FIRMAS

Encuesta de satisfacción-Becarios 2012 (y IV). Por Gorka Zumeta

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“Las ilusiones se van perdiendo”

Continúa…

Peticiones del oyente (becario)

Antaño este modelo de las ‘peticiones del oyente’ era sumamente popular. Se llamaba a la radio, con gran emoción, y, entre nervios, se pedía una canción, dedicada a un ser querido. Una fórmula que, a pesar de los años, se mantiene en alguna emisora, y en otra –u otras- se ha resucitado, y modernizado, ahora canalizada a través de las redes sociales. En este sentido, pedía a los becarios encuestados sus peticiones para mejorar lo que han vivido. Y aquí van sus reflexiones:

Manolo apuesta “por una mayor labor pedagógica”, reconociendo que se trata de un período de formación, que se transforma enseguida en un período de trabajo, puro y duro. Laura pediría “un poco más de precisión a la hora de delimitar las responsabilidades para evitar duplicidades o no exigir resultados para los que no estás todavía cualificado”. Fátima vuelve a insistir en la realidad de la percepción y la situación en la empresa: “lo único que no me parece justo es que la beca se pueda prolongar durante años, sin posibilidad de crecer en la empresa”.

 Este último post recoge parte de sus ilusiones

Carlos pide que no se mercantilicen las prácticas, y puntualiza: “me parece una vergüenza lo que ocurre, porque la beca no tiene continuidad. Desde el primer momento te avisan de que no te van a contratar nunca porque actualmente están echando a gente. El resultado es que hay becarios que no aprovechan la beca porque saben que el resultado será el mismo, tanto si trabajan bien como si lo hacen mal. Mercantilizan la labor formativa que se supone que debe tener un periodo de prácticas”.

La conclusión

El final de la experiencia. El balance final. El cien por cien de los encuestados ha reconocido que las prácticas han resultado una oportunidad única para formarse “en directo”, frente al micrófono, bregándose con el periodismo, encarándolo frente a frente, de tú a tú, sin intermediarios. A modo de resumen de las sensaciones y valoraciones de los encuestados, recojo el testimonio de Carol”: “el enfrentarse a una beca, en el momento en el que vivimos, lo tomas como una oportunidad de oro, como un momento para vivir y ejercer de periodista, con ilusión, ganas de demostrar lo que vales o crees que vales, con ganas de que te conozcan y reconozcan tu trabajo… Cuando tienes contacto directo con la profesión, vives el día a día en la redacción, esas ilusiones se van apagando, te das cuenta de que no te valoran, que da igual que lo hagas bien, regular o mal… porque lo que interesa ahora en los medios de comunicación son los números, salir del paso y cuanto más barato les salgas mejor… te das cuenta de que todas esas ilusiones que tenías, que las habías idealizado, no tienen que ver con la realidad, que no hay perspectivas de futuro. Te das cuenta entonces de que las practicas no son un trampolín, como lo podían ser antes, sino un mero aprendizaje, que no es poco, y una satisfacción personal de saber que estás haciendo lo mismo que un redactor, periodista contratado… pero que lo que te diferencia es el sueldo”.

Los becarios buscan apoyo, respuestas, orientación

 
El comentario

Nada de lo comentado me ha sorprendido. En más de una ocasión, en situaciones semejantes, que he vivido cada verano de los casi veinticinco de profesión, he comentado la realidad en estos mismos términos con los becarios y compruebo, año tras año, que sus reflexiones siguen siendo las mismas. No se progresa, por tanto. El período de formación, en general, salvo honrosas excepciones –como la señalada de KISS FM, plausible- brilla por su ausencia. La figura del tutor no existe, o aparece desdibujada en la persona del jefe de la sección a la que está adscrito el becario. Como mucho es un compañero de destino el que ayuda a enderezar el camino, si se tuerce. Por supuesto, las sesiones de formación ni están ni se las espera. Recuerdo una sesión que les impartía en la SER en la que les contaba los intríngulis más destacados de la manera de trabajar en la casa, y algunas notas acerca del lenguaje radiofónico. Todos me lo agradecían, cada uno a su manera. Gracias a Juan Carlos Rodríguez, el coordinador de becarios, que me permitía ofrecérsela en los primeros días de su estancia.

