El momento (triste) de la cultura en Canarias no dista mucho del de otros lugares de Europa, pero es -con más- el peor situado, por su punto de partida cuando comenzaron las vacas gordas y por el despliegue de recortes cuando han llegado las vacas flacas.
Es cierto que las grandes transformaciones sociales surgen en medio de las crisis, cuando los seres humanos realmente empezamos a mirar las cosas de manera diferente, rompiendo paradigmas y reinventando nuestras vidas, pero en este caso nos obligan a marcharnos de estas islas. Una vez más tendremos que emigrar.
Esto es, de alguna manera, una guerra, una guerra diferente pero guerra al fin y al cabo. Y nosotros -la gente ligada a la cultura- somos algunas de sus víctimas (ni las únicas ni las más sangrantes, solo víctimas). El dinero se ha desintegrado, volatilizado y desaparecido, y la consecuencia es que se cerrarán museos, se cerrarán salas de arte, auditorios (sí en Canarias también, y si quieren hacemos apuestas sobre cuáles serán las primeras que clausurarán sus puertas durante años) desaparecerán festivales y bienales, etc.. Somos cadáveres metafóricos (como diría Vicente Verdú), pero cadáveres al fin y al cabo, o supervivientes que se dan cuenta de que están a punto de caer y se van justo a tiempo a otro lugar donde se les entienda y respete más y donde se curen sus heridas.
¿Por qué digo cadáveres? Porque esta crisis nos está convirtiendo a muchos en individuos incapaces de saber cómo y por qué camino podemos proyectar el futuro, puestos al azar en manos de gobiernos que tampoco saben a a donde tirar, que cumplen a rajatabla las directrices de una entidades cuando menos poco democráticas y porque estamos sumidos en la incertidumbre total.
Lo peor de todo es que estamos amortajados por una losa (la crisis) de la que ni sabemos el peso, ni sabemos en qué medida nos aplastará del todo ni cuánto durará la mortaja. Una losa que, poco a poco, ha ido acabando con todos nuestros pensamientos alegres sobre el futuro. ¿cuándo volveremos a tener futuro? No lo sabemos, ni las autoridades son incapaces de anticipar nada que no sea más recesión, más paro, más recortes…
Ya ven lo pesimista que estoy con respecto a Canarias, por eso no había escrito sobre la cuestión, porque no espero nada.
Sin embargo, soy optimista en general, como ciudadana del mundo, porque sé que esta crisis no es global, sé que es occidental, sé que aunque aquí no tenga oportunidades las puedo encontrar en otros lugares, y eso es lo que intento, y lo que recomiendo.Esta es la Estrategia Xerach. Lo demás será -lo siento- perder más tiempo, aguantando impertinencias y esperando un futuro que llegará algún día pero no por ahora, ni pronto.
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