¿Cómo es que, siendo tan inteligentes los niños, son tan estúpidos la mayor parte de los hombres? Debe ser fruto de la educación. Alejandro Dumas.
En estos días azules con algo de pelete por banda (y viento en popa a toda vela camino del fin de los tiempos) inauguramos el siempre castañero y vitivinícola mes de noviembre. El tremor del temor apunta en dos direcciones, al Hierro -de nuevo- pese a que algún selecto grupo de intelectualoides habían jurado (y esculpido en titulares que pasaran a “los anales” del periodismo en Canarias) que había cesado “casi con total seguridad” el proceso volcánico en la isla; y hacia el Gobierno griego que cual loquinario terremoto ha hecho temblar los cimientos de otrora vieja Europa, hoy más que nunca, decrépita momia europea.
En este caos existencial hemos decidido parar la maquinaria de esta vieja guagua y obviar los puntos calientes de la actualidad informativa para hacer una serie de observaciones al modo del pensamiento y del conocimiento del hombre/mujer/arroba del siglo XXI. La involución de la epistemología humana en estos tiempos del 2.0 es visible no solo en las cabeceras tipo “corta y pega” de los diarios de renombre macaronésico, ultraperiférico y tricontinental, sino en el día a día de todos los babilonios.
La llegada de internet y las consabidas wikipedias, youtubes, redes sociales y demás herramientas para gandules 2.0 ha generado una curiosa transformación del aprendizaje y capacidad de deducción humana. Hacia peor, todo sea dicho. Lo que antes era una masa holística que para desentrañarla había que hacer sesudas cábalas para encontrar aspectos de interrelación hoy se transforma en un click. Simplificando la percepción de la vida y llevando a estrepitosos fracasos. Llegado a este punto (y seguido) ponemos un ejemplo para los jadeantes herederos de la ESO:
Donde antes el profe ponía una diapositiva y marcaba como tarea: Explicar este paisaje. Uno iba presto a buscar la información en diccionarios, enciclopedias y en la Biblioteca Vaticana si hiciera/hiciese falta. Una vez en la mano los datos geológicos, botánicos, climáticos y humanos uno esbozaba una hipótesis más o menos acertada de la creación y evolución del susodicho paisaje. Hoy el marsupial de turno coge la diapositiva, la mira por delante, luego por detrás. Levanta la mano y pregunta por dónde se le enchufa el USB. Después de un largo análisis de aproximadamente 2 minutos, entiende de que va el rollo y se la fuma. Ya en su casa buscará en Internet de qué trata ese paisaje haciendo un corta y pega de la primera página que salga del buscador Google. Aunque sea la que te asegura que has ganado un BMW por ser el imbécil 1.000.000 que hace click en la página.
Aunque parezca mentira, las hordas de ese tipo de estudiantes ya han llegado a los peldaños de la productividad laboral a la que se suman disidentes intelectuales de mayor edad. Lo peor es que el nuevo tipo de pensamiento basado en el reduccionismo y en el análisis somero de una realidad multidimensional es lo que está más “In”. Ya no solo palpable en las parrillas televisivas, aptas para cerebros poco activos, sino en cualquier relación humana.
A saber, el Facebook se convierte en tu nuevo DNI -que a diferencia del otro, te lo puede revisar cualquiera que te pida amistad- se corre el riego de quien no tenga cuenta en esa red social caiga inexorablemente en marginación total. Los más osados en las redes fardan de Twiter, que es más cool y elitista. Con estas herramientas uno puede entrar en la sociedad del Gran Hermano y ser aceptado como miembro del rebaño. Pero el 2.0 no acaba ahí. Si uno quiere fardar de verdad en reuniones sociales no debe dejar de acudir a la wikipedia. Se busca un tema, por ejemplo volcán, y puede disertar durante horas acerca de composición físico química del magma, teorías geológicas candentes y niveles de alerta en su versión semafórica. Bueno si no puede disertar durante horas se busca la cabecera de un periódico o panfleto similar, una emisión regional en primetime y largar por ese piquito de oro todo lo que sepa del tema. Tenga cuidado que no le pregunten otra cosa que no salga en la definición escogida. Salga por la tangente o pida pírdula para consultar en su Aifon. Ya para sibaritas es el Youtube como ventana al mundo y demás foros conspiranóicos para contextualizar desde la ridiculez más sectorial la praxis vital humana.
Buenos días, y por si no volvemos a vernos: Buenos días, buenas tardes y buenas noches.
Gustavo Reneses
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