Tal vez que alguno de los personajes de la historia fue capaz de sentir remordimientos cuando contempló los destrozados cadáveres de un campo de batalla, pero es cosa sabida que banqueros, políticos y empresarios no sienten el menor remordimiento cuando una pobre mujer se lanza por la ventana en el momento en que la despojan de su casa por culpa de unas leyes manipuladas e injustas.
Y los antiguos villanos que fusilaban a nuestros abuelos cometían errores se arriesgaban a morir fusilados; mientras que cuando los actuales villanos cometen errores, sus compinches acuden a rescatarlos con el dinero de los impuestos de aquellos a quienes han expoliado.
Hubo una época en la que cada jinete del apocalipsis tenía su propio nombre y su propio rostro; ahora esos jinetes son una masa amorfa y gelatinosa que lo invade todo como uno monstruo extraterrestre y cuyo nombre responde siempre a las siglas de un partido político, un banco o una multinacional.
Nuestra civilización acabara hundiéndose en un sucio océano compuesto por miles de siglas sin sentido porque este se ha convertido en el siglo de las siglas.
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