Una disyuntiva, como bien es sabido, sólo tiene dos maneras de resolverse, o tiramos por un camino o por el otro, pero jamás es posible que apliquemos dos soluciones dispares y opuestas al mismo tiempo. Física y metafísicamente es imposible, va contra todas las leyes de la lógica. Por eso, me parece increíble al show que venimos asistiendo en las últimas semanas donde se produce ese embobamiento cada vez que habla Alfredo Pérez Rubalcaba sobre que hay que sablear a los ricos y, en cambio, como ese embotamiento se transforma en ataques frontales contra quienes proponen recortes en todo lo que es superficial para, precisamente, no tener que estar tocando tipos impositivos sin un cálculo previo y estudiado con detenimiento.
A las presidentas de Madrid y Castilla-La Mancha, Esperanza Aguirre y María Dolores de Cospedal, respectivamente, les están tocando algo más que los ovarios con argumentos falaces sobre sus continuos intentos de querer privatizar todo, de cargarse la sanidad y la educación públicas para que así todo el mundo tenga que pasar por el aro de rascarse el bolsillo si quiere una mínima calidad. Las acusaciones, desde luego, no se sostienen. No hay más que ver los hospitales que se han abierto en la Comunidad de Madrid, el próximo, sin ir más lejos, en Torrejón antes de que acabe este mes de septiembre. Los niveles de la enseñanza pública madrileña están a la cabeza de España y no va a resentirse en nada porque se prescinda de 1.700 interinos que, una vez más insisto, no tenían su plaza en propiedad, así que no se puede hablar de despidos.
En Castilla-La Mancha, la situación es crítica y su máxima dirigente ha tenido que actuar cual doctora en una situación desesperada. Eso sí, al contrario que un Gobierno en situación de liquidación y derribo como el de Zapatero, María Dolores de Cospedal ha analizado con tiento las cuestiones sobre las que había que operar, los miembros a cercenar para salvar el conjunto anatómico. Uno de los puntos sobre los que se ha intervenido sin dilación es en fulminar a todos esos vividores que se lo pasaban opíparamente a costa del erario público. Sé que hay departamentos que se han reducido en un 75% en materia de personal, que donde antes había 12, ahora hay 4, que se acabó un parking kilométrico de coches oficiales, que se ha de meter en cintura el despilfarro de una televisión autonómica, que hay que reducir sedes oficiales que, en ocasiones, sólo han servido para enchufar a inútiles cum laude cuyo mérito era ser ‘bonistas’ o ‘barreditas’.
Al final, como ciudadano, lo que quiero es que sepan gestionar bien el dinero de nuestros impuestos. Y la diferencia entre el modelo del talante y el que están llevando a cabo esta dos exponentes del PP está más que clara. Uno se ha gastado las perras en alianzas, cúpulas y subvenciones variadas y variopintas a sindicatos y asociaciones de dudoso corte moral para luego tener que pagarle los ciudadanos su fiesta del despilfarro, mientras que otras, como Cospedal y Aguirre, se están preocupando por no tener que tocar el bolsillo de sus administrados y buscando el justo equilibrio entre recortes y el mantenimiento de la excelencia en los servicios públicos.
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