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Barcos en la rada del puerto de Santa Cruz. Por José Manuel Ledesma

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La navegación de altura se inicia en el siglo XVI con la Carabela, barco con una sola cubierta, de poca manga y larga quilla, de tres palos y vela latina (triangulares) las cuales le permitían navegar a bolina (contra el viento) alcanzando grandes velocidades. Era el buque adecuado para las expediciones marítimas, al estar dotados de aguja náutica, escandallo, cuadrante para tomar alturas en observaciones astronómicas, etc.

Entre las embarcaciones que fondeaban en el siglo XVII en la rada del Puerto de Santa Cruz de Tenerife, un tercio de procedencia española y el resto americanas y europeas, que hacían la carrera de las Indias, se encontraban los Galeones y las Fragatas, bajeles de alto borde y mayor porte, generalmente de dos puentes, dotados de aguja de marear, astrolabio, ballestilla y de regimiento o manual de práctica marinera. A las Fragatas se le conocían como los «ojos de la flota» ya que se utilizaban como navíos de escolta y ataque a buques comerciales, así como en misiones de exploración; sin embargo, el buque mercante a vela con mayor equilibrio de este siglo fue el Cliper, nave de finas formas que desarrollaba grandes velocidades.
En el siglo XVIII aparecen los Bergantines, buque de dos palos, trinquete y mayor, de vela cuadrada o redonda, utilizado en misiones de escolta, vigilancia y aviso de buques enemigos.

También arribaban las Goletas, con sus relucientes cascos blancos en contraste con el verdoso cobre que cubría el fondo. Al final de la centuria, comenzaron a llegar las Balandras, embarcaciones pequeñas con cubierta y un solo palo, y los Paquebotes, buques sólo para pasajeros.

En este siglo, la densidad del tráfico marítimo, en el puerto de Santa Cruz de Tenerife era sorprendente, con más de 400 entradas al año. Todos siguen fondeando a la distancia de un cable (185 metros), en la línea de costa comprendida entre los castillos de San Cristóbal y Paso Alto.

El siglo XIX fue una etapa de transición para las comunicaciones marítimas canarias, al sustituirse los barcos de vela por los de carbón. El deseo de impulsar un buque con independencia del viento hizo que el norteamericano Fulton inventara la rueda de paletas, protegidas por tambores, colocadas a banda y banda del barco, que movidas por una máquina de vapor le servían como medio de propulsión.

Estos avances tecnológicos ocasionaron una expansión espectacular del tonelaje de los buques a vapor y de las mercancías enviadas por mar. La caída de los costes del transporte, la reducción de los tiempos de navegación y la facilidad de acarreo marítimo de comestibles perecederos, transformarían, radicalmente, el abastecimiento de los productos alimenticios.
En 1851 comienzan las escalas regulares de los vapores de ruedas que la Armada Española había adquirido a la Cunard inglesa para el servicio de correos a Cádiz y la Habana. Ese mismo año, se produjo la arribada al dique-muelle Sur del primer barco de vapor que venía a competir con las embarcaciones de vela en las principales rutas del Archipiélago.

Los Vapores

A partir de 1888, la Compañía de Vapores Correos Interinsulares Canarios -filial de la naviera británica Elder & Dempster- introdujo una flota de barcos que realizaba cuatro expediciones mensuales entre las islas, comenzando de esta manera la regularidad en el servicio interinsular.

La Ley de la Marina Mercante de 1909 convertiría en periódicas las conexiones entre las Islas y la Península: cada tres días, entre Tenerife y la Península; diarias, las principales interinsulares; y alternas entre las demás islas.

El cabotaje continuó siendo una forma tradicional de navegación en el Archipiélago hasta que las carreteras fueron transitables a mediados del siglo XX. Era servido por embarcaciones menores que hacían travesías de corta duración, bordeando la costa, y transportando todo tipo de productos (piedra de cal y de cantería, madera, sal, etc.). Comunicaban los puertos de Santa Cruz con los de Garachico y la Orotava por el Norte, y con los Cristianos por el Sur, con escala en los desembarcaderos de la Madera (Tacoronte), San Marcos (Icod), la Caleta de Interian (Los Silos), Los Abrigos, Abona (El Médano), Güimar y Candelaria.

En la segunda mitad del siglo XIX, las líneas regulares de la Royal Mail, todos mixtos de vela y vapor, con ruedas y tambores laterales, realizaban en Tenerife un activo comercio con los liners en su camino entre Europa y América del Sur.
Cuando en 1902 aparece el motor Diesel como medio de propulsión en los barcos, comienza la centuria en la que se han realizado los mayores avances tecnológicos en los buques mercantes.

En 1913, la Naviera Pinillos pone en servicio a los liners de mayor velocidad y tonelaje de la época, los cuales jugarían un papel importante en el tráfico de pasajeros durante la emigración, pues tenían acomodación para 150 pasajeros en primera, 120 en segunda, 120 en segunda económica y 1.500 en literas para emigrantes.

Trasmediterránea inició, en 1950, un proceso de modernización de su flota, inaugurando el primer enlace diurno entre los puertos de La Luz y Santa Cruz de Tenerife, trayecto que cubría en cuatro horas. En 1963 incorporó el primero de los buques de la serie pelícano, los María.

Naviera Armas

La Naviera Armas, sería la pionera en Canarias en la implantación de los barcos roll on roll off, que permitían el acceso rodado de la mercancía por la proa o popa de los barcos, mediante la utilización de rampas levadizas en los buques y fijas o móviles en los puertos.

En 1950, Trasmediterránea pasó a realizar todos los enlaces con la Península, cuya línea, además de servir de nexo de carga, pasaje y correo, garantizaba las exportaciones plataneras de las Islas. El transporte de carga rodada Cádiz-Canarias se inició en 1978 con los ferries tipo roll on roll off.

 

Una nueva etapa en la historia de las comunicaciones interinsulares canarias comenzó el 27 de julio de 1980 con el primer viaje de pruebas de Jet-Foil Princesa Volador, de la compañía Transmediterránea. Esta generación de buques de alta velocidad (43 nudos) permaneció en el Archipiélago hasta el 31 de julio de 2005.

El 22 de marzo de 1999, la naviera Fred Olsen incorporaría al tráfico entre las Islas a las embarcaciones más modernas del mundo, los Fast Ferry.

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