El mundo entero ha dirigido su mirada una vez más hacia Venezuela, país de inmensas posibilidades y generosos recursos naturales, tierra de acogida de numerosos inmigrantes españoles. Hoy despierta la expectación de la comunidad internacional, tras el anuncio del fallecimiento de su controvertido presidente, Hugo Chávez Frías.
Con independencia de sus capacidades como líder, de la cuestionable forma en que accedió al poder, tras un fallido intento golpista en 1992 contra el entonces presidente Rafael Caldera, y de las formas empleadas durante cerca de quince años, en los que utilizó a su conveniencia los mecanismos del Estado de derecho para perpetuarse al frente del gobierno, creemos que en estos primeros días ha de prevalecer el respeto al fallecido.
Nos unimos, por ello, a los mensajes de condolencia dirigidos desde España al pueblo venezolano, pero también miramos con esperanza hacia la reconstrucción del sistema democrático y de libertades de un país que ha de ser, ahora sí, protagonista de su futuro.
El fallecimiento de Chávez cierra un episodio de prolongada incertidumbre política sobre una tierra con la que nos unen muchos lazos culturales, históricos y económicos. La conocida como Octava Isla del Archipiélago canario nos preocupa de forma muy especial, y nos inquieta despejar toda incógnita sobre la transición democrática que se abre, con una amalgama de sensibilidades políticas no siempre respetadas. De entrada, el presidente de su Parlamento no asumirá el mando provisional que requiere su Constitución.
Las relaciones entre España y Venezuela no han de quedar empañadas por hechos puntuales acaecidos durante el gobierno chavista, puesto que han sido excelentes a lo largo de la historia. Tres etapas de emigración nos contemplan, y las circunstancias parecen indicar el advenimiento de una cuarta, toda vez que en 2012 aumentó un 115% el traslado de españoles hacia el hermano país. Se estima que dos millones de españoles y sus descendientes, en su mayoría gallegos y canarios, forman la tercera colonia foránea más importante de Venezuela, solo superada por Brasil y Argentina.
Desde finales del siglo XVII la presencia canaria se extendió por Caracas y La Guaira, y los emigrantes llegaron a fundar enclaves como San Felipe, Los Teques, Macarao, San Antonio de los Altos o La Vega.
En lo económico, hasta 2008 fuimos el primer país inversor en Venezuela, y todavía hoy estamos en el cuarto lugar, con el trabajo de 162 compañías españolas que sortean el riesgo de expropiaciones que afecta al que es considerado el sexto peor destino del mundo para invertir, con una inflación galopante próxima al 30% anual y una inseguridad ciudadana y jurídica que se ha disparado.
Solo el pasado febrero, el bolívar perdió el 32% de su valor, síntoma de una economía que está al borde del abismo y habrá de afrontar fuertes ajustes para ser viable.
Además, 160.000 venezolanos y sus descendientes residen entre nosotros, repartidos en su mayoría entre Madrid, Barcelona, Bilbao y Tenerife. 20.000 de ellos tendrían derecho a votar en las próximas elecciones presidenciales, que se celebrarán en un mes, como marca el artículo 233 de la Constitución venezolana: En caso de fallecimiento del presidente de la República, será preciso proceder a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes.
Vemos fundamental que el respeto a los derechos humanos y el valor de la libertad sean las guías primordiales en este momento histórico. Abogamos por la obligatoria apertura de un nuevo proceso electoral escrupuloso en el respeto de las formas democráticas, que deseche cualquier inestabilidad, con la supervisión de la comunidad internacional.
En Venezuela ha de prevalecer la defensa de la constitucionalidad, elemento clave para un pueblo que merece participar del crecimiento y la consolidación de la democracia, puesta en duda durante demasiado tiempo.
Deseamos que el legendario valor y civismo de los venezolanos queden de manifiesto nuevamente, y mandamos nuestro más afectuoso recuerdo a la colonia canaria y española, por cuya seguridad velaremos en este delicado proceso que se abre.
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