aunque distingue tres tendencias… ¿De qué son indicadores estos datos?

“Con respecto a esta pregunta, debería empezar diciendo que el libro fue publicado en 1989 y que ya no mantengo algunas cosas que allí sostenía. Por ejemplo, no es cierto que la distinción entre /r/ y /l/ implosivas (en palabras como tarde o alto) sea característica de las zonas innovadoras (los núcleos urbanos) frente a las zonas arcaizantes (los núcleos rurales). Por lo que respecta al resto de los fenómenos descritos, casi todos se refieren a un proceso de debilitamiento que caracteriza a las consonantes. Quiere esto decir que nuestras consonantes no se articulan con tanta energía como se articulan en el castellano estándar. Sin embargo, nos entendemos perfectamente cuando hablamos, lo que significa que empleamos la lengua de un modo más económico (es decir, obtenemos el mismo beneficio –entendernos– con un menor coste). En cualquier caso, el debilitamiento de las consonantes es una característica de todos los dialectos hispánicos, al menos en sus versiones más coloquiales o menos formales”.

– Desde el punto de vista Morfosintáctico, los hablantes canarios manejan tanto formas correctas como incorrectas en el uso normal de la lengua. Así, usted nos explica que fenómenos como el leísmo y el loísmo son desconocidos en nuestras hablas, la forma vosotros es sustituida por ustedes. También revela la particularidad de algunos verbos como: poder (pué, puei), ver (vei, vía), ir (dir, dían, diendo), haber (habemos), ser (semos, sos) o que el dequeísmo se ha extendido entre hablantes de cualquier nivel cultural. ¿A qué se deben esos fenómenos en nuestra habla?

“Desde una perspectiva sociolingüística (que es desde donde yo analizo la lengua hablada) se rechazan los conceptos ‘hablar bien’ y ‘hablar mal’, ya que ambos parten de una visión normativa de la lengua, y nosotros adoptamos una actitud meramente descriptiva o explicativa. El hecho de que hablantes canarios empleen formas como pué o puei por puede, veí por , etc., revela que el nivel educativo de los individuos, la clase social a la que pertenecen o su procedencia rural o urbana son factores que se reflejan claramente en su forma de hablar. Normalmente, variantes como pué, puei o veí son más habituales en zonas rurales y en personas sin estudios. Ahora bien, no hay que olvidar que muchas formas morfosintácticas que se consideran incorrectas, no normativas o no estándares también se producen en el modo de hablar de individuos con estudios (incluso en el discurso de personas universitarias). Por ejemplo, formas no estándares como habían, habemos o habíamos, el dequeísmo (Pienso de que no va a venir en vez de Pienso que no va a venir) y el queísmo (No se dio cuenta que lo seguían en vez de No se dio cuenta de que lo seguían) las podemos encontrar en el habla de gente de cualquier nivel educativo.

Estos casos que he mencionado son diferentes de otros como el uso de ustedes por vosotros o la ausencia de leísmo, que nadie se atreve a tachar de incorrectos. Se trata, simplemente, de rasgos morfosintácticos que revelan un desarrollo diferente de nuestra norma lingüística, pero que están perfectamente aceptados por hablantes de otras normas”.

– Su primer trabajo dialectal sobre el Archipiélago se remonta a 1983, año en que lee su tesis doctoral El habla rural en Gran Canaria, publicada posteriormente. Tras sus análisis fonético-fonológico, morfosintáctico y semántico a hablantes procedentes de ocho localidades de Gran Canaria, ¿a qué conclusiones se ha llegado?