La responsabilidad que se les concede en su trabajo resulta a todas luces excesiva. Está bien dejarles volar con sus propios medios. Pero ni están preparados para asumir responsabilidades que no les corresponden, ni de ninguna manera se les puede exigir su cumplimiento. Caer en este error entraña un serio peligro para su autoestima, que puede verse dañada gravemente. Ellos creen que están preparados sobradamente, pero no es cierto. Cuando concluyen sus prácticas se dan cuenta entonces de todo lo que han aprendido y absorbido. Se sienten más fuertes. Más sabios. Más experimentados. Es cierto. Pero dos meses, pese a su indudable intensidad, no son suficientes como para certificar la valía de un recién llegado a la radio. El oficio -tanto el de periodista como el de radiofonista, que deben caminar al unísono- requiere de más tiempo para consolidarse.

Encargarle a un recién llegado la dirección de un informativo o la presentación de un programa puede provocar en el becario, en la mayoría de los casos, un stress galopante, cuando no mayores consecuencias. Es lo que ocurre en las pequeñas emisoras, como se recogía en la encuesta. Es una buena escuela, sin duda. La primera que recomiendo para aprender. Pero el peso de la responsabilidad puede resultar dañino. Deben estar en todo momento arropados, aunque el ritmo casi frenético que acompaña a nuestro oficio, sobre todo en directo, hace que esta figura –la del tutor- se desvanezca o se difumine con el tiempo, tan crítico e intenso.

No permitamos que se les borre la sonrisa

Lamentablemente, además, la empresa informativa española –si es que sigue existiendo- utiliza a los becarios como sustitutos de su personal fijo durante las vacaciones estivales. Tantos se van, tantos becarios entran. “Me van a costar diez veces menos y en dos meses los liquido” –piensa el director de RR.HH.-. Este es el planteamiento de salida, por desgracia. No hace tanto, eran un magnífico banco de pruebas para el ojeo de buenos periodistas. En su momento hablaré de algunos que entraron por esta puerta, que sufrieron también mucho, que tuvieron una enorme paciencia, y el apoyo permanente de sus padres, y que, tras el sufrimiento de padecer unas condiciones laborales leoninas, por fin pudieron sacar la cabeza y demostrar su enorme calidad profesional. Con el reconocimiento alcanzado, en medio de un mar de hipocresía, los mismos jefes que atenazaban sus condiciones e impedían su progreso eran los mismos que luego les felicitaban, con marcado cinismo.

Y a los responsables de las empresas informativas que contratan becarios: señores, por favor, retribuyan un poco mejor a sus estudiantes. Sumen a su ilusión, que no es infinita, un poco de ayuda económica, digna, para compensar esos largos turnos, esfuerzos titánicos por sacar el trabajo adelante, de la mejor manera posible y el entusiasmo y la plena disponibilidad que aportan siempre para asumir mayores responsabilidades. La mayoría paga muy poco, pero hay incluso quienes tienen la desvergüenza de no pagar nada. Ni una mísera ayuda para el transporte.

A los becarios, en esta situación tan difícil que nos ha tocado vivir, no podemos –ni debemos- privarles de la ilusión. No estamos hablando de Disneylandia, este tiempo ya se les pasó hace años, pero debemos, empáticamente, entender que su estancia en la redacción está envuelta en un halo tanto de sueño como de espejismo, que no terminan de creerse y que tenían en parte idealizado antes de llegar a la radio. No es tan difícil recordar nuestras propias prácticas y tratar de hacerles el camino más fácil. Vienen a trabajar, es verdad, pero, sobre todo, a aprender.

Ficha Técnica y agradecimientos

La encuesta -sin valor científico- se ha realizado por escrito sobre una muestra de quince alumnos que han realizado sus prácticas en KISS FM, Onda Cero Radio y la cadena SER este pasado verano. La mayoría de ellos las ha realizado entre los meses de julio y agosto de 2012. Los nombres, para garantizar la confidencialidad, no se corresponden con los de los jóvenes encuestados, pero sí en cambio sus reflexiones.

Aprovecho para agradecer, muy sinceramente, a todos ellos su participación desinteresada en esta encuesta, con la que pretendía dibujar el paisaje en que se mueven hoy los becarios de la radio española. ¡Gracias chicos!

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