No te metas en camisas de once varas. Anónimo.
En estos días azules de noviembre quiso el destino que Babilonia en Guagua, en su línea de retransmitir los grandes eventos interplanetarios, estuviera presente tal magno día: el día más once de todos los once. Sabiendo que la última vez que se dio esta chorrada numérica fue el once de noviembre del año de Nuestro Señor de 1111 y que el próximo será el susodicho día del mes del ídem de 3011, nos tiemblan las teclas de la emoción contenida. Qué poner en estas líneas que sirva de análisis y reflexión a las generaciones venideras de cómo vivíamos y pensábamos los cabestros del siglo veintiuno. Chas viría.
Al socaire de la “caidita de Roma” algunos piensan -con buen tino- tirar de impresora para volver a tener entre manos aquellos preciosos billetes verdes, rojos y azules (1.000, 2.000 y 5.000 pesetas respectivamente para nuestros lectores afectados por la ESO). Y si no que se lo digan al tándem Merkel-Sarko que a la de “mariquita el último” se están planteando seriamente una eurozona franco-alemana y pasar olímpicamente del resto. Como la historia tiene la mala costumbre de repetirse como el ajo, esto nos recuerda a la CECA o Comunidad Europea del Carbón y del Acero, padre putativo de la Unión Europea. Vamos en resumen que en 30 años tendremos de nuevo al euro (griego incluido), pero nadie tendrá memoria histórica para recordar su utilidad y fortaleza. Llegados a este punto usted -notablemente preocupado- se preguntará que pasará con su hipoteca en euros, que hasta jocosamente habrá pensado que igual desaparece. No sea simplón. De todos es sabido que ante un desmembramiento del sistema financiero de la eurozona y ante un ataque nuclear, sólo las cucarachas, ratas e hipotecas sobreviven. Así que a llorar al valle. (Nota del autor: ¡Viva Islandia!)
Como todo no son noticias ecocómicas. ¡Uy! Económicas queríamos decir, un asteroide de unos 400 metros de diámetro (una minucia pasado a euros) nos pasó rozando y a punto estuvo de mandarnos al pairo como civilización. Lo cual tampoco hubiera supuesto una gran pérdida para el Universo. Cierto es que los tontos también merecemos vivir y aunque aquí no cabe uno más, reclamamos nuestro derecho a seguir existiendo en la más tétrica oscuridad del Cosmos. Lo simpático del tema es que gracias a la gravedad terrestre los científicos no se aclaran si lo hemos alejado definitivamente de nuestra órbita o en la próxima nos revienta. Esperaremos noticias tan expectantes como los vecinos herreños con el volcán juguetón, que dada la dilación del tema, pareciera más el parto de una burra que de un volcán.
Y con la mirada puesta en el horizonte -y más allá- continúa el éxodo de los próceres de la patria hacia tierras más jugosas económicamente hablando. A Bibí se le une la marcha de Leire (Pajín para más señas) a la ONU (que Dios los coja confesados). En un hipotético contacto con extraterrestres, como vaticinan -porro en mano- Krugman y Hawking, la ONU parece que necesita de lo mejor de cada país para entablar tal complicado encuentro. En nuestro caso enviamos lo que buenamente pudimos, pero eso si, que mejor que una experta en Alianza de Civilizaciones, acontecimientos interplanetarios y rebosante de austeridad intelectual.
En definitiva querido lector, actual o analista de generaciones siguientes, si ambos están leyendo esto es por dos razones: O está en el WC y necesitaba algo de papel para lustrar el espejo u otra salva parte, o está de excursión y esto es lo que queda legible después de desenrollar un bocata de sardinas.
Buenos días, y por si no volvemos a vernos: Buenos días, buenas tardes y buenas noches.
Gustavo Reneses
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