“Es muy difícil sintetizar los resultados obtenidos porque se trataba de analizar el habla de ocho municipios grancanarios en tres niveles lingüísticos: fonético-fonológico, morfosintáctico y léxico-semántico. Es por eso por lo que solo aportaré algunas conclusiones. En primer lugar, las diferencias más importantes entre los municipios se localizan en el léxico, y menos en la Fonología y la Gramática. Por ejemplo, ante la pregunta ‘Nombre del molde para el queso’ se obtuvo aro en La Aldea de San Nicolás, Agaete, Mogán, Guía, Artenara y Teror, mientras que en San Bartolomé de Tirajana y Arinaga se diferenciaba entre aro ‘molde de latón’ y ampleita ‘molde de palma’. Para la pregunta ‘Nombre del líquido que escurre la cuajada’ se obtuvo suero en Arinaga, suero y tabefe en San Bartolomé de Tirajana y Guía, mientras que en los restantes municipios se distinguía entre suero ‘líquido sin hervir’ y tabefe (o tabique) ‘líquido hervido’. En segundo lugar, se observó que la lengua hablada carece de muchas estructuras sintácticas que suelen aparecer descritas en las gramáticas de la RAE, como las partículas distributivas cual… cual, las locuciones consecutivas tal… que, supuesto que, etc. También se prefieren las formas simples de los verbos a las formas compuestas (como el gerundio compuesto, el potencial compuesto, etc.). En tercer lugar, dado que en la lengua hablada los individuos tienen menos tiempo para planificar el discurso que en la modalidad escrita, es normal que se usen unas formas lingüísticas por otras, como ser y estar por tener (La misma forma están, en vez de La misma forma tienen), estar por haber, y a la inversa (Esa tiene redonda por Esa es redonda), etc. Otra consecuencia de ello es la elisión de preposiciones, como (A) todo eso llaman cerros, Va a morir a la playa (de) La Aldea, (Por) primera vez, etc. En cuarto lugar, el estudio fonético-acústico reveló que las vocales /a, e, o/ son algo más cerradas que las castellanas, mientras que /i, u/ son algo más abiertas. Por último, el sistema consonántico muestra un alto grado de debilitamiento, que se manifiesta en la pérdida de consonantes sonoras (/b, d, y, g/ o en la sonorización de consonantes sordas (/p, t, ch, k/)”.

El habla de Las Palmas de Gran Canaria – un estudio pionero en Canarias para la época (1990) – además de introducir los componentes sociocultural y generacional, tiene en cuenta el factor estadístico y establece las diferencias por sexos. ¿Qué destacaría de cada uno de estos apartados?

“Permítame comenzar con una corrección: en 1990 se publica también Estudio sociolingüístico del español de Las Palmas de Gran Canaria, de José A. Samper, un libro donde se analiza la estratificación social de la lengua en la capital grancanaria. Hay dos diferencias importantes entre ambos libros: i) la obra de Samper tiene un enfoque sociolingüístico, mientras que la mía tiene un enfoque más dialectal (aunque también analizo la variación social de la lengua), y ii) Samper se centra en el estudio de algunos fonemas consonánticos, mientras que yo analizo todo el sistema fonológico (al menos en el nivel segmental).

Con respecto a los resultados de mi investigación, se observa, como era esperable, que las personas con un menor nivel de instrucción emplean más toda una serie de fenómenos que se apartan de la lengua estándar, como la pérdida de /b, d, y, g/ (llevado > llevao, agua > aua, etc.), de cambio de r > l (tarde > talde), o de aspiración de /r/ en los grupos consonánticos /rn/ y /rl/ (carne > cahne, mirlo > mihlo). Al contrario, los individuos con estudios medios y altos emplean un tipo de rasgos fónicos más próximos a la lengua estándar. Por lo que respecta a los niveles generacionales se observa, entre otras cosas, que el cambio l > r (algo > argo) ha avanzado más entre los jóvenes, mientras que el cambio r > l es más frecuente entre los miembros de la generación más vieja. En el grupo de más edad también han avanzado más fenómenos como la pérdida de /r/ y /l/ (terminar > terminá, azul > asú), entre otros. Por último, las diferencias según el sexo/género revelan que, en general, y siguiendo una tendencia que se ha descrito en otras comunidades, los fenómenos fonéticos más próximos a la variedad estándar (los más prestigiosos, como el mantenimiento de las consonantes vs. su elisión) son más empleados por las mujeres. Sin embargo, las diferencias entre hombres y mujeres son muy poco relevantes. Todo lo dicho hasta aquí indica que las diferencias sociales en función del nivel educativo, la edad y el sexo o género de los individuos terminan por reflejarse en el modo de hablar. A este respecto, la lengua, lo mismo que otros hábitos culturales, sirve para marcar las diferencias sociales entre las personas”.

– También realizó un estudio estadístico comparando los datos del habla de la capital con los obtenidos en el medio rural. ¿Cuáles son las semejanzas y las diferencias entre el habla de Las Palmas y el resto de la isla?

