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Los humoristas Jan y Tardi defienden su libertad de creación negándose a recibir premios institucionales

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Periodista-es/Mercedes Arancibia.-En la hora en que la mayor parte de los países europeos se inclinan cada vez más hacia la derecha –algunos, como el nuestro, están definitivamente hundidos en el cieno pegajoso de una historia que da escalofríos por conocida-, cuando la tiránica dictadura de los mercados ha conseguido llevar hasta el umbral de la pobreza, y en muchos de los casos traspasarlo, a más de la mitad de unas poblaciones que hasta ahora creían que el espejismo de la “sociedad del bienestar” había venido para quedarse, dos humoristas europeos, autores de comics que han llegado a los confines del mundo –el leonés berciano Juan López Fernández “Jan” (1939) y el francés Jacques Tardi (1946, Valence)-, acaban de dar una lección de dignidad rechazando las condecoraciones ofrecidas por los gobiernos español y francés, por “ética personal” y “para conservar la libertad”.

Jan –por encima de todo padre de Superlópez, pero también creador de infinidad de otros personajes durante sus largos años en las publicaciones de Bruguera, las que renovaban semanalmente nuestro apetito literario en los quioscos, siempre a un precio módico infinitamente menor que los buenos ratos de lectura que proporcionaban- le ha vuelto la espalda al más paleolítico de los ministros de la corte española, el “tertuliano” y “opiniatra” Wert, negándose a aceptar la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes por sus muchísimos años como “trabajador del tebeo” (con otros pseudónimos también: Juan, Juanjo, Juanjosé, Pikagoras y Pedro Torras), un género de la creación que de una vez por todas debería ingresar en el Olimpo de las artes mayores si se contabilizan los millones de horas de disfrute, placer y risas que la historieta, el comic, ha proporcionado a ciudadanos de todas las edades.

Premiado en 2002 en el salón del Cómic de Barcelona, el 28 de diciembre de 2012 Jan comunicaba su renuncia a la medalla ministerial “por ética personal”: “Hubiera preferido que me lo preguntaran primero –ha escrito en un comunicado publicado en leonoticias.com– , pero ante las circunstancias sociales y políticas actuales no puedo, por ética personal, aceptar la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes que, según he sabido por la prensa, me concede el Ministerio de Cultura de España, de lo que todavía estoy esperando una confirmación oficial para actuar en consecuencia. Siempre he intentado sentirme bien conmigo mismo, y para ello debo actuar lo más ceñido posible a mis convicciones. Saludos y un abrazo muy solidaria para todos». El 31 de diciembre recibió la confirmación oficial que esperaba e hizo efectivo el renuncio anunciado.

Adele-Blanc-Sec

En cuanto a Jacques Tardi,

-autor entre otros del maravilloso comic Las aventuras extraordinarias de Adèle Blan-Sec-, el 2 de enero de 2013 se ha negado a ser condecorado con la Legión de Honor, máxima distinción que otorga el estado francés, porque no quiere «recibir nada, ni del poder actual ni de ningún otro poder político cualquiera que este sea»; para él, la Legión de Honor “es una toma de rehenes y un obstáculo a la libertad de pensamiento”.

A los 66 años y casado con la cantante Dominique Grange, una artista emblemática de mayo del 68 (“Nous sommes les nouveaux partisans”), Jacques Tardi es uno de los autores más originales y creativos del cómic francés. Tiene publicados varios álbumes sobre las guerras mundiales, la Primera y la Segunda, (Putain de Guerre, C’était la guerre des tranchées…) y también sobre la Comuna de París.

“El compromiso que se transparenta en toda su obra –escribe Pierre Haski en el digital Rue 89– parece difícilmente compatible con honores de la República, tales como los que encarna” la medalla de la legión de Honor que se concede, a propuesta de los distintos ministros, tanto a artistas nacionales y extranjeros, como a deportistas, empresarios, y distintas personalidades de la vida pública. En esa línea de coherencia, Jacques Tardi explicaba su gesto a la Agencia France-Presse: “No me interesa, no pido nada y nunca he pedido nada. Uno no se siente necesariamente contento al verse reconocido por personas a las que no estima. Nunca he dejado de mofarme de las instituciones. Quizá el día en que se reconozca a los prisioneros de guerra, o a los fusilados por ejemplo, será otra cosa”.

Justo antes de las navidades de 2012, Tardi ha publicado su último trabajo, el cómic “Moi, René Tardi, prisonnier dans le Stalag IIB” (Editorial Casterman), la historia de su padre preso en Alemania durante la segunda guerra: “Un padre –sigue Haski- de quien sin duda ha heredado el gusto por la insumisión: René Tardi se negó a ir a combatir a la insurrección vietnamita en Indochina”. La infancia de Jacques Tardi estuvo acunada por las historias de aquel campo en Pomerania, en territorio polaco, contadas por un padre “herido, amargado, colérico, vergonzoso, un perdedor que estaba de vuelta de todo”, como ahora le describe el hijo.

A fuerza de escucharle lamentarse de la juventud perdida, en 1980 le pidió que dejara sus recuerdos por escrito: son pequeños cuadernos de escolar que Jacques Tardi guardaba celosamente en un cajón y con los que treinta años más tarde ha reconstruido –con ayuda de sus hijos, los nietos del prisionero- aquel tiempo de tristeza, de hambre y de frío, el aburrimiento cotidiano, la brutalidad de los carceleros y la solidaridad creciente entre los prisioneros de guerra

Jan y Tardí no son los únicos intelectuales que han rechazado medallas y condecoraciones, por diferentes motivos pero fundamentalmente por coherencia con una libertad de pensamiento y expresión que son factor fundamental y pilar de cualquier tipo de creación artística.

En el 2012 que acaba de terminar, el escritor Javier Marías rechazó la concesión del Premio Nacional de Narrativa, galardón que entrega el Ministerio de Cultura español: “Estoy siendo coherente con lo que dicho siempre: que nunca aceptaría ningún premio institucional… Siempre he rechazado cualquier remuneración que procediera del erario público”.

En el caso de la Legión de Honor francesa, Jacques Tardi pasa a engrosar una larga lista de artistas e intelectuales que al filo de los años se han negado a recibir la distinción: desde los escritores Jacques Prevert, Albert Camus, Louis Aragon, George Sand, Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, a los poetas y cantautores anarquistas Leo Ferré y Georges Brassens, el compositor Hector Berlioz, el pintor Claude Monet, los científicos Pierre y Marie Curie, el sacerdote católico Abbé Pierre, fundador de los Traperos de Emaús para dar alojamiento a las personas sin techo, y las actrices Brigitte Bardot y Catherine Deneuve.

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