Sin duda una de sus facetas más conocidas y populares. Los gazapos son los errores más simpáticos de la radio. En este campo ha desarrollado una labor ingente, a lo largo de más de dos décadas, recogiendo, seleccionando y catalogando las equivocaciones más divertidas de la radio española, protagonizadas por los periodistas y locutores más conocidos y prestigiosos de todos cuantos han escrito la reciente historia de la radio en nuestro país.
Fruto de este trabajo intenso desarrollado por Gorka Zumeta, surgieron dos libros fundamentales para entender este campo de los disparates más hilarantes de la radio española. El primero, fue el ESTUPIDIARIO (1999), editado por Aguilar, en el que colaboró con los periodistas Ramón Gabilondo y Luis del Val, en el libro que se convirtió en un auténtico best seller de ventas en nuestro país.
Los autores viajaron por toda España presentando la obra y cosechando miles de carcajadas en cada ciudad. El éxito de la obra hizo sensibilizarse a cientos de oyentes de la cadena SER que enviaron referencias de nuevos gazapos para enriquecer la que sería la segunda entrega.
Como consecuencia del éxito de ventas de la obra original, el equipo trabajó en una segunda entrega, titulada ‘AÚN MÁS ESTUPIDIARIO’ (2001), que volvió a asumir la Editorial Aguilar y que no pudo contar con la inapreciable colaboración del periodista Luis del Val, por incompatibilidad con otros proyectos editoriales.
A continuación, y a modo de ilustración, transcribimos un fragmento del ESTUPIDIARIO, la primera entrega de esta minisaga de la Historia del Gazapo radiofónico español:
En otras ocasiones se resalta la labor de los cuerpos y fuerzas de seguridad y de los servicios asistenciales. “Hemos visto a un bombero y a un miembro de la Guardia Civil adentrarse valientemente entre la llamas para reaparecer a los pocos minutos sanos y salvos con diversas quemaduras muy graves en su cuerpo”. Desde luego salvos, sí, pero … ¿sanos?.
“La ambulancia de la Cruz Roja”, relataba emocionado otro informador, “acaba de abandonar el lugar del suceso con su trágico cargamento de dos muertos y un sinfín de heridos”. Esta ambulancia tenía por lo visto una infinita capacidad.
En fin, la muerte y la desgracia son temas muy serios pero no lo es siempre su tratamiento informativo. Desde el delincuente “completamente muerto” tras una acción policial, hasta el guardia civil “rematado repetidas veces por sus asesinos”. Desde “el cadáver que presentaba heridas al parecer mortales”, hasta los ”cuatro muertos graves y dos leves que se registraron en un aparatoso accidente de tráfico”. Como se puede apreciar los cadáveres ofrecen unas posibilidades realmente increíbles para el relato radiofónico. Pero es que en algunas ocasiones además se producen verdaderos milagros: ”La brillante intervención de una joven, parece ser que médica, que se hallaba en la zona, permitió devolver la vida al cadáver tras practicarle la respiración artificial con gran pericia”. Esto no es que sea pericia, esto merece el Premio Nobel de Medicina.
Sin embargo no siempre el desliz tiende a la falta de respeto frente al hecho trágico de la muerte. A veces la referencia informativa es por el contrario extremadamente sensible y hasta delicada. Así por ejemplo en su crónica local y, tras lamentar la pérdida irreparable que suponía el fallecimiento de la que fuera maestra del pueblo durante tantos años, el corresponsal comunicaba que “el entierro se celebrará en la intimidad de la finada”.
Otro entierro precedido de una comitiva fúnebre fuera de lo común era anunciado también en la radio local con estas palabras: ”la conducción se efectuará esta tarde a las siete desde el domicilio del afligido cadáver”.
Y también realmente afligido se mostraba otro corresponsal que daba esta triste noticia: ”ayer falleció para siempre el que fuera gran deportista Vicente Hernandorena”. Así debe ser. Una vez de fallecer, que sea para siempre. Hay que ser serio.
El ‘para siempre’ debería sobrar pero esta precisión no está de más en todas las ocasiones ya que algunas veces las cosas no son lo que puede parecer. Si no que se lo pregunten a aquel cronista que enlazó tres días consecutivos con la siguiente serie de informaciones:
-Primer día: “Ha fallecido José Miguel Erauso uno de los personajes más singulares de esta villa cuyo recuerdo permanecerá imborrable entre todos los vecinos etc., etc., …”.
-Segundo día: ”Afortunadamente nos vemos obligados a rectificar la información que ofrecíamos ayer sobre la muerte de José Miguel Erauso que, según nos comunica la familia, pese a encontrarse gravemente enfermo, pudo superar a última hora la crisis aguda, etc., etc., …”.
-Tercer día: “Por fin murió Erauso”.
Marcando bien los tiempos: suposición, nudo (en la garganta) y desenlace.
Y como cierre de la primera parte de este apartado con crespón negro, recogemos una pieza de innegable interés ofrecida un dos de noviembre en un informativo matinal. “Ayer día de Todos los Santos, se encontraba muy animado el cementerio”. ¡Anima mea!.
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