“Es muy difícil hacer comparaciones entre los dos ámbitos, el rural y el urbano, ya que las dos investigaciones fueron diferentes. Como se ha comentado, en el ámbito rural se trabajó con todos los niveles de la lengua (fónico, morfosintáctico y léxico-semántico), mientras que en la capital solo se trabajó con el nivel fónico. Además de eso, en el ámbito urbano se trabajó con grupos sociales, mientras que en el medio rural no. Así y todo podría decirse que en el medio rural están más desarrolladas formas fonéticas como la aspiración de h inicial de palabra (procedente de palabras que en latín comenzaban por /f/), como decir jose por hoz; la epéntesis de /n/ final de palabra (pared > parén); el cierre de /e, o/ finales de palabra (tomate > tomati, muro > muro), etc.”.

– En su publicación Diferencias sociales en el habla de Santa Cruz de Tenerife se describe el nivel fónico de esa ciudad, tomando como referencia la distribución de la población según el sexo, el nivel cultural de los hablantes y la generación. Su investigación se basó en el análisis de unos 36.000 sonidos consonánticos y vocálicos proporcionados por 270 informantes (sociolectos). ¿Qué datos de interés nos podría aportar al respecto?

“Lo que se hizo en Santa Cruz de Tenerife fue repetir el mismo tipo de investigación llevado a cabo en la capital grancanaria, añadiendo un capítulo de actitudes, donde se analizaba qué es lo que pensaban los hablantes santacruceros ante la variación lingüística. En general, las diferencias entre los grupos sociales fueron más atenuadas que en el caso de Las Palmas, lo que indica que la estratificación social de la lengua está en principio menos marcada en Santa Cruz. Los resultados más generales indican que la pérdida de /b, d, y g/ y de /r/ está más avanzada en individuos con un menor nivel de instrucción, mientras que las realizaciones palatales de /ch/ (que se asemejan a la pronunciación castellana) son más frecuentes en las personas de nivel de instrucción más alto. El análisis por generaciones reveló que fenómenos como la pérdida de /s/ final (en palabras como casas, libros) y de /r/ han avanzado más entre las personas de más edad, mientras que la elisión de /l/ y la palatalización de /ch/ son más frecuentes en el grupo de edad más joven. En lo que respecta a las diferencias por sexo/género se observó que la palatalización de /ch/ es más frecuente entre las mujeres. Otros fenómenos que son más frecuentes en este grupo son la pérdida de /n/ (corazón > corasó), el cambio r > ly la elisión de /s/ y /r/. En cualquier caso, como ya se ha comentado, esta ha sido una variable social poco productiva ala hora de explicar la variación sociolingüística en Santa Cruz.

El análisis de actitudes demostró que los hablantes de la capital son conscientes de la variación social de la lengua, y que otorgan valoraciones positivas y negativas a determinados rasgos lingüísticos. Por ejemplo, fenómenos como la pérdida de /r/, /l/ o /n/, cambios como r > l o l > r o la aspiración de /r/ en los grupos /rn/ se consideraba que eran más bien propios de personas sin instrucción, mientras que el mantenimiento del grupo consonántico /kt/ en palabras como exacto o efectivamente era una característica de los grupos sociales con más instrucción. Sin embargo, los informantes se mostraron mucho más dispersos cuando trataron de adscribir cada uno de los fenómenos propuestos a un grupo de edad o a un sexo concreto. Esto significa que los individuos analizados tienen más conciencia la variación social en función de la clase y del nivel educativo que de otras variables sociales”.

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– Otros temas que usted ha estudiado son Tiempo y ritmo en el español canario (1999). ¿Qué caracteriza el ritmo del español de Canarias y en qué difiere de otras lenguas o variedades del español?

