La primera procesión de la Cruz Fundacional tuvo lugar en el año 1867, saliendo de la ermita de San Telmo y recorriendo las engalanadas calles del barrio del Cabo. Por la noche hubo paseo y música en la plaza de la ermita, quemándose diversos fuegos artificiales.
La Cruz se hallaba depositada en el Hospital provincial de Nuestra Señora de los Desamparados, siendo trasladada a la ermita de San Telmo, desde donde era llevada en procesión a la Iglesia de la Concepción.
En la citada procesión cívica, los 22 concejales del Ayuntamiento usaron por primera vez unas medallas autorizadas por Real Orden de Su Majestad. Estas medallas, fabricadas en París, pendían del cuello en una cinta con los colores nacionales. Eran de plata sobredorada y tenían el siguiente lema: Ayuntamiento Constitucional de Santa Cruz de Tenerife.
El Pendón de ese año también era nuevo, lujosísimo, confeccionado en Sevilla con todos los requisitos de que había carecido el anterior.
Un periódico de aquellos años decía: “porque aquella Cruz que hoy vemos envejecida y carcomida por la acción del tiempo fue la que hizo irradiar en nuestras bronceadas montañas la luz del Evangelio y llevó al corazón de nuestros mayores la fe, la esperanza y la caridad. Nadie más que el Ayuntamiento debe ser el celoso depositario de aquella venerada reliquia y su primer cuidado debe ser el de acordar que sea incrustada convenientemente en buena madera, pues el estado de vejez en que ya se encuentra, no permite que resista entera mucho más, que harto ha resistido, gracias a estar construida de pino gallego que es de mucha duración”.
El 2 de mayo de 1873, la Cruz Fundacional viene en procesión, por primera vez al centro de la ciudad. Desde la ermita de San Telmo fue llevada a la iglesia de San Francisco, donde quedó custodiada hasta el día siguiente, en que regresó. La procesión se calificó de espectáculo grandioso.
Las primeras fiestas de mayo fueron celebradas en 1890. Duraron tres días y la animación fue extraordinaria pues vinieron bastantes forasteros.
La misa de campaña se celebró en la plaza de San Telmo, en conmemoración de la primera misa que se dijo en el mismo sitio y ante la misma Cruz. Asistieron todas las tropas de la guarnición, la guardia provincial y la marinería del crucero Isla de Cuba.
Ese año, además de la procesión cívica, hubo baile en el Casino, velada literario-musical del Gabinete Instructivo y diversos festejos de carácter popular.
Fiestas de Mayo
En las fiestas de mayo de 1892, la vieja y carcomida Cruz Fundacional estrenó un valioso relicario de madera y níquel, en cuya parte posterior figuraba el escudo de Santa Cruz y una inscripción que decía: “Aquí se encierra la Cruz colocada por el conquistador de Tenerife don Alonso Fernández de Lugo, en el altar ante el cual se celebró por primera vez el Santo Sacrifico de la Misa en las playas de Añaza, el día 3 de mayo de 1494. Fue costeado por el Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife en 1892. In Hoc Signo Vinces”.
La colonia palmera quiso contribuir a la brillantez de estas fiestas celebrando el Baile de los Enanos en el teatro, más tarde bailaron en calles y plazas, invadidas por numeroso público.
Las fiestas de mayo de 1894 tuvieron un carácter excepcional pues se conmemoraba el IV Centenario de la Conquista y Fundación de esta Ciudad. Fueron las más brillantes de las celebradas hasta ese momento.Las calles del centro de la ciudad estaban decoradas con artísticos arcos para que procesionara la Cruz Fundacional, a la que acompañan fuerzas del ejército.
El programa fue muy amplio: la Sociedad Económica de Amigos del País celebró una gran exposición de arte, historia, industria, agricultura y comercio. Hubo tres corridas de toros, fiesta marítima en el muelle, conciertos en la plaza del Príncipe, etc. Se volvió a repetir la Danza de los Enanos.
El número culminante de estas fiestas fue la entrega al Ayuntamiento de Santa Cruz, de la CRUZ DE PRIMERA CLASE DE LA ORDEN CIVIL DE BENEFICIENCIA, CON EL TÍTULO DE MUY BENÉFICA, con galardón y cinta, por el excepcional comportamiento de sus habitantes durante la epidemia de cólera de 1893.
Fue concedida por la reina regente María Cristina de Austria, madre de Alfonso XIII -decreto de 23 de abril de 1894-. Sería a partir de 1896 cuando la Cruz Fundacional se emplazó en la Iglesia de la Concepción de la capital tinerfeña, donde aún permanece.
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