.De las numerosas facetas que José de Viera y Clavijo (Realejo Alto 1731-Las Palmas 1813) cultivó durante su vida, una de las más curiosas y de la que menos información se dispone es su importancia como pionero en el lanzamiento de globos aerostáticos.
Viera se trasladó a Madrid (1770), con el fin de publicar su obra literaria, y un amigo le consiguió el puesto de preceptor del joven marqués del Viso, hijo de José Joaquín de Silva Bazán, director de la Real Academia Española de la Lengua, en cuya casa recibió un trato afectuoso y todas las facilidades para investigar.
En 1777 acompañó a su alumno a estudiar a París. Las enseñanzas recibidas en el curso de física sobre la obtención y propiedades de los “aires fijos” las repitió a su llegada a Madrid para divertimento y entretenimiento de los invitados del Marqués. Estos experimentos consistieron en lanzar unas pequeñas vejigas llenas de hidrogeno, y hacerlas volar.
Junto con su amigo, el ingeniero Agustín de Betancourt y Molina (Puerto de la Cruz 1758-San Petersburgo 1824) en Madrid que también se encontraba investigando todo lo relacionado con la ciencia y la ingeniería, hicieron un globo de 7 pies de diámetro, de tafetán encarnado, muy llamativo, y barnizado.
La suelta la llevaron a cabo, el 29 de noviembre de 1779, en la casa de campo de su precetor, en presencia del Rey, los príncipes, grandes de España, ministros y otras personalidades distinguidas de la corte. Todos, con gran asombro, lo vieron subir y desaparecer entre las nubes. El Rey se quitó el sombrero en señal de admiración.
El globo se encontró en el pueblo del Empinar, a 8 leguas de distancia, espacio que recorrió en 2 horas.
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