“Es muy difícil tratar de resumir el contenido del libro, ya que se trata de un texto muy técnico: un análisis acústico donde se trataba de determinar si los factores que participan en la organización de la duración de los sonidos, sílabas y estructuras sintácticas mayores eran los mismos que ya habían sido descritos para otras modalidades del español y para otras lenguas (como el francés, inglés, italiano, portugués, sueco, etc.). Se trata, por tanto, de un estudio que podríamos enmarcar en la Lingüística contrastiva. Una de las cuestiones que se estudia ahí es si el español es una lengua de ritmo acentual o silábico. En el ritmo acentual los períodos entre acentos más largos tienden a reducirse con el fin de que su duración sea la misma que la de los periodos cortos. Es decir, en una frase como Juan no supo hasta el martes que lo habían despedido, en la que se han subrayado las sílabas tónicas, hay una sílaba átona entre los dos primeros acentos, y cuatro sílabas átonas entre los acentos 2 y 3 y entre los acentos 3 y 4. Para conseguir la isocronía los hablantes tendrán que pronunciar con más rapidez estas dos últimas secuencias intertónicas que la primera. En cambio, en el ritmo silábico las sílabas tienen a tener la misma duración, independientemente de si son tónicas o átonas, del número de sonidos que las constituyen, etc. Los resultados no mostraron ningún efecto de isocronía ni en los períodos intertónicos ni en las sílabas. La conclusión, sugerida para otras lenguas, es que posiblemente la isocronía sea un fenómeno perceptivo, no de producción; es decir, hay diferencias de duración en la pronunciación de las sílabas y períodos intertónicos, pero el oído humano no es capaz de discriminar entre estas diferencias.

Otro fenómeno que se estudió fue el de la alternancia. La idea que subyace a esta idea es que, con el fin de lograr secuencias más eufónicas (o eurítmicas), los hablantes tienden a producir un discurso donde se alternan sílabas fuertes y débiles: DFDFDF…. Por tanto, cuando en el discurso se suceden varias sílabas átonas (como en Vi que no paraba), algunas de ellas se pronuncia con más énfasis (en el ejemplo citado, para conseguir un patrón alternante la única sílaba débil que se vuelve fuerte es no). Y al contrario, cuando se suceden varias sílaba tónicas (como en Paró pronto o Bebí té negro) alguna de ellas se vuelve débil. Los resultados fueron también negativos, por lo que se rechazó el patrón alternante”.

– En 1997 se editó el Manual de prácticas Fonética y Fonología en el que usted intervino junto a otros profesores de la ULL. Éste consta de cuatro partes: 1. Textos para comentar. 2. Esquemas articulatorios, 3. Acústica del sonido y 4. Textos para transcribir y comentar. ¿Esta publicación se ha convertido en un referente bibliográfico para los estudiantes de Filología?

“La verdad es que no he seguido con mucho interés la suerte de dicho libro, seguramente porque participé en él al final, cuando las demás partes ya estaban confeccionadas. Pero, según me comentan algunos colegas, es un texto que todavía se sigue empleando en la Facultad de Filología. Eso quiere decir que tal vez sigue despertando cierto interés”.

– Entre los textos publicados en el manual hay uno sobre “El silbo gomero”, libro escrito por el profesor Ramón Trujillo, a quien usted y la profesora Josefa Dorta han homenajeado con la edición de Contribuciones al estudio de la lingüística hispánica, un recopilatorio de capítulos de libros escritos por distintos autores. R. Trujillo define el silbo gomero como “un mecanismo sustitutivo del lenguaje oral como la escritura, el sistema Morse, etc.”. ¿Cuál es el germen del silbo gomero? ¿Se sabe de su práctica en otras latitudes?

“Desconozco las razones concretas que han llevado a la creación y desarrollo del sistema de comunicación por medio del silbo en La Gomera. Pero sí podemos hablar de una razón general: la endiablada orografía de la isla es un escenario idóneo para que se desarrolle este sistema de comunicación. Se trata de un sistema muy elemental, elaborado con apenas unos pocos rasgos; de hecho, si no estoy equivocado, los silbadores gomeros usan el tono grave o agudo para distinguir entre dos tipos de ‘vocales’, y el tono grave/agudo y el rasgo interrupto/continuo para distinguir entre ‘consonantes’. Sin embargo, a pesar de la ambigüedad que aparentemente podría producirse debido a un sistema de comunicación tan elemental, el procedimiento es sumamente eficaz en el entorno geográfico y social de La Gomera.

Los lenguajes silbados existen en otras partes del mundo, aunque parecen haberse desarrollado especialmente en México”.

