José Segura, exuberante como siempre, hizo anoche en el Auditorio tinerfeño un panegírico de Alfredo Pérez Rubalcaba que hubiera sonrojado a cualquiera. Es probable que el eterno candidato socialista por Tenerife se pasara con el jabón con su jefe de filas a la espera de que, luego, la espuma lo envolviera a él mismo, pero las pompas de jabón se disolvieron sin mayores consecuencias. En todo caso, el acto estuvo marcado por la química –Rubalcaba es químico; Segura, también y este año se celebra el Año de la Química-, pero de la química molecular de las bolsas escrotales, dado que un grupo de jóvenes intentó reventarle al candidato del PSOE no los gemelos testiculares, pero sí el acto. Y no una, sino tres veces.
Sobre el mitin, aunque ahora los llaman encuentros con la militancia de base, planeó el pinchazo de Zapatero en la ‘hamburguesa’, hasta el punto de que la organización eligió un recinto más pequeño para garantizarse un lleno hasta la bandera: la Sala de Cámara del Auditorio. Y se llenó la Sala de Cámara –también la llenó en su día Ángel Llanos, así que no es tan difícil- y el hall. Es decir, o se quedan muy holgados o se quedan muy cortos. Los vecinos de Las Chumberas esperaban a Rubalcaba en la puerta –bueno, a una distancia prudente con la Policía Nacional sin quitarles el ojo de encima- y el candidato les prometió que lo suyo se arreglaba la semana que viene…
Aurelio Abreu, que es como la Santísima Trinidad –vicepresidente del Cabildo, senador y presidente de la Gestora Insular- actuó de telonero y recurrió al manido anuncio de que Tenerife tendrá por fin sus hospitales del Norte y del Sur. Pero ya no será el año que viene, sino “en esta legislatura”, un matiz temporal que vuelve a dilatar la realidad de ambos centros hospitalarios. Y, de paso, le recordó a la militancia que “estamos gobernando en Canarias”, algo necesario porque, dicho sea de paso, se les nota bien poco.
Confieso que me sentí alborozada cuando me anunciaron que intervendría Patricia Hernández, ahora senadora que cambia de registro y aspira a ser diputada. Y no me defraudó esta mujer, con un eufemismo hiperbólico en el que anunciaba que había terminado “la pesadilla de las mujeres que no querían ser madres y podían dar con sus huesos en la cárcel”. Tranquilas, no se refiere a las que deciden no tener progenie, sino a las que optan por someterse a un aborto.
El guante lo recogió hábilmente José Miguel Pérez que, a falta de otros logros, proclamó a los asistentes que “somos el partido que tiene más alcaldes”. En Canarias, claro. Y añadió “algo habremos hecho para que estemos tan bien en esta tierra”. Ah, ¿pero estamos tan bien en esta tierra? “Se acabó la caída y empezamos la remontada”, insistió eufórico. Lo dijo Patricia Hernández: “Soñamos”. Sigan soñando, añado yo…
Segura subió a la tribuna para descubrirle al auditorio que Rubalcaba ha liquidado a ETA, ha hecho el Plan Canarias y, si me apuran, fue el primero que descubrió América y puso el pie en la Luna, entre otros hechos gozosos para la Humanidad. Podía haber dicho también que fue miembro del Gobierno de España en la etapa en que el desempleo en este país ha batido todos los récords, pero quizás no le pareció conveniente mencionar ese detalle…
Rubalcaba hizo lo que hacen los políticos: prometer una cosa y luego no cumplirla. Les pongo dos ejemplos. El primero, saludar a la militancia que se arremolinaba en el hall y decirles “luego paso por ahí fuera y os saludo a todos”. Y se fue por el aparcamiento mientras la militancia en cuestión, banderitas en las manos y móviles en ristre, aguardó inútilmente que su candidato apareciera por la puerta. El segundo, proclamar que “tengo una gran confianza en las mujeres, nunca nos han defraudado”. Y luego elaborar unas listas electorales que propiciará que, tras el resultado electoral, haya menos mujeres en el Congreso que en esta legislatura. Y las mujeres, incluida Patricia Hernández, aplaudiendo embobadas.
Y vamos con la química molecular. En tres ocasiones, varios jóvenes interrumpieron el encuentro con la militancia. En tres ocasiones, fueron desalojados muy democráticamente a empujones y de mala manera. Especialmente por Javier Abreu, que perdió los nervios y la compostura delante de todos los que aguardaban en el hall que Rubalcaba apareciera por allí. Que estaba ensayada la trifulca nadie lo duda; que les pagaran a los jóvenes para reventar el acto es mucho aventurar. En todo caso, la bandera del Polisario no fue desplegada como en otras ocasiones pero alguien sabe ya cómo provocar una reacción molecular en los actos del PSOE en Tenerife y cómo agitar las bolsas escrotales de los dirigentes socialistas. Lo más curioso es que, teniendo grandes químicos entre sus filas, todavía no hayan ensayado un antídoto eficaz para evitar los estragos que causa la suma de dos elementos periódicos: mitin del PSOE + Sahara. Una fórmula explosiva.
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