Elblogoferoz.- La Fundación Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias acoge hasta el próximo 28 de enero la primera exposición en Canarias que reúne obras de uno de los pintores más significativos del arte español del siglo XX, el palentino Juan Manuel Díaz-Caneja.
Una cuidada selección integrada por dieciséis lienzos procedentes de Museo de Arte Contemporáneo de Madrid y la Fundación Díaz Caneja de Palencia, podrán ser contempladas por el público en la sala de exposiciones temporales de la Fundación y apreciar similitudes y diferencias respecto a la obra de Cristino de Vera, ya que ambos comparten elementos inspirados en la sobriedad del paisaje castellano.
La muestra fue presentada por Eduardo Alaminos López, director del Museo de Arte Contemporáneo de Madrid; Rafael del Valle Curieses, secretario del Patronato de la Fundación Díaz Caneja de Palencia, y Clara Armas de León, directora de la Fundación Cristino de Vera y comisaria de la muestra.
La primera exposición en Canarias integrada por obra de este importante artista castellano contemporáneo podrá visitarse hasta el próximo 28 de enero
Juan Manuel Díaz-Caneja y Cristino de Vera se impregnaron en distintas épocas del magisterio de Daniel Vázquez Díaz, una enseñanza libre que acentuó la vocación, el espíritu y el auténtico compromiso de aquellos con el arte y la existencia.
Poética del silencio. La obra de Juan Manuel Díaz-Caneja, vinculada a la poética del silencio, se adentra en la corriente de la nueva valorización del paisaje que, desde finales de los años veinte del pasado siglo, desarrolló un nutrido grupo de artistas con el fin de resaltar la esencia de las tierras españolas.
A él se debe una mirada más profunda, sensual y luminosa del horizonte de su tierra a través del lenguaje de vanguardia, que evolucionó desde una primera etapa experimental, donde las manchas de color bañan sus lienzos bajo la estética cubista, hasta una última en la que, en busca de la esencialidad, depura aún más su pintura.
A lo largo de su existencia participó en múltiples exposiciones y recibió los premios más prestigiosos del país, como el Premio Nacional de Pintura (1958), el Premio Francisco de Goya de Pintura del Ayuntamiento de Madrid (1960), el Premio Nacional de Artes Plásticas (1980) y el Premio Castilla-León de las Artes (1984), entre otros.
Lenguaje de vanguardia. Juan Manuel Díaz-Caneja nació en 1905 en Pozo de Urama, una pequeña localidad palentina de la Tierra de Campos. Años más tarde se trasladó a Madrid con el fin de estudiar Arquitectura y participó de las actividades culturales de la Residencia de Estudiantes.
Su ingreso en la Academia Libre de Enseñanza de Daniel Vázquez Díaz le descubrió su amor por la pintura. Animado por las tertulias con su maestro emprendió viaje a París, donde se rindió ante el cubismo, clave en su posterior evolución pictórica, y aprendió la lección de Matisse que persiguió desde sus comienzos construir con el color un orden propio del cuadro, distinto al equilibrio de la naturaleza.
A su regreso a España junto a otros pintores, arquitectos y poetas se impregnó del espíritu de la Escuela de Vallecas, que surgió con el propósito de crear un arte nacional que pudiese competir con el de París.
Las excursiones realizadas por la periferia madrileña en busca de inspiración artística le descubrieron una nueva forma de ver y sentir las tierras áridas de Castilla y acrecentaron su interés por la naturaleza, comenzando a fijarse desde aquel entonces el perfil de su pintura: el horizonte castellano, extensas llanuras con cultivos de trigo inundados de luz, pueblos que se confunden con la tierra…
Un mes después de ser proclamada la Segunda República, publicó, junto a su gran amigo Herrera Petere, el primer y único número de la revista ‘En España ya todo está preparado para que se enamoren los sacerdotes’, en la que aparece un poema suyo. Durante la década de los años 30 seguirá escribiendo poesía, que se mantendrá inédita hasta después de su fallecimiento.
Encarcelado en la posguerra. Durante la posguerra, entre los años 1948-1951, Díaz-Caneja fue encarcelado debido a su militancia comunista. Desde entonces su obra transitó por el camino del paisaje, convirtiéndose en protagonista absoluto de la misma. Una visión esencialista de Castilla que este autor se atrevió a impregnar de la plenitud de la luz y la intensidad del color.
A lo largo de su existencia pintó calladamente durante más de sesenta años y participó en múltiples exposiciones, hasta su fallecimiento en Madrid el 24 de junio de 1988. Su ciudad natal le concedió ese mismo año el título de Hijo Predilecto, así como la Medalla de Oro de la ciudad, a título póstumo.
En 1995 la Fundación Díaz Caneja abrió sus puertas en la ciudad que le vio nacer, para difundir su legado artístico. Su obra forma parte de las prestigiosas colecciones de Artium, Caja España, Fundación José Félix Llopis, Fundación Díaz Caneja, Galería Guillermo de Osma, Galería Leandro Navarro, Galería Juan Gris, Instituto Leonés de Cultura, Instituto Valenciano de Arte Moderno, Museo Patio Herreriano, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Museo de Arte Contemporáneo de Madrid y Museo de Bellas Artes de Bilbao.
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