– Además de la Dialectología y la Fonética experimental, la Sociolingüística es otra de sus vertientes investigadoras. Sociolingüística es el título de su publicación. Esta disciplina lingüística que estudia el lenguaje y su relación con la sociedad y la cultura tiene su desarrollo empírico y bases teóricas en los años sesenta del siglo XX, según citamos de su libro. ¿Cómo ha evolucionado esta disciplina en su medio siglo de existencia?

“Pues, prácticamente, como todas las disciplinas que tienen un período de vida relativamente corto: bien en unas cosas y no tan bien en otras. Entre los aspectos positivos hay que destacar que las investigaciones sociolingüísticas se llevan a cabo actualmente en todas partes, lo que implica que esta metodología ha sido aceptada por una gran parte de la comunidad científica. Una vez que se ha comprobado el poder explicativo de la disciplina para dar cuenta de las situaciones de variación y cambio lingüísticos, donde la Sociolingüística ha presentado y contrastado sus propias herramientas de análisis, su popularidad ha crecido. A este respecto hay que destacar que la propuesta sociolingüística de que es posible analizar los cambios lingüísticos mientras estos se están produciendo (frente a la posición de la Lingüística histórica, que analiza los cambios una vez que estos se han producido) ha tenido una gran repercusión en el campo de las teorías lingüísticas. Por otro lado, el diálogo que la disciplina ha sabido mantener con otras ciencias (como la Psicología social) le ha permitido ir renovándose. Por ejemplo, la Teoría de la Acomodación Comunicativa, que propone que los individuos modifican su modo de hablar para adoptar su norma lingüística a la de los interlocutores en aquellas situaciones en que pretende obtener algún tipo de beneficio social o personal, surgió en el campo de la Psicología social, pero la Sociolingüística la ha adoptado para explicar algunos procesos que se llevan a cabo en las interacciones cotidianas. Otro aspecto que hay que destacar es que los análisis estadísticos de la variación sociolingüística, que en un comienzo estaban restringidos a muy pocas investigaciones, se ha popularizado en la actualidad, proporcionando así un mayor rigor a los estudios. Frente a estos avances, hay preguntas que se plantearon en los años 60 y 70 y que todavía no han sido satisfactoriamente respondidas. Por ejemplo, el distinto modo de hablar de los hombres vs. las mujeres, de los jóvenes vs. los adultos, de las clases altas vs. las clases medias y trabajadoras, ¿es solo una cuestión superficial, que afecta únicamente a los usos lingüísticos, o implica que en realidad en una comunidad se manejan diferentes gramáticas, en función del grupo social al que pertenece el hablante?”

– En las situaciones de contacto de lenguas se desarrolla toda una serie de procesos que tienen que ver con la influencia de un sistema sociolingüístico sobre el otro. Éstos pueden ser por: transferencia, interferencia o convergencia. ¿Cuáles de éstos se han experimentado en el habla de Canarias? 

“Prácticamente todos ellos, ya que las situaciones de contacto de lenguas son semejantes a los escenarios de contacto de dialectos, que es la situación que tenemos en las islas. Hay que tener en cuenta que los procesos descritos (transferencia, interferencia y convergencia) se refieren al modo en que influyen otros dialectos hispánicos en el dialecto canario. Por ejemplo, en ocasiones los hablantes canarios sustituyen ciertas formas lingüísticas características del dialecto por otras que son más bien propias del castellano estándar. Así parece estar ocurriendo con la pronunciación de la ch tradicional, que en el dialecto canario es una consonante de articulación muy relajada (hasta el punto de que no pocos peninsulares afirman que los canarios no decimos coche y noche, sino coye y noye) y que los hablantes (sobre todo los de clase social más alta, los jóvenes y las mujeres) sustituyen por una pronunciación de articulación más tensa, que trata de asemejarse al sonido correspondiente de la lengua estándar. También es relativamente frecuente oír en la radio y en la televisión a canarios que dejan de sesear (norma tradicional) para practicar la distinción entre s y z, que es también un rasgo estándar. En el campo del léxico, muchas palabras tradicionales que eran canarismos se están también perdiendo y se están adoptando en su lugar palabras que tienen una distribución más amplia en español. Por ejemplo, en Las Palmas de Gran Canaria una palabra como escarro ‘saliva mucosa que se arranca de la garganta y se echa por la boca’ se está dejando de usar y, en su lugar, los individuos prefieren pollo, una palabra de uso más general en español. Lo mismo pasa con el uso de cuadril (que está siendo sustituido por cadera), o de quebradura (sustituido por hernia)”.

