El que vive de esperanzas corre el riesgo de morirse de hambre. Benjamín Franklin
En estos días azules de octubre asistimos alborozados al nacimiento de un nuevo trozo de Babilonia en la piel de baifo patria. El parto de este volcán, que por su duración pareciera el parto de una burra, va camino de quedarse en un “ya veremos”, porque en el momento que se están escribiendo estos renglones, ni termina de salir ni de entrar de nuevo… Vamos que como dirían los cursis “está en un compás de espera”.
Babilonia en Guagua, en su labor de utilidad pública tricontinental y ultraperiférica ha hecho un esfuerzo económico que ya le gustaría haber realizado el difunto gobierno de ZP, enviando una unidad móvil a la isla del Meridiano. En este caso, una unidad flotante. Tras comprobar embobados el díscolo criterio del comité científico, el corpus político y los coros y danzas de pseudocientíficos, bocazas y demás elementos con boca hemos decidido llegar a la verdad. Con “b” de alumno de la ESO.
Es por ello que haciendo acopio de todos lo bienes económicos por parte de la tripulación de esta guagua, hemos comprado -de primera mano- un neumático, la bati-Cao, quince pilas AA no alcalinas y una cámara de fotos -de carrete- sumergible.
Tras quince días de navegación siguiendo las estrellas, nuestro intrépido reportero Donato Calzador, llega a tierras herreñas con una lumbalgia de aúpa y los bajos remojados por líquidos de diversos orígenes. En un alarde de evitar cualquier SIVE que se precie, desembarca casi clandestinamente en el puerto de La Restinga atravesando la otrora mancha verde hoy marrón. Eso es un centauro patrio y lo demás bobería. Cuando la benemérita (que pasaba en ese momento por allí) le interroga el motivo por el cual se ha pasado por la parte de abajo del flotador la prohibición de navegar por dichas aguas, le responde avispado que en realidad no navegaba, sino que como hijo del viento, surcaba los confines de la Tierra y se dejó caer de repente en tal arcano lugar. Además insistió en que llevaba su chaleco reflectante y el recambio de luces pertinente, además de una medallita de la Virgen del Carmen.
La crónica de nuestro reportero no puede ser más acojonante:
Tras patear una decena de metros llegamos al núcleo duro del asunto. A pie de costa se encuentran una decena de científicos que con hidrófono en mano se pelean acerca de la dirección de la fisura, del tipo de magma y de la inmediatez de la erupción. El tema es que los mismos científicos ya habían dado en grandes titulares que con 48 horas de antelación podrían avisar del fenómeno eruptivo, visto lo visto, no pudieron avisar ni con cinco minutos de antelación. Los pillaron en tanga. Eso sí, en tangas blancas.
Alrededor del corro de científicos, pulula un interesante grupo que bien podría ser el auténtico corro de la papa -patata para lectores de ultramar-. Se trata de los pseudocientíficos y bocazas en general que bien aludiendo a misterios del orden de la profecía de los mayas, el cometa Elenin o los Iluminati; argumentan una trama de instauración de un nuevo orden mundial con sede en la nueva isla que emergerá y conchabados con la clase científica, nos ocultan que en realidad ya ha emergido. La isla misteriosa, que dudan en llamar Cobalto o Manganeso (elementos que rodean al Hierro en la tabla periódica de elementos químicos), es ya una realidad donde se instalará la sede del Nuevo Gobierno Mundial.
Hablando de sedes gubernamentales, nuestro corresponsal nos relata que no podía faltar una nutrida representación de los Ayuntamientos cercanos, Cabildo Insular, Gobierno de Canarias, Subdelegación del Gobierno, Obispado, Frente de Juventudes y la Sección Femenina que junto con sus notarios están tomando posiciones para salir a nado y conquistar la nueva tierra. Algo así como John Wayne, Henry Fonda y Gregory Peck en la Conquista del Oeste pero en versión macaronésica.
La crónica no llega para más porque la servilleta que le adjuntamos sólo tiene dos caras. Pero como es buen chico promete más y mejor… O no.
Buenos días, y por si no volvemos a vernos: Buenos días, buenas tardes y buenas noches.
Gustavo Reneses
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