No somos una familia de comer en exceso. Sin embargo, como en los hogares de casi todos, en estas pasadas fiestas quizás sobraron azúcares e hidratos en mi mesa. Y tal vez por ello, desde hace días vengo pensando en un manjar, un puchero que hace ya varias semanas comí en el Aula de Cocina del Hotel Mencey.
Terminamos la tarde dando buena cuenta del plato, porque Juan Carlos y el Mencey Iberostar nunca te dejan irte sin comer. Les aseguro que rocé el cielo con la yema de los dedos. Una delicia difícil de describir. Lo reconozco, es uno de mis platos favoritos, pero mi compañero llegó a la misma conclusión que yo. Bueno no, buenísimo. A la altura del que sólo párrafos atrás les hablaba, el de mi abuela Antonia. De una gran bandeja apenas quedó nada. Hoy sólo pensando en él la boca se me hace agua. Delicioso el escaldón…así que quizás para depurar el organismo nada mejor que ir pensando en hacerlo este fin de semana, cuando podamos dedicar un poco más tiempo a la cocina. Porque es un plato que requiere mimo y fuego lento.
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