– Otro de los apartados que usted destaca es el de las actitudes sociolingüísticas en el ámbito escolar en el que se produce una “barrera comunicativa entre los profesores y los alumnos”. Como docente, ¿cuál es su propuesta para unir esa línea divisoria entre ambos agentes sociales en los distintos niveles de la Enseñanza?

“Al oír los comentarios de algunos docentes hacia sus alumnos uno tiene a veces la impresión de que no les gusta el modo en que se expresan los jóvenes. A veces escuchamos (y no solo a miembros del profesorado) que los jóvenes no saben hablar, que emplean un vocabulario reducido, que emplean muchas muletillas, etc. No digo que en todos los casos, pero sí ocurre muchas veces que detrás de estas palabras lo que se esconde es un prejuicio hacia el modo de hablar de los jóvenes. Y como nos dice la Sociolingüística que a menudo las actitudes negativas hacia el modo de hablar de otras personas lo que esconde en realidad es un prejuicio hacia el grupo social al que pertenece esa persona, es probable que lo que exista en el fondo sea una actitud de rechazo hacia la llamada cultura juvenil y los valores que esta defiende. Como ocurre también que muchos jóvenes suelen mantener una actitud hostil hacia el mundo de los mayores y, de modo más específico, hacia el mundo escolar (y los valores que este representa), la incomprensión entre docentes y alumnos es a veces total. ¿Cómo romper esta barrera? Me imagino que buscando puntos de encuentro, de diálogo; promoviendo la tolerancia; analizando el origen de los estereotipos y prejuicios y atacándolos en su propia raíz. No sé, es un tema muy complejo sobre el que deben opinar padres, educadores, sociólogos, alumnos, profesores, políticos, etc.

Esto no tiene nada que ver con un problema que sí parece que se está produciendo en los escolares canarios, y es la poca capacidad que tienen muchos de ellos para comprender conceptos abstractos”.

– Almeida Suárez aboga por la lingüística de campo o materialista para algunos de sus ensayos. En el libro Metodología de la investigación sociolingüística, que ha escrito junto a Juan Hernández Campoy, se han ocupado “del nivel macrosociolingüístico de la lengua”, optando por un modelo de análisis cuantitativo. ¿En qué se basaron esos trabajos empíricos sobre la lengua?

“El libro, que es una propuesta de metodología para el estudio de la variación sociolingüística, cuenta con un extenso capítulo final donde se exponen diversas pruebas estadísticas y la utilidad de dichas pruebas en el análisis concreto de determinados temas. Tanto el profesor Hernández Campoy como yo mismo somos defensores de la incorporación de la Estadística al análisis lingüístico. Los ejemplos de análisis estadísticos que ilustran el libro no están basados en investigaciones reales. Más bien lo que se indica es el modo en que cada prueba estadística puede servir para tal o cual investigación; en este sentido, se habla de investigaciones posibles, no de investigaciones ya realizadas”.

– ¿Cuál ha sido la contribución de la Facultad de Filología de la ULL al conocimiento científico del español de Canarias?

“Ha sido importantísimo, y no solo desde el Departamento de Filología española, sino también desde otros departamentos. Tal vez lo único que haya que lamentar a este respecto es que las personas que trabajan en este tema desconozcan a menudo los avances que se están produciendo en el estudio de los dialectos europeos. Por ejemplo, se ha avanzado muy poco en el análisis del contacto de dialectos, y, de modo más específico, en el estudio de la evolución de los dialectos tradicionales como consecuencia de los cambios sociohistóricos que se han producido en las Islas Canarias a partir de la irrupción del turismo de masas y de la pérdida de peso de las sociedades agrarias. Pero nuestros dialectólogos parecen tener los ojos cerrados a los avances teóricos y metodológicos que se están llevando a cabo en otros países. Es una lástima, pero de ese modo se está lastrando el futuro de la Dialectología canaria”.

 

Para saber más: http://doloreshernandezperiodista.